«Un
paciente vino a mi consulta diciendo que tenía una hernia de disco», explicaba
Roberto Brioschi, psicólogo jefe del Departamento de Dolor y Medicina Psicosomática
de la clínica Bad Zurzach, en Suiza, durante el Congreso Pain in Europe
celebrado en 2013 en Florencia. «Le pregunté si sabía qué era una hernia de
disco y me contestó que un hueso roto», continuaba, sarcástico, Brioschi. «¿Debía
corregirle?». El psicólogo acabó describiendo cómo, finalmente, colocó un palo
de escoba en la espalda del enfermo y le dijo que se doblara, al tiempo que le
mostraba una réplica de un esqueleto humano, explicándole de esta forma poco
ortodoxa la fisionomía de la columna vertebral y los efectos que en ella causa
la patología.
Según
Brioschi, la actitud del experto a la hora de lidiar con los problemas del
paciente determina la evolución del tratamiento. «La medicación es importante
pero hay que hablar con las personas –señala-. Si el facultativo le dice únicamente
‘vale, tómate estas pastillas’ algo no funciona, el enfermo pensará que ha
acudido al sitio equivocado».
El
centro suizo donde trabaja ofrece tratamientos que incluyen terapias
conductuales basadas en el humor. «Cuando los pacientes acuden a nosotros ya
conocen a todos los médicos, todos los hospitales y todos los tratamientos»,
comenta Heinz Meier, más conocido como Pello The Clown, un suizo de melena
blanca y sonrisa traviesa que trabaja en la clínica como payaso.
En
su página web, Meier afirma que sus shows no solo buscan entretener y divertir,
sino que en su carrera artística considera también el «lado serio del humor».
El payaso hace alusión a las evidencias científicas que existen acerca del
efecto positivo que la risa tiene en la salud y el bienestar, así como a la
importancia de integrarla en «la práctica clínica, terapéutica y en el ámbito
psicosocial».
«Es
fundamental abordar el componente emocional y cognitivo del dolor», asegura
Rafael Maldonado, investigador en Neurofarmacología de la Universitat Pompeu
Fabra (UPF). Las personas que padecen algún tipo de dolencia crónica son más
proclives a sufrir depresiones debido la dificultad de lidiar con una compleja
enfermedad que afecta a todos los ámbitos de su vida.
Migraña
En
el caso de los pacientes con migraña, la probabilidad de sufrir este tipo de
trastornos es el doble que en individuos sanos, según concluye un estudio
publicado en la revista «Depression Research and Treatment». Estos datos «cada
vez se tienen más en cuenta y es algo en lo que insistimos mucho los que
trabajamos en este campo», concluye Maldonado.
Existen
varias hipótesis acerca de por qué el humor resulta saludable. Una posible
explicación es que relaja los músculos, aunque este efecto fisiológico aún no
se ha logrado demostrar fehacientemente. Otras corrientes apuntan a que la risa
estimula la segregación de sustancias opioides endógenas, es decir, de
endorfinas, cuyo efecto sedante reduciría la sensación dolorosa. Por ello, «el
humor puede ser utilizado como una terapia para controlar el dolor y aumentar
el nivel de tolerancia al sufrimiento», afirma Willibald Ruch, psicólogo e
investigador de la Universidad de Zúrich.
A
pesar de estas conclusiones, las terapias cognitivas no son suficientes. «Cuando
se trata de un cuadro grave sin duda hay que utilizar fármacos que lo alivien»,
recalca Maldonado. Sin embargo, el investigador admite que en esa sensación tan
compleja que es el dolor, «la integración e interpretación de los estímulos
posiblemente desempeñan un papel más importante que la intensidad de la señal
dolorosa, cuantitativamente hablando».
Los
impulsos se transmiten directamente a la médula espinal y después se envían al
cerebro, donde la señal se comunica primeramente al tálamo. «De ahí va al
sistema límbico, donde se le da todo el componente emocional y, por último,
viaja hasta el córtex, donde el dolor adquiere una connotación intrínseca»,
afirma Maldonado.
Maldonado
explica todo el proceso con un ejemplo: «Cuando tú te quemas el tálamo te dice ‘oye,
que te has quemado’. Si llevas con las molestias varios días, el sistema límbico
le dará un sentido negativo a esta sensación y, finalmente, el córtex aportará
el componente racional y te indicará el tipo de dolor que sufres».
Es
también en estas tres franjas donde la risa ejerce una mayor influencia fisiológica.
Según un estudio publicado en la revista «Cerebral Cortex», el análisis de las
resonancias magnéticas tanto de sujetos a los que se les hizo cosquillas, como
de aquellos a los que se les pidió que se rieran voluntariamente, reveló que la
actividad cerebral de estas zonas aumentaba significativamente.
Las
áreas afectadas por las señales dolorosas marcan las pautas que pueden
utilizarse para el alivio. «Lo más simple es estimular mecánicamente la zona
afectada mediante frotamiento, con lo que interferiríamos en la sensación
dolorosa a nivel medular», indica Maldonado. Otra manera es activar el sistema
inhibidor descendente que se pone en marcha debido a las señales colaterales
enviadas cuando se excitan los receptores del dolor: «Todo aquello que active
este sistema endógeno de analgesia resulta calmante. Hay muchas formas de
ponerlo en marcha mediante fármacos».
Sistema
límbico
Por
otro lado, cualquier tipo de distracción actuará a nivel del córtex. «Si tienes
la mente en blanco, el estímulo doloroso predomina, y entonces olvídate del
resto porque su papel será el más importante», continúa el médico.
«Es
en el nivel del sistema límbico donde actúa el humor». Esta es la causa
fundamental por la que es necesario que el paciente se encuentre en un estado
emocional adecuado para poder controlar sus sensaciones.
Ante
un cuadro de dolor crónico, «lo peor para inhibir el dolor es que el paciente
sufra estrés o ansiedad, o que esté en una situación en la que no tenga ningún
otro estímulo ni físico ni mental», expone el investigador español.
Ruch
y sus colegas aseguran en sus estudios que aún quedan muchas preguntas sin
resolver acerca de los mecanismos biológicos subyacentes o la influencia del
sentido del humor propio de cada paciente. Sin embargo, su efecto positivo es
claro. Aunque las terapias cognitivas no bastan para paliar los síntomas, películas,
palos de escoba o simplemente las palabras adecuadas pueden ayudar a los
tratamientos farmacológicos a transformar una mueca dolorosa en una sonrisa.
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