Si
quiere mantenerse alejado de enfermedades cardiovasculares, preste atención a
la cantidad de fibra que consume. Los expertos recomiendan entre 26 y 38 gramos
cada día. Pero si usted ya ha sufrido un infarto, no es tarde para beneficiarse
de los efectos de esta sustancia. Según acaba de revelar una nueva
investigación, "la mayor ingesta de alimentos con fibra después de un
evento de este tipo está asociado a un menor riesgo de mortalidad en los nueve
años siguientes".
Como
explican los autores de este trabajo, publicado en la revista British Medical
Journal, cada vez hay más personas que sobreviven a estos episodios coronarios.
Concretamente en España, la mortalidad por infarto agudo de miocardio ha
disminuido un 40% en los últimos 16 años y en EEUU, aún más, un 60%. Los
especialistas lo atribuyen al mejor control de los factores de riesgo, la mayor
práctica de ejercicio físico, una legislación más severa en la lucha contra el
tabaquismo, mayor control de los alimentos y una mayor eficacia en los
tratamientos del síndrome coronario agudo.
Pensando
precisamente en ellos, subraya uno de los responsables del documento, Shanshan
Li, del departamento de Epidemiología de Salud Pública de la Harvard School de
Boston (EEUU), "es importante ver, además de la medicación, qué otras
recomendaciones pueden seguir para mejorar sus perspectivas de vida".
Con
este objetivo, Li y su equipo analizaron los datos de dos grandes estudios de
EEUU, uno sobre la salud de las enfermeras (121.700) y otro sobre la de más de
51.000 hombres sanitarios. En ambos, los participantes respondían cada dos años
a cuestionarios sobre su estilo de vida.
En
el transcurso de 30 años, un total de 2.258 mujeres y 1.840 varones sufrieron
un primer infarto. Tras un seguimiento de casi nueve años, 1.133 murieron (682
mujeres y 451 hombres). Como los investigadores les dividieron en varios
grupos, en función de la cantidad de fibra que tomaban diariamente, pudieron
extraer datos muy claros.
Los
que más fibra ingerían (entre 27 y 36 gramos diarios) tenían un 25% menos de
probabilidades de morir por cualquier causa en los siguientes nueve años
después del infarto, en comparación con el grupo que menos alimentos ricos en
fibra consumía (entre 12 y 17 gramos). Considerando sólo los problemas
cardiovasculares como causa de muerte, apunta el estudio, "los que más
fibra tomaban tenían un 13% menos de riesgo que sus contrarios". Y los
resultados, aseguran, "los ajustamos con otros factores que podían afectar
a la probabilidad de supervivencia tras el infarto, como la edad, historia
clínica y otros hábitos dietéticos y estilos de vida".
A
medida que los participantes aumentaban su ingesta de fibra tras el infarto
sufrido iban reduciendo su riesgo de mortalidad. Los datos del trabajo de
Boston señalan que "cada 10 gramos más de fibra diarios se asocian a un
15% menos de probabilidades de morir en los nueve años siguientes".
Como
explican los propios autores, "un mayor consumo de fibra mejora la
respuesta glucémica y la sensibilidad a la insulina; también mejora los niveles
de lípidos en sangre y aumenta la sensación de saciedad (que ayuda al control
de la ingesta total calórica). La dieta rica en fibra se asocia inversamente
con el riesgo de dislipidemia, hipertensión, obesidad, diabetes, enfermedad
cardiaca y cerebrovasular".
En
la misma línea, David Vivas, cardiólogo del Hospital Clínico San Carlos de
Madrid, expone: "Se ha visto que el consumo adecuado de alimentos con
fibra mejora el perfil metabólico, reduce el proceso inflamatorio, facilita el
balance de lípidos, mejora la flora microbacteriana del aparato digestivo,
previene la formación de placa ateroma en el interior de las arterias y el
desarrollo de enfermedades coronarias".
Por
desgracia, a pesar de los beneficios de la fibra, según un informe de la
Fundación Española del Aparato Digestivo, los españoles consumen la mitad de lo
recomendado (en vez de 30 gramos diarios, unos 16). Se ha pasado de ingerir 27
gramos al día en 1964 a 16 gramos en 2008. "Sólo entre el 5% y el 10% de
los adultos españoles sanos siguen las recomendaciones dietéticas en este
sentido [en EEUU, menos del 5%, según el estudio]", apunta el especialista
español, quien agrega que la cantidad insuficiente de esta ingrediente en la
dieta también está asociada con un aumento del riesgo de cáncer de colon.
En
cuanto al tipo de alimentos con fibra (cereales, frutas y verduras), los
investigadores observaron que los que más ayudaban a mejorar la tasa de
supervivencia después de un infarto eran los cereales con fibra, que se
consumían principalmente en el desayuno. "Los efectos se asocian sobre
todo en los cereales ricos en fibra integral (como el arroz integral y las
legumbres) y no tanto en los procesados", apunta el cardiólogo del Clínico
San Carlos.
La
importancia de estos resultados viene dada porque "quienes superan el
primer infarto tienen mayor riesgo de morir que la población general",
remarcan los investigadores. Aunque el tratamiento farmacológico les ayuda, el
cambio de algunos hábitos en su estilo de vida es fundamental. Dados los
resultados de esta investigación, comer mucha fibra les puede resultar especialmente
beneficioso. El problema es que "les resulta más fácil tomar medicación
que la adherencia dietética", puntualiza el doctor Vivas.
Por
esta razón, subrayan los autores del estudio, "futuros trabajos sobre el
estilo de vida después del infarto deberían centrarse en la combinación de los
fármacos con el cambio de determinados hábitos capaces de reducir aún más las
tasas de mortalidad más allá de lo que consigue el tratamiento farmacológico solo".
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