miércoles, 18 de junio de 2014

Mundial 2014: Las secuelas de forzar la máquina hasta el extremo



A estas alturas del año, el cuentakilómetros de los futbolistas suelta humo. En cuatro meses han disputado la Champions, la Liga, la Copa... Y a razón de 11 kilómetros de media estimada que recorre un jugador en cada encuentro (entre caminar, esprintar y regatear), no hay cuerpo que resista. Así, muchos han acabado la temporada «tocados». Pese a ello, han sido convocados y se están exprimiendo al máximo en el Mundial.

Un calendario demasiado apretado, según la comunidad médica, que sin duda hará pasar por quirófano a unos, y someterse a intensas rehabilitaciones a otros.

Decidir si un jugador está o no en condiciones de competir es, según explica Juan José González Iturri, presidente de la Confederación Iberoamericana de Medicina Deportiva (Cimed), «un tema bastante controvertido, porque ¿quién decide, el entrenador o el médico? Un ejemplo es el de Diego Costa. Fue lamentable que saliera al terreno de juego, porque los milagros no existen. Entiendo que hay momentos especiales en los que quieren jugar, pero está mal hecho, porque la lesión requiere tiempo. Los calendarios no están bien confeccionados desde el punto de vista médico, hay muy poco tiempo entre la temporada de fútbol y el Mundial. Apenas dos semanas».

Algo que corrobora Fernando Baró Pazos, presidente de la Sociedad Española de Traumatología del Deporte (Setrade) y miembro de la Clínica Traumat . «El cuerpo humano es una máquina casi perfecta que ya tiene diseñados sus propios procesos y ritmos de recuperación. Los profesionales médicos siempre intentamos exprimir al máximo la capacidad de recuperación, pero es cierto que en el deporte últimamente se están sobrepasando los límites de lo que sería "bueno para la salud". Evidentemente éste no debe ser el camino, pero también es cierto que los médicos no siempre tenemos la última palabra y en el deporte de alto nivel, por desgracia para nosotros y para los deportistas, la salud del deportista no siempre es lo primero».

Graves

Las lesiones más comunes en el fútbol «son los esguinces, torceduras y contusiones en las extremidades inferiores. Entre las más graves destaca la rotura de ligamentos, como los cruzados en la rodilla. Los porteros con frecuencia sufren lesiones en los dedos incluyendo dislocaciones de las articulaciones de las falanges», explica Theodore Shybut, cirujano ortopédico y experto en Medicina del Deporte del Baylor College of Medicine de Houston (Estados Unidos).

Por su parte, González Iturri destaca que «predominan los problemas musculares y articulares. La mayoría se producen por una sobrecarga».

Según el estudio «Incidencia lesional en el fútbol profesional español a lo largo de una temporada», en el que participaron equipos pertenecientes a la primera y segunda división española, las roturas musculares son las que provocan periodos de baja más altos (unos 267 días por equipo y temporada), seguidas de las lesiones ligamentosas (182 días).

Pero más allá de los problemas «clásicos», un enfoque reciente en la medicina deportiva «son las lesiones y conmociones cerebrales, un tipo de daño que no estaba lo suficientemente reconocido en el pasado», añade Shybut.

Tratamientos

A la hora de poner la máquina a punto para poder entrar al terreno de juego, muchas veces hay que tirar de «parches» que, si bien no curan la dolencia, al menos les permiten disputar el encuentro. «En la mayoría de los casos usamos medicación analgésica o anestésica, ya sea general o a nivel local, para mitigar el dolor y que el jugador pueda rendir sin preocuparse por su lesión», dice Baró Pazos. «El hielo y la estimulación eléctrica también se aplican habitualmente. Y en ocasiones los entrenadores utilizan un aerosol de cloroetano (cloruro de etilo) en contusiones graves, que proporciona un efecto de enfriamiento para ayudar a adormecer la lesión y así poder volver de nuevo al campo», añade Shybut.

Otra opción es infiltrar. Sin embargo, González Iturri especifica que «se pueden aplicar para lesiones articulares, pero no musculares. Si contienen anestesia, lo que hace es dormir la zona, por lo que si le infiltran y sale a jugar, será un desastre. Si se trata de una condropatía, por ejemplo, se puede infiltrar para que tenga menos dolor». El presidente de la Sociedad Española de Traumatología del Deportes matiza que depende de la medicación que se emplee, «puesto que la infiltración es el sistema que usamos para llevar el medicamento al lugar que deseamos. Normalmente se aplican anestésicos o antiinflamatorios, pero también se puede emplear medicación biorreguladora, medicación condroprotectora. «También hay tratamientos biológicos que pueden favorecer la curación, como son las inyecciones de plasma rico en plaquetas que ayudan a que el jugador esté antes de vuelta», dice Shybut.

Recuperación

Pero, ¿por qué a nuestros ojos parecen recuperarse mucho más rápido que el común de los mortales? Shybut argumenta que «una de las razones es que su rehabilitación se lleva a cabo a tiempo completo, y la misma dedicación que les hace más rápidos en el terreno de juego y mejora sus pases también les ayuda a recuperarse antes». «La diferencia es que el deportista de élite ese mismo día ya está siendo tratado mañana y tarde. Tienen una dedicación plena», dice González Iturri.

Otra razón es que «las personas que son propensas a las lesiones no llegan a un alto nivel de competición, ya que no soportan las exigencias del juego. Sólo aquellos cuyas articulaciones pueden aguantar el estrés son capaces de entrenar lo suficientemente duro para llegar a la élite», continúa Shybut.

«A la larga»

Puede que en un primer momento, el jugador esté listo para enfrentarse al rival. Pero a medio o largo plazo, las consecuencias aparecen. «La decisión de utilizar un "parche" para una competición importante siempre es más complicada de lo que parece. Hay que valorar mucho los pros y contras de "forzar" y mirar siempre un poco más allá de la próxima competición, por importante que sea. Un deportista nunca va a mirar más allá del próximo partido o el próximo Mundial, y un mánager, un club o un entrenador tampoco... Somos los médicos los que debemos velar por la salud del deportista y ver las cosas con perspectiva, valorando los riesgos y posibles consecuencias a medio y largo plazo».

Porque cada lesión es un mundo, «pero en general, tapar el dolor sólo facilita el rendimiento temporalmente, pero puede alargar el proceso de recuperación. No es lo mismo forzar para un deportista de 18 años, con toda su carrera deportiva por delante, que para uno de 36 años, ya en el ocaso de su carrera», dice Baró Pazos, quien concluye que «no obstante, «he tenido muchos casos que me han sorprendido, porque aunque los deportistas no están "hechos de otra pasta", si que en ocasiones tienen una capacidad de sufrimiento muy por encima de la media, y casi siempre en un entorno de atención sanitaria también superior (atención inmediata y tratamiento multidisciplinar).

No hay comentarios:

Publicar un comentario