El
entrenamiento con videojuegos disminuye la distracción producida por estímulos
del ambiente, lo que permite una mejor atención en personas de edad avanzada.
Es la principal conclusión de una investigación dirigida por la Universidad
Nacional de Educación a Distancia. El siguiente paso es averiguar si estos
beneficios se mantienen en el tiempo y si se pueden extrapolar a las tareas de
la vida diaria.
El
envejecimiento supone el deterioro de algunas funciones cognitivas como la
memoria, la velocidad a la hora de procesar la información o la atención.
Investigadoras de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) han
dirigido un estudio donde analizan de qué forma influye el entrenamiento con
videojuegos en la atención y distracción de un grupo de personas mayores.
"Estos
juegos electrónicos parecen favorecer que las personas de edad avanzada se
centren en una tarea relevante e ignoren aquellos estímulos que no están
relacionados con la tarea que están realizando en ese momento", afirma
Soledad Ballesteros, investigadora principal del grupo de investigación SAND de
la UNED y coautora del artículo, publicado en la revista PLoS ONE.
Para
llegar a esta conclusión, el equipo –del que forma parte también la Universidad
de Islas Baleares– utilizó varios videojuegos de la plataforma Lumosity en un
grupo de 15 personas mayores, frente a 12 que no se entrenaron con él. Todos
tenían edades comprendidas entre los 57 y 77 años y mostraron un envejecimiento
normal.
Los
juegos electrónicos seleccionados estimulaban el entrenamiento cerebral. La
preparación consititía en un programa de 20 sesiones de una hora de duración,
distribuidas a lo largo de doce semanas. Las personas que no practicaron con
los videojuegos, en su lugar, mantuvieron reuniones informales en las que
hablaban sobre diferentes cuestiones.
Menos
distracciones
Tras
el período de entrenamiento, ambos grupos completaron la misma prueba. Cada
participante tenía que responder lo más rápidamente posible si el dígito (del 1
al 8) presentado en la pantalla del ordenador muy brevemente (200 milisegundos)
era par o impar, presionando lo antes posible una u otra tecla del ordenador.
Justo antes de la aparición de los dígitos, la persona tenía que ignorar una
serie de sonidos que se presentaban a través de unos auriculares.
Los
estímulos auditivos podían ser de dos tipos: un sonido que se presentaba
frecuentemente, similar a unbeep, y distintos sonidos ambientales (como el
ruido de un martillo, de un taladrador, de la lluvia o de una puerta al
cerrarse) que sonaban muy de vez en cuando.
"La
aparición de estos sonidos novedosos permitió analizar la capacidad que tiene
la persona para ignorar estimulación irrelevante que aparece de forma
inesperada, en comparación con estimulación que surge de forma más frecuente, a
la que nos habituamos", explica Julia Mayas, investigadora del mismo
equipo de la UNED y coautora del estudio.
En
función de la velocidad a la que los participantes pulsaban las teclas para clasificar
los dígitos como pares o impares, ante la presencia tanto de un estímulo
habitual como de un estímulo novedoso, o sin estímulo auditivo previo, los
expertos midieron la capacidad de alerta de los sonidos.
Aquellas
personas entrenadas con el videojuego se centraron mejor en los estímulos
visuales que tenían que clasificar, en comparación con los participantes que no
practicaron con ellos, al centrar su atención en la información relevante.
Asimismo, redujeron la distracción producida por los sonidos irrelevantes,
demostrando una mayor capacidad ignorar la estimulación accesoria.
Además,
los mayores entrenados con los juegos electrónicos utilizaron la señal auditiva
como alerta para prepararse para la acción de responder ante el estímulo
relevante. "En definitiva, las personas entrenadas con videojuegos
mejoraron en la alerta y redujeron la distracción producida por los sonidos
novedosos, distrayéndose menos y respondiendo más rápido a los estímulos
importantes", resume Mayas.
Un
posible papel protector
Utilizar
juegos electrónicos de este tipo podría suponer un factor protector contra los
efectos del envejecimiento, explican los autores en el estudio. En cualquier
caso, matizan que no se puede afirmar que favorezca la neuroplasticidad
cerebral –la capacidad del cerebro para formar y fortalecer conexiones
neuronales– puesto que para eso harían falta nuevas investigaciones con pruebas
de neuroimagen que lo demostraran.
"Lo
que sí podemos afirmar es que el entrenamiento con el videojuego ha modificado
de alguna manera la atención de los participantes", subraya Ballesteros.
El siguiente paso ahora es explorar qué ocurre después de finalizar
entrenamiento, para saber si los beneficios se mantienen en el tiempo, y
averiguar si estos se extienden a las tareas cotidianas de la vida.
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