En
los últimos 50 años, el dengue se propagó de nueve a un centenar de países y su
incidencia mundial aumentó 30 veces, convirtiéndose en la enfermedad vectorial
de más rápida propagación.
Actualmente,
casi la mitad de la población mundial vive en países donde el dengue es
endémico, y más de 390 millones de personas en el mundo lo padecen cada año,
cuando hace medio siglo sólo se registraban 15.000 casos en nueve países del
sudeste asiático.
Ante
esta realidad, la Federación Internacional de la Cruz Roja (FICR) y la
Organización Mundial de la Salud (OMS) han querido hacer sonar la alarma sobre
una enfermedad que consideran «silenciada», a pesar de su gran impacto.
«La
enfermedad no tiene la atención de los donantes, ni de las autoridades
políticas, y se está expandiendo a marchas forzadas, cuando es una dolencia que
podría prevenirse», alertó en rueda de prensa el subsecretario general de la
FICR, Walter Cotte.
«La
tasa de mortalidad del dengue es del 2,5 por ciento. Es baja si se compara con
el ébola, que puede llegar al 90 por ciento. Pero las consecuencias para la
economía de las familias que lo padecen son catastróficas», expuso Amanda
McClelland, del departamento de Salud de Emergencias de la FICR.
Según
los cálculos de la FICR, el impacto económico del dengue en América se eleva a
2.100 millones de dólares anualmente, y en Asia Sudoriental a 2.360 millones.
El
virus del dengue tiene cuatro serotipos y la persona que ha contraído y
enfermado con uno, queda inmunizada para éste, pero no para los otros tres.
Además,
ha quedado comprobado que la segunda vez que se contrae la enfermedad, ésta es
mucho más severa que la primera, y así sucesivamente, «con lo que el riesgo de
fallecer se multiplica considerablemente», advirtió McClelland.
En
2010, el número de casos registrados de dengue en América Latina se elevó a
40,5 millones, a 48,4 millones en África, y a 204,4 millones en Asia.
Uno
de los principales problemas es que no hay un control epidemiológico efectivo,
por lo que «se estima» que unos 400 millones de personas se infectan
anualmente, pero se desconoce si hay más casos dado que, cuando afecta de forma
leve, puede confundirse con una gripe.
De
hecho, se necesitan tres días para diagnosticar correctamente el virus y, una
vez encontrado, no tiene cura ni tratamiento específico, y la vacuna para
prevenirlo aún se está desarrollando.
Las
causas de esta rápida expansión son varias: el cambio climático ha contribuido
a que el mosquito transmisor (el Aedes aegypti), que originalmente se
reproducía en zonas tropicales, viva ahora en zonas menos cálidas, donde antes
no existía.
En
2010, se dieron casos de dengue en lugares como Francia o Croacia.
Pero,
sobre todo, el aumento de los viajes y del comercio internacional ha facilitado
que el mosquito se traslade con gran rapidez.
Las
larvas y los mosquitos adultos se desarrollan en aguas estancadas, tanto en
grandes reservas como en estanques o ríos, así como en pequeños charcos,
macetas o jarrones, por lo que se reproducen por igual en zonas rurales
deprimidas y en áreas urbanas.
«Las
larvas pueden sobrevivir meses antes de convertirse en mosquitos», explicó
Raman Velayudhan, coordinador de enfermedades vectoriales en el departamento de
Enfermedades Olvidadas de la OMS.
Se
están llevando a cabo dos proyectos de control del vector: uno que deja
estériles a los machos, con el objetivo a largo plazo de que la especie se
extinga, y otro que pretende paralizar la transmisión del virus en el interior
del mosquito.
«Los
dos programas están todavía en pruebas. Pero, además, la gran cuestión es, en
caso de que controlemos el vector, ¿también controlaremos la enfermedad, o
no?», resaltó Velayudhan.
Una
particularidad del mosquito del dengue, que lo hace más peligroso es el hecho
de que pica de día -al contrario que el que inocula la malaria, que pica sólo
de noche- con lo que las oportunidades para infectarse se incrementan.
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