martes, 1 de abril de 2014

Un músculo de laboratorio para ratones lesionados



Aunque el organismo tiene la capacidad de reparar pequeños defectos musculares, cuando se trata de lesiones más grandes la única alternativa disponible es trasplantar músculo sano de otra parte del cuerpo. Con los avances en medicina regenerativa, laboratorios de todo el mundo buscan la receta para fabricar músculo en el laboratorio capaz de reparar estas lesiones.

Uno de esos laboratorios está en la Universidad de Duke (EEUU) donde han conseguido implantar con éxito biomúsculo en un ratón de laboratorio; un músculo que se contrae y vasculariza como si fuese tejido orgánico.

Como ellos mismos explican en su artículo, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), los intentos llevados a cabo hasta ahora habían fracasado porque no habían logrado reproducir exactamente la estructura de las células y fibras musculares y su capacidad para contraerse.

En su caso, explican, desarrollaron una estructura a base de fibras musculares de una rata recién nacida previamente cultivadas en el laboratorio. En ese cóctel, no sólo emplearon células participantes en la contracción del músculo, sino también las llamadas células satélites, nichos de células madre que permanecen senescentes hasta que tienen que acudir a reparar alguna lesión.

Mediante la creación de ese microambiente en el que las células madre aguardan el momento en que se produce una lesión y deben acudir a reparar el músculo, los investigadores de Duke aseguran haber conseguido un tejido artificial que ha demostrado su funcionalidad en los ratones.

"No es el primer intento por lograr músculo artificial", señala Ángel Raya, director del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona (CMRB), "en ese sentido no es un trabajo revolucionario, pero sí presenta un par de avances técnicos interesantes", explica.

Uno de ellos es el uso de células musculares de una rata recién nacida previamente prediferenciadas en el laboratorio. "Los autores han demostrado que con ese tratamiento previo cuando las injertan en el ratón maduran mejor", explica.

En segundo lugar, para comprobar la evolución de su implante Nenad Bursac y su equipo hicieron un pequeño orificio cubierto por un cristal en el lomo de los animales para poder ir viendo mediante fluorescencias cómo se comportaba el músculo artificial implantado en su espalda. Las fibras musculares habían sido modificadas genéticamente para expresar una proteína fluorescente cada vez que el músculo se contrae, lo que "nos permitió medir en tiempo real el grado de contracción y de vascularización del músculo artificial en comparación con los músculos naturales".

A lo largo de dos semanas, el músculo a base de células de rata implantado en los ratones demostró una buena vascularización y un adecuado nivel de contracción. La clave del éxito, sostienen, fue la prediferenciación previa en el laboratorio de las células musculares que posteriormente se implantaron en el lomo de los ratones.

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