A
estas alturas del año, el cuentakilómetros de los futbolistas suelta humo. En
cuatro meses han disputado la Champions, la Liga, la Copa... Y a razón de 11
kilómetros de media estimada que recorre un jugador en cada encuentro (entre
caminar, esprintar y regatear), no hay cuerpo que resista. Así, muchos han
acabado la temporada «tocados». Pese a ello, han sido convocados y se están
exprimiendo al máximo en el Mundial.
Un
calendario demasiado apretado, según la comunidad médica, que sin duda hará
pasar por quirófano a unos, y someterse a intensas rehabilitaciones a otros.
Decidir
si un jugador está o no en condiciones de competir es, según explica Juan José
González Iturri, presidente de la Confederación Iberoamericana de Medicina
Deportiva (Cimed), «un tema bastante controvertido, porque ¿quién decide, el
entrenador o el médico? Un ejemplo es el de Diego Costa. Fue lamentable que
saliera al terreno de juego, porque los milagros no existen. Entiendo que hay
momentos especiales en los que quieren jugar, pero está mal hecho, porque la
lesión requiere tiempo. Los calendarios no están bien confeccionados desde el
punto de vista médico, hay muy poco tiempo entre la temporada de fútbol y el
Mundial. Apenas dos semanas».
Algo
que corrobora Fernando Baró Pazos, presidente de la Sociedad Española de
Traumatología del Deporte (Setrade) y miembro de la Clínica Traumat . «El
cuerpo humano es una máquina casi perfecta que ya tiene diseñados sus propios
procesos y ritmos de recuperación. Los profesionales médicos siempre intentamos
exprimir al máximo la capacidad de recuperación, pero es cierto que en el deporte
últimamente se están sobrepasando los límites de lo que sería "bueno para
la salud". Evidentemente éste no debe ser el camino, pero también es
cierto que los médicos no siempre tenemos la última palabra y en el deporte de
alto nivel, por desgracia para nosotros y para los deportistas, la salud del
deportista no siempre es lo primero».
Graves
Las
lesiones más comunes en el fútbol «son los esguinces, torceduras y contusiones
en las extremidades inferiores. Entre las más graves destaca la rotura de
ligamentos, como los cruzados en la rodilla. Los porteros con frecuencia sufren
lesiones en los dedos incluyendo dislocaciones de las articulaciones de las
falanges», explica Theodore Shybut, cirujano ortopédico y experto en Medicina
del Deporte del Baylor College of Medicine de Houston (Estados Unidos).
Por
su parte, González Iturri destaca que «predominan los problemas musculares y
articulares. La mayoría se producen por una sobrecarga».
Según
el estudio «Incidencia lesional en el fútbol profesional español a lo largo de
una temporada», en el que participaron equipos pertenecientes a la primera y
segunda división española, las roturas musculares son las que provocan periodos
de baja más altos (unos 267 días por equipo y temporada), seguidas de las
lesiones ligamentosas (182 días).
Pero
más allá de los problemas «clásicos», un enfoque reciente en la medicina
deportiva «son las lesiones y conmociones cerebrales, un tipo de daño que no
estaba lo suficientemente reconocido en el pasado», añade Shybut.
Tratamientos
A
la hora de poner la máquina a punto para poder entrar al terreno de juego,
muchas veces hay que tirar de «parches» que, si bien no curan la dolencia, al
menos les permiten disputar el encuentro. «En la mayoría de los casos usamos
medicación analgésica o anestésica, ya sea general o a nivel local, para
mitigar el dolor y que el jugador pueda rendir sin preocuparse por su lesión»,
dice Baró Pazos. «El hielo y la estimulación eléctrica también se aplican
habitualmente. Y en ocasiones los entrenadores utilizan un aerosol de
cloroetano (cloruro de etilo) en contusiones graves, que proporciona un efecto
de enfriamiento para ayudar a adormecer la lesión y así poder volver de nuevo
al campo», añade Shybut.
Otra
opción es infiltrar. Sin embargo, González Iturri especifica que «se pueden
aplicar para lesiones articulares, pero no musculares. Si contienen anestesia,
lo que hace es dormir la zona, por lo que si le infiltran y sale a jugar, será
un desastre. Si se trata de una condropatía, por ejemplo, se puede infiltrar para
que tenga menos dolor». El presidente de la Sociedad Española de Traumatología
del Deportes matiza que depende de la medicación que se emplee, «puesto que la
infiltración es el sistema que usamos para llevar el medicamento al lugar que
deseamos. Normalmente se aplican anestésicos o antiinflamatorios, pero también
se puede emplear medicación biorreguladora, medicación condroprotectora. «También
hay tratamientos biológicos que pueden favorecer la curación, como son las
inyecciones de plasma rico en plaquetas que ayudan a que el jugador esté antes
de vuelta», dice Shybut.
Recuperación
Pero,
¿por qué a nuestros ojos parecen recuperarse mucho más rápido que el común de
los mortales? Shybut argumenta que «una de las razones es que su rehabilitación
se lleva a cabo a tiempo completo, y la misma dedicación que les hace más rápidos
en el terreno de juego y mejora sus pases también les ayuda a recuperarse antes».
«La diferencia es que el deportista de élite ese mismo día ya está siendo
tratado mañana y tarde. Tienen una dedicación plena», dice González Iturri.
Otra
razón es que «las personas que son propensas a las lesiones no llegan a un alto
nivel de competición, ya que no soportan las exigencias del juego. Sólo
aquellos cuyas articulaciones pueden aguantar el estrés son capaces de entrenar
lo suficientemente duro para llegar a la élite», continúa Shybut.
«A
la larga»
Puede
que en un primer momento, el jugador esté listo para enfrentarse al rival. Pero
a medio o largo plazo, las consecuencias aparecen. «La decisión de utilizar un
"parche" para una competición importante siempre es más complicada de
lo que parece. Hay que valorar mucho los pros y contras de "forzar" y
mirar siempre un poco más allá de la próxima competición, por importante que
sea. Un deportista nunca va a mirar más allá del próximo partido o el próximo
Mundial, y un mánager, un club o un entrenador tampoco... Somos los médicos los
que debemos velar por la salud del deportista y ver las cosas con perspectiva,
valorando los riesgos y posibles consecuencias a medio y largo plazo».
Porque
cada lesión es un mundo, «pero en general, tapar el dolor sólo facilita el
rendimiento temporalmente, pero puede alargar el proceso de recuperación. No es
lo mismo forzar para un deportista de 18 años, con toda su carrera deportiva
por delante, que para uno de 36 años, ya en el ocaso de su carrera», dice Baró
Pazos, quien concluye que «no obstante, «he tenido muchos casos que me han
sorprendido, porque aunque los deportistas no están "hechos de otra
pasta", si que en ocasiones tienen una capacidad de sufrimiento muy por
encima de la media, y casi siempre en un entorno de atención sanitaria también
superior (atención inmediata y tratamiento multidisciplinar).
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