lunes, 30 de junio de 2014

Una técnica prolonga el tiempo de conservación de hígados para su trasplante



Uno de los mayores problemas con los trasplantes de órganos radica en el poco tiempo que debe transcurrir desde que un órgano está disponible hasta su trasplante en el receptor. Aunque depende de muchas variables -donante y del tipo de órgano-, en principio para el riñón lo normal son 24 horas aunque es posible que funcionen tras conservación en frío hasta 48 horas; el corazón y pulmones solo pueden mantenerse durante unas seis horas, mientras que el hígado y páncreas hasta 12 horas. En cualquier caso, siempre es preferible trasplantar lo antes posible.

Pero ahora, según un estudio que se publica en «Nature Medicine», podría prolongarse la vida de los órganos fuera del donante gracias a novedoso sistema de sobreenfriamiento. En concreto, los investigadores del Instituto Nacional de la Salud de EE.UU. han probado con éxito esta nueva técnica de sobreenfriamiento en ratas, y si tiene éxito en humanos, permitiría incrementar notablemente el número de órganos y de donantes y así, salvar más vidas.

Hito de la medicina

Hace más de 60 años que se llevó a cabo el primer trasplante de un órgano sólido humano, un riñón, un hito que cambió la medicina moderna. Desde entonces, se han trasplantado todo tipo de órganos –corazón, pulmón, córneas, etc.-, pero también tejidos, piel, etc., pero debido a la escasez de órganos de donantes, las listas de espera siguen creciendo en todo el mundo.

Con las técnicas actuales es posible preservar hígado no más de 24 horas; el método combina bajas temperaturas y una solución química desarrollada por científicos de la Universidad de Wisconsin-Madison en 1983. La solución ayuda a mantener vivo el tejido hepático durante el tránsito del donante a su receptor. Gracias a ello ha sido posible recuperar muchos órganos para aumentar el número de trasplantes realizados con éxito. Sin embargo no es suficiente en el caso del hígado, el segundo órgano trasplantado en Europa por detrás del riñón (en 2012 se trasplantaron en la Unión Europea 112.631 órganos sólidos, de los que 23.721 de hígado).

La posibilidad de mantener un hígado durante más tiempo viable para el trasplante fuera del donante, explican los autores de este trabajo, tendría múltiples beneficios: más tiempo para preparar al paciente y una mayor facilidad logística en el centro hospitalario de donantes; menor urgencia en la recogida del órgano a su destino, y un aumento en el área de donación que permitiría elevar el número de trasplantes transcontinentales e intercontinentales trasplantes, además de la selección del órgano más adecuado para cada paciente.

La principal dificultad para la conservación a largo plazo de los órganos humanos deriva principalmente del grave daño tisular que se produce cuando los órganos son criopreservados, es decir, congelado a temperaturas de -320,8 grados Fahrenheit. Mientras que este sistema es muy eficaz en la conservación de las células o de tejidos más simples, en el caso de los órganos más grandes el problema se agrava debido a los múltiples tipos de células y otras estructuras que reaccionan de manera diferente al frío.

Para solventar estos problemas, el equipo de Martin Yarmush y Korkut Uygun, investigadores en el Centro de Ingeniería Médica del Hospital General de Massachusetts (MGH) de Boston, han desarrollado una técnica de conservación que ha triplicado la cantidad de tiempo que un hígado de rata pede permanecer almacenado antes de ser trasplantado.

Cuatro fases

El proceso, tal y como describen en «Nature Medicine», consta de cuatro pasos. El primero pasa por emplear una máquina de perfusión -una forma de entrega de oxígeno y nutrientes a los capilares en los tejidos biológicos mientras permanecen fuera del cuerpo- para superenfriar el tejido hepático sin causar daño irreversible en las células. Para lograr esto, los investigadores añadieron 3-OMG (3-O-metil-D-glucosa), un compuesto modificado de glucosa no tóxico, a la solución tradicional. El 3-OMG, explican, se conserva y al no poder ser metabolizado por las células, se acumula en los hepatocitos (células del hígado), y así actúa como un protector contra el frío. El equipo también modificó la solución al añadir de PEG-35 kD (polietilenglicol) para proteger específicamente las membranas celulares. El etilenglicol es el ingrediente activo del anticongelante, y funciona mediante la reducción del punto de congelación de una solución.

Con este nuevo sistema los investigadores lograron que los hígados se enfriaran más lentamente por debajo del punto de congelación, a 21 grados Fahrenheit, sin inducir así la congelación, y por tanto sobreenfriaando el órgano para su preservación. Después de almacenar los órganos durante varios días, los investigadores utilizaron de nuevo la máquina de perfusión para volver a calentar el órgano, mientras que además suministraban de oxígeno y otros nutrientes para preparar el órgano para el trasplante.

Órganos funcionales

Utilizando esta nueva técnica, los investigadores fueron capaces de almacenar los hígados de rata superenfriados durante tres días (72 horas) y cuatro días (96 horas) a 21 grados Fahrenheit. Todos los animales que recibieron hígados almacenados durante tres días sobrevivieron a los tres meses, pero ninguno de las que recibieron un trasplante utilizando métodos actuales lo hicieron. La tasa de supervivencia para los animales que recibieron hígados almacenados durante cuatro días fue del 58%.

Para ver qué pasos de su sistema eran los esenciales, los investigadores vieron que si se eliminaban los componentes suplementarios de PEG-35 kDa o 3-OMG los animales trasplantados fallecían a la semana, mientras que si no se empleaba la máquina de perfusión o superenfriamiento, la muerte se produjo a la hora del trasplante.

La técnica debe pasar ahora por numerosas pruebas y ser refinada antes de que puedan pensarse en su empleo en seres humanos, pero los primeros resultados son muy esperanzadores. «Cuanto más tiempo seamos capaces de almacenar los órganos donados, mayor será la probabilidad de que el paciente puede encontrar el mejor órgano posible», concluyen los investigadores.

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