viernes, 20 de junio de 2014

Un gusano prehistórico en la cuna del río Éufrates



Esta misma semana, una reunión científica celebrada en Madrid ha puesto de manifiesto la preocupación que existe por la presencia de un parásito tropical, la esquistosomiasis, en las aguas frías del río Cavu, en Córcega (Francia). Estos parásitos, hasta ahora inédito en Europa, mata a unas 200.000 personas al año en todo el mundo (sobre todo en climas tropicales), y según desvela esta semana una investigación arqueológica publicada en The Lancet, su origen podría remontarse 6.200 años atrás, en una aldea de la antigua Mesopotamia.

La infección por esquistosomiasis se contrae por contacto con agua contaminada, donde el parásito -del que existen distintas especies- nada libremente hasta que penetra en la piel del ser humano. Una vez que las larvas del esquistosoma -liberadas por caracoles de agua dulce- han madurado, los gusanos adultos migran hacia diversas partes del organismo, como la vejiga o los intestinos, donde pueden causar desde infecciones, fallo renal, parálisis y otras complicaciones como el cáncer de vejiga. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que 230 millones de personas al año necesitan tratamiento por esta enfermedad.

En la III Reunión Científica de la Red de Investigación de Enfermedades Tropicales (Ricet), celebrada esta semana en Madrid, los expertos en Medicina Tropical se han hecho eco de la preocupación de los Centros Europeos de Control de las Enfermedades (ECDC) por un brote que desde hace tres años ha afectado ya a 11 personas que se bañaron en el río Cavu, al sur de Francia.

Aunque se sospecha que el parásito pudo haber llegado a esas latitudes a través de la orina de algún inmigrante de origen africano que habría expulsado huevos de Schistosoma haematobium, lo que preocupa de verdad a los especialistas es que las larvas hayan sido capaces de sobrevivir al invierno europeo, con unas temperaturas mucho más bajas que las de los climas tropicales en los que es habitual. El tratamiento habitual de esta infección es el praziquantel (un antiparasitario), aunque no es un remedio eficaz para los habitantes de las zonas endémicas porque no es útil contra las reinfecciones.

Precisamente, el trabajo que esta semana publica la revista británica señala que los humanos podrían haber adquirido este parásito por primera vez hace 6.200 años, en una aldea donde se empezaban a emplear métodos agrícolas en la cuna del río Eúfrates.

Arqueólogos de las universidades de Cambridge (Reino Unido), Chipre y Chicago (EEUU), analizaron 26 momias en el poblado de Tell Zeidan, actualmente en territorio sirio, y tomaron muestras de su zona pélvica, donde hubiesen estado en su momento los intestinos o la vejiga. Los análisis mostraron restos del parásito (coprolitos) en uno de los esqueletos, lo que supone una datación 1.000 años anterior a la que hasta ahora se tenía por la primera muestra de esquistosomiasis en humanos, y que se había hallado en una momia egipcia de 5.000 años de antigüedad.

El doctor Piers Mitchell, especialista de la Universidad de Cambridge y uno de los autores del hallazgo, considera que aquel individuo milenario pudo haber entrado en contacto por primera vez con las larvas de esquistosoma debido a las técnicas de irrigación agrícola que se introdujeron en Mesopotamia hace 7.500 años para mejorar el rendimiento de las cosechas. "Los parásitos pasan la mayor parte de su ciclo vital en el organismo de caracoles que residen en aguas dulces, hasta que son expulsados y tienen la ocasión de penetrar en la piel del ser humano que nada en estas aguas".

A su juicio, los sistemas de distribución del agua que estrenó la civilización mesopotama podrían considerarse el primer ejemplo de cómo una tecnología con el sello humano facilitó el origen de un brote que ha afectado a millones de personas en estos 6.000 años de historia. "La esquistosomiasis se ha vuelto más y más prevalente con el tiempo y supone en la actualidad una enorme carga, con 200 millones de personas afectadas que sufren anemia y ven muy mermada su capacidad productiva", apunta.

Alerta europea

Santiago Mas-Comas es el coordinador del Comité Europeo de Respuesta Rápida ante Enfermedades Parasitarias y trabaja ya junto a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los ECDC para preparar una respuesta conjunta en países como España, Francia, Italia o Portugal ante la posible aparición de casos de esquistosomiasis -la segunda enfermedad parasitaria en número de casos por detrás de la malaria-. "En estos países el caracol que hace de vector del parásito está ampliamente extendido y además hay una amplia población de origen africano", explica a EL MUNDO este catedrático de la Universidad de Valencia, especialista en parásitos. A su juicio, esta respuesta rápida es clave para ver las posibles zonas de riesgo y alertar a la comunidad médica, porque a menudo el diagnóstico de esta parasitosis puede pasar despercibido, "sobre todo si el individuo responde que no ha estado recientemente en África, como ha ocurrido en los 11 casos de Córcega". A juicio del profesor Mas-Comas, lo ocurrido con esta enfermedad tropical es una importante llamada de atención sobre los efectos del cambio climático en la salud, y com la subida de las temperaturas puede tener efectos insospechados en la salud. "Esto es una llamada de atención, tenemos que meter el cambio climático en la agenda política ya", apunta.

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