Un
accidente de coche, una caída del andamio, una zambullida imprudente... Cada
año la vida de unos 1.000 españoles cambia bruscamente debido a una lesión
medular. Hasta hace poco cuando la columna se partía en dos se pensaba que nada
se podía hacer para recuperar la movilidad. Ahora, una técnica que ya se
utilizaba para otros problemas como el alivio del dolor neuropático, la
estimulación eléctrica epidural, abre la esperanza para algunos de estos
pacientes al haberse mostrado eficaz para recuperar el movimiento y la
sensibilidad en cuatro personas con paraplejia, es decir, con incapacidad para
mover sus piernas.
Cuando
se sufre un accidente o un trauma, en función de dónde se sitúe el daño y el
deterioro medular que haya producido, la discapacidad puede ir desde una
inmovilidad leve, una incapacidad para caminar, la imposibilidad de mover los
brazos e incluso de respirar. Ese abanico de problemas hace que la valoración
de cualquier nuevo tratamiento se haga con cautela. Sin embargo, al mismo
tiempo -y debido a las pocas terapias disponibles-, cualquier pequeño avance es
un gran logro. El que presenta hoy la revista Brain es recibido por los
expertos como un estudio muy positivo que viene a confirmar los grandes
progresos que se están haciendo en el campo de la neurorrehabilitación.
Los
primeros indicios de que esta técnica podía ser una ayuda para las lesiones
medulares se obtuvieron hace casi tres años, cuando Rob Summers, un chico de 23
años que sufría paraplejia tras un accidente de tráfico ocurrido en 2006,
recuperó parte de su movilidad tras el implante de electrodos que le enviaban
señales a su médula. Los buenos resultados conseguidos con Rob animaron al
equipo de médicos que lidera Susan Harkema, directora de investigación en
rehabilitación del Centro de Lesionados Medulares de Kentucky en la Universidad
de Louisville (EEUU), a probar esta técnica en tres jóvenes más. "Cuando
vimos primero que un paciente recuperaba el control voluntario como resultado
de la estimulación espinal, fuimos cautelosamente optimistas. Ahora que esta
técnica ha funcionado en los cuatro pacientes donde la hemos probado, hay
evidencia para sugerir que una mayor muestra de participantes puede
beneficiarse de esta intervención", afirma esta investigadora en un
comunicado. Y no sólo eso, sino que ya se están planteando estudiar qué podría
hacer esta técnica en personas con tetraplejia, es decir, con incapacidad para
mover piernas y brazos.
A
estos pacientes se les implantó 16 electrodos en la espalda, en la zona
lumbo-sacra, por debajo de la piel mediante una pequeña cirugía que no requiere
de anestesia. Cada uno de ellos tenía un daño medular a una altura diferente:
dos en la zona cervical, uno en la vértebra 7 y otro en la 6, y los otros dos
en la zona dorsal, en la 5 y en la 6. Todos tenían una lesión medular completa
desde hacía por lo menos dos años y medio lo que les había generado una falta
de sensibilidad completa a dos de ellos y de movilidad de sus piernas a los
cuatro.
La
electroestimulación empezó a generar movimientos voluntarios en tres de ellos a
los cuatro, siete y 11 días del implante y tardó siete meses en el cuarto
joven. Finalmente, todos pueden mover sus piernas, tobillos y dedos al unísono
y aumentar o disminuir la fuerza con la que flexionan sus rodillas.
Estos
datos, señalan los autores, sugieren que pueden existir conexiones latentes en
pacientes con parálisis motora completa. "En lugar de tener una separación
completa entre las zonas superiores e inferiores relacionada con la lesión, es
posible que haya algún contacto, pero que esas conexiones no sean
funcionales", explica Reggie Edgerton, profesor de Biología Integrativa y
Fisiología de la Universidad de California (Los Ángeles), que también ha
participado en este estudio.
"Hay
que ser cautos pero el avance es positivo", afirma Jesús Vaquero, director
del Área de Neurociencias de la Fundación para la Investigación Biomédica del
Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda. "Lo que se ha
comprobado con éste y otros estudios es que cuando la morfología de la médula
espinal está bien, aunque exista lesión completa que impide movilidad y
sensibilidad, el tejido está ahí, aunque no funcione, y se puede estimular,
como es este caso".
Vaquero,
que estudia la eficacia de las células madre adultas en la regeneración
medular, señala que además de la recuperación de la movilidad, "las
terapias puede mejorar la calidad de vida de los pacientes al recuperar el
control de esfínteres, disminuir la espasticidad (rigidez muscular),
etc.". Mejoras que se lograron en estos cuatro pacientes.
Para
Manuel Murie, neurólogo de la Clínica Universidad de Navarra y presidente de la
Sociedad Española de Neurorrehabilitación, este trabajo demuestra que "el
que exista una lesión no significa que se agoten las señales si no llegan al
cerebro, hay nervios que quedan ahí, circuitos intramedulares que son los que
intentan utilizar estos investigadores. Con la estimulación de la zona y el
envío de señales, se activa la plasticidad medular de las zonas que quedaron
silentes tras la lesión", explica.
Antonio
Oliviero, jefe de Neurología y Neurofisiología Clínica del Hospital Nacional de
Parapléjicos de Toledo, insiste en que movilidad no significa locomoción.
"Quizás en un futuro, uniendo esta técnica a un ordenador y un
exoesqueleto sí que lo logre. De momento, no es así, aunque el avance es
importante porque sirve para mejorar la rehabilitación de estos
pacientes".
De
hecho, son varios los estudios que están en marcha sobre este tema. Uno de
ellos es el denominado NEUWalk, un proyecto europeo financiado con nueve
millones de euros, y que está probando la electroestimulación junto con la
inyección medular de un fármaco en animales. "La idea, si todo va bien, es
probar esta terapia en un paciente", afirma Oliviero.
Por
su parte, los autores del estudio insisten en que hay que repensar este tipo de
lesiones: "No tenemos necesariamente que regenerar el tejido nervioso para
reparar la función".
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