Arañas,
escorpiones, serpientes o insectos. Muchos de estos animales venosos podrían
convertirse en una «fuente inagotable» de medicamentos en el futuro para tratar
enfermedades como el cáncer, las enfermedades cardiovasculares o
neurodegenerativas. Este es el reto del Proyecto Venomics, un consorcio de ocho
universidades y empresas punteras de cinco países europeos (Bélgica, Dinamarca,
Francia, Portugal y España) que colaboran en esta innovadora iniciativa para
identificar y desarrollar nuevos medicamentos a partir de sustancias ponzoñosas
presentes en animales. Se están investigando además organismos venenosos hasta
hoy no caracterizados gracias a la aportación de nuevas tecnologías de
secuenciación.
El
equipo de científicos, en el que participa la empresa española Sistemas Genómicos,
ha viajado a distintas zonas del mundo –especialmente en la Guayana Francesa–
para recoger las muestras, muchas de ellas nunca antes analizadas ni
caracterizadas. Se estima que hay más de 170.000 animales venenosos y unos 40
millones de proteínas de tóxicos, algunas de las cuales podrían servir para
crear nuevos medicamentos. De momento, explica a ABC Rebeca Miñambres, de
Sistemas Genómicos, es una «prueba de concepto», pero esperamos que haya
resultados.
Desarrollar
fármacos de forma más rápida
El
proyecto incorpora una innovadora metodología, el transcriptoma de novo, que
permite obtener la identidad y la expresión de las toxinas sin necesidad de
tener un conocimiento previo sobre el organismo estudiado. Esta tecnología
permitirá desarrollar los fármacos de forma más rápida y con menor coste para
tratar dolencias como las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, la diabetes
o tratamientos contra el dolor. Según Miñanbres con este proyecto de colaboración
europea se reduce «el periodo de descubrimiento de moléculas». Así, señala, «se
puede pasar de los 10 o 15 años que se tarda con los sistemas actuales a 3 años
con Venomics». De momento, ya se han identificado 200 moléculas.
Los
ocho socios del proyecto son VenomeTech, CEA Saclay, Vitamib y Université de la
Méditerranée (Francia); Université de Liège (Bélgica), Sistemas Genomicos (España),
NZYTech (Portugal) y Zealand Pharma (Dinamarca). La empresa española Sistemas
Genómicos aporta al proyecto la utilización de las últimas tecnologías en
secuenciación masiva y la aplicación de nuevos protocolos de low input para
secuenciar con una mínima cantidad de material biológico de partida. El plan
está financiado con fondos europeos y cuenta con un presupuesto de 9,1 millones
de euros, de los cuales 6 son financiados a través del Séptimo Programa Marco.
Complejos
«cócteles»
Hay
comunidades que desde hace tiempo conviven con estos animales venenosos, como
en China, Brasil o Australia. Los venenos, dice Nicolas Gilles, uno de los
coordinadores del proyecto, se han estudiado para comprender sus efectos tóxicos,
pero se han investigado poco sus efectos beneficiosos. De hecho solo hay seis fármacos
derivados de toxinas en el mercado, indicados para hacer frente al dolor crónico
y la coagulación sanguínea. Además, como señala Frèderic Ducancel, no se trata
de «un único veneno». Explica que los venenos de los animales son complejos «cócteles»
que contienen varios cientos de componentes -proteínas, péptidos, etc.- y que
interaccionan con el organismo y cuyos efectos se reflejan en la inmunidad, el
sistema nervioso, central, los músculos o el flujo sanguíneo.
De
momento este «novedoso sistema de búsqueda de herramientas» permitirá la
identificación de moléculas desconocidas que no se habían explorado hasta
ahora. Estamos, dice Miñambres, «a mitad de camino», pero ya hemos demostrado
que «es posible». Ahora, añade por su parte Gilles, hay que «identificar dianas
terapéuticas para esos venenos» y aquí es donde se trabaja con la industria
farmacéutica. «Lo que debemos ahora es identificar cuáles son sus dianas: cáncer,
cardiología, enfermedades metabólicas... Todavía no hemos llegado a la
experimentación animal. Tenemos seis candidatos y estamos empezando a trabajar
con la industria. Es un gran paso», concluye la investigadora.
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