No
llegar a final de mes, pasar meses, incluso años, en el paro, la incertidumbre
por el futuro, por la familia. La crisis económica nos ha dejado un mundo lleno
de sombras que está haciendo que cada vez sean más las personas con problemas
de ansiedad y depresión. El efecto de las grandes recesiones sobre el número de
suicidios se viene estudiando desde hace años. La última investigación en este
sentido es la que publica la revista British Journal of Psychiatry en la que se
cuantifica la cifra de personas en Norteamérica y Europa que entre 2008 y 2010
se han quitado la vida como consecuencia de los recortes: 10.000.
Investigadores
de las universidades británicas de Oxford y de Londres han analizado los datos
ofrecidos recientemente por la Organización Mundial de Salud (OMS) sobre los
suicidios ocurridos en 24 países de Europa y dos de Norteamérica (Canadá y
Estados Unidos). Mientras que en Europa había en los últimos años una tendencia
a la baja en el número de suicidios, desde que empezó la crisis en 2007 esta
tendencia ha revertido, aumentando un 6,5% hasta 2009 y permaneciendo ese
aumento hasta 2011. En Canadá, la tasa de estas muertes aumentó un 4,5% entre
2007 y 2010, mientras que en Estados Unidos lo hizo un 4,8% en el mismo
periodo.
"Letonia
e Irlanda son los dos países donde el aumento de suicidios ha sido
particularmente duro. Entre 2007 y 2009, el incremento de estas muertes fue del
16% y del 12%, respectivamente", explica a EL MUNDO, Aaron Reeves, de la
Universidad de Oxford y uno de los autores de este estudio junto con Martin
McKee y David Stuckler.
En
España, comenta, no ha habido un efecto sustancial de la recesión sobre el
número de suicidios. "Es difícil decir el porqué de este poco impacto. Sin
embargo, otros estudios han documentado una creciente crisis de salud mental en
vuestro país durante este período. Parte de la dificultad en la investigación
de este asunto es que los datos de salud pública no siempre están disponibles.
A veces tenemos que esperar años para tener las tasas de suicidio, mientras que
la información de los datos económicos se da trimestral o incluso
mensualmente", señala este investigador.
Pocos
países industrializados fuera de estas regiones, como Nueva Zelanda, han
escapado indemnes a la crisis financiera y han evitado un aumento de los
suicidios. "Estos datos sugieren que, en total, ha habido al menos 10.000
suicidios más por culpa de la crisis en la Unión Europea, Canadá y Estados
Unidos desde la Gran Recesión iniciada en 2007", constata el estudio.
Las
grandes crisis económicas pueden empeorar la salud mental y, potencialmente,
conducir al suicidio principalmente a través de tres vías, apunta esta
investigación. Primero, la pérdida de trabajo es un factor de riesgo
independiente para el aumento de depresiones y suicidios, que son unas 2,5
veces más frecuentes entre personas en paro. El endeudamiento, como
consecuencia del desempleo, es otro factor de riesgo independiente Y, en tercer
lugar, deuda y desempleo dan lugar a la ejecución de hipotecas y desahucios que
están a su vez asociados con depresión y trastornos de ansiedad.
"¿Pero
son estos suicidios un acompañante inevitable de la adversidad
económica?", se plantean los autores de este trabajo. La respuesta a esta
pregunta la responden con datos. Porque, a pesar de la crisis, algunos países
no han experimentado ningún cambio en su tasa de suicidios mientras que en
otros estas muertes han ido en aumento a medida que empeoraba la crisis. En
Suecia y Finlandia, las tasas permanecieron estables mientras que declinaron en
Austria, a pesar del aumento de desempleo.
Como
explica Reeves a este periódico, "los gobiernos pueden mitigar el impacto
de la crisis económica sobre el suicidio mediante la inversión en políticas que
activen el empleo. Estas estrategias ayudan a la gente a volver a trabajar,
proporcionando apoyo y capacitación para aquellos que han perdido su
empleo". Según afirman en su estudio, por cada inversión de 100 dólares
(unos 74 euros) per cápita en programas de empleo activo se redujo la asociación
de desempleo y suicidio un 0,4% en las recesiones europeas entre 1970 y 2007.
Otros
países, en cambio, apuestan por la prescripción de fármacos. Algo que para
estos investigadores no es la mejor opción. "Hay poca evidencia sobre el
papel protector de los antidepresivos frente al suicidio. No obstante, las
tasas de prescripción de los psicofármacos ha aumentado sustancialmente en
algunos países durante la reciente recesión, como en el Reino Unido donde se ha
producido un aumento del 11% entre 2003 y 2007 al 19% entre 2007 y 2010",
apunta el estudio.
"Los
suicidios son sólo la punta del iceberg. Estos datos revelan una amenazante
crisis de salud mental en Europa y Norteamérica. En estos duros tiempos
económicos, esta investigación sugiere que es crítico buscar fórmulas para
proteger a aquellos que son más propensos a ser golpeados más fuerte",
afirma Stuckler.
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