El
tamaño y la forma de las dos regiones del cerebro implicadas en la emoción y la
motivación pueden ser diferentes en los adultos jóvenes que fuman marihuana por
lo menos una vez por semana, según advierte un estudio que se publica este
miércoles en 'The Journal of Neuroscience'. Los hallazgos sugieren que el uso
recreativo de marihuana puede conducir a cambios en el cerebro no identificados
previamente y pone de relieve la importancia de la investigación destinada a
comprender los efectos a largo plazo del consumo entre bajo y moderado de
marihuana sobre el cerebro.
La
marihuana es la droga ilícita más consumida en Estados Unidos, con un estimado
de 18,9 millones de personas que informan sobre uso reciente, según el análisis
con datos más actuales de la Encuesta Nacional sobre Consumo de Drogas y Salud
Mental. El consumo de marihuana se asocia a menudo con problemas de motivación,
atención, aprendizaje y memoria.
Además,
estudios previos en los que se ha expuesto a animales al tetrahidrocannabinol
(THC), el principal componente psicoactivo de la marihuana, muestran que la
exposición repetida a la droga provoca cambios estructurales en las regiones
del cerebro involucradas con estas funciones, pero se sabe menos acerca de cómo
un consumo de bajo a moderado afecta a la estructura cerebral de las personas,
sobre todo adolescentes y adultos jóvenes.
En
el trabajo actual, Jodi Gilman, Anne Blood y Hans Breiter, de la Universidad de
Northwestern y el Hospital General de Massachusetts/Escuela de Medicina de
Harvard, todos en Estados Unidos, usaron imágenes de resonancia magnética para
comparar los cerebros de personas de 18 a 25 años edad que dijeron fumar
marihuana al menos una vez por semana con los que tienen poco o ningún
historial de consumo de esta droga.
Aunque
las evaluaciones psiquiátricas descartaron la posibilidad de que los usuarios
de marihuana fueran dependientes de la droga, los datos de las imágenes
revelaron que tenían diferencias cerebrales importantes. El núcleo accumbens,
una región del cerebro conocida por estar involucrada en el procesamiento de la
recompensa, era más grande y tenía su forma y estructura alteradas en los
consumidores de marihuana en comparación con los que no la tomaban.
"Este
estudio sugiere que incluso el consumo leve o moderado de la marihuana
recreativa puede causar cambios en la anatomía del cerebro", alerta Carl
Lupica, que estudia la adicción a las drogas en el Instituto Nacional sobre el
Abuso de Drogas y no participó en este estudio. "Estas observaciones son
particularmente interesantes, ya que los estudios anteriores se han centrado
principalmente en el cerebro de los fumadores de marihuana y se han ignorado en
gran medida los cerebros de los usuarios ocasionales", añade.
El
equipo de científicos comparó el tamaño, la forma y la densidad del núcleo
accumbens y la amígdala, una región del cerebro que juega un papel central en la
emoción, de 20 usuarios de marihuana y 20 no consumidores. Se pidió a cada
consumidor de marihuana que informara sobre su consumo de drogas durante un
periodo de tres meses, incluyendo el número de días que fumaba y la cantidad de
la droga que tomaba diariamente.
Los
científicos encontraron que cuanto más marihuana dijeron consumir los que sí
tomaban esta droga, mayores eran las anomalías en el núcleo accumbens y la
amígdala, además de que la forma y densidad de ambas partes también difería
entre los consumidores de marihuana y los no usuarios. "Este estudio
plantea un fuerte desafío a la idea de que el consumo de marihuana ocasional no
está asociado con malas consecuencias", concluye Breiter.
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