Cuchillos,
tarros de cristal, aceite hirviendo, cosas que manchan... De entrada, meter a
los niños en la cocina suena arriesgado. Sin embargo, familiarizar a los
pequeños con los pucheros desde bien temprano puede tener grandes beneficios
para el resto de su vida, y no sólo porque puedan llegar a ser un Ferrán Adriá.
Un
pequeño estudio que se ha dado a conocer esta semana en la reunión anual de la
Sociedad para el Estudio de la Ingesta (SSIB) -una de las más importantes sobre
los hábitos y comportamientos a la mesa-, acaba de demostrarlo una vez más.
Según un grupo de científicos del departamento de Ciencias Nutricionales de la
Universidad Estatal de Pensilvania (EEUU), los niños que ven a sus padres
cocinar durante más tiempo en casa toman decisiones más saludables a la hora de
escoger sus propios alimentos -incluso aunque se encuentren solos, sin la
supervisión de sus progenitores-.
En
total, los especialistas encabezados por Catherine Shehan, analizaron el
comportamiento de 61 niños de entre cuatro y seis años, que visitaron una
especie de laboratorio de los alimentos. Allí, los niños podían elegir para
comer entre una amplia variedad de productos, desde nuggets de pollo o galletas
de chocolate a brécol y otras frutas o verduras, sin la interferencia de ningún
adulto, y comiendo tanto (o tan poco) de cada cosa como desearan.
Mientras
tanto, en la habitación de al lado, sus padres rellenaban un cuestionario sobre
diversas cuestiones nutricionales, incluido el tiempo que dedicaban a cocinar
en casa o el estatus socioeconómico de la familia.
Cuando
analizaron la elección del menú de cada uno de los 61 pequeños, los
investigadores observaron que aquéllos cuyas familias dedicaban más tiempo a la
cocina en casa (hasta 16 horas a la semana, frente a los que apenas dedicaban
60 minutos), eran precisamente los que habían escogido comidas menos calóricas,
independientemente del nivel socioeconómico de la familia.
Como
explica Shehan a EL MUNDO, nuestras preferencias por la comida se desarrollan
en los primeros años de la vida, "por lo que ofrecer a nuestros hijos
alternativas saludables desde la infancia puede ayudarles a tener una vida más
sana en su edad adulta". Además, recuerda, hay numerosos estudios que
demuestran que hacer las comidas en familia se asocia con una mejor
alimentación en niños y adolescentes, "además, por ejemplo, el modo en el
que se cocinan las verduras puede influir en cuánto les gustan a los
niños".
Sin
miedo a la cocina
Meterles
en la cocina desde que son pequeños es una buena opción para que se
familiaricen con todo tipo de alimentos, como coincide el cocinero Pepe
Rodríguez, jurado en el televisivo Master Chef, incluida su versión junior.
"Es importante quitarse el miedo [a que los niños entren en la cocina].
Claro que se pueden quemar, igual que se pueden caer de la bicicleta, pero lo
importante es enseñarles".
Rodríguez,
una de las caras más populares de Master chef -que precisamente ahora inicia el
cásting para su segunda edición del concurso de cocina con niños-, tiene además
tres hijos pequeños y reconoce que "si les metes en la cocina, les dejas
picar, trocear, tocar, que se familiaricen con los olores... es mucho más
probable que prueben alimentos que antes no hubiesen comido. Y si encima lo han
cocinado ellos, entonces seguro que acaban comiéndoselo".
Una
idea que comparte el doctor Valentín Fuster, director del Centro Nacional de
Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y personalmente implicado en este tema
desde hace años. "La promoción de la salud cardiovascular debe empezar a
una edad temprana y debe ser integrada en todos los aspectos de la vida de un
niño-familiar, escolar y de salud-", explica a EL MUNDO por correo
electrónico.
El
televisivo chef reconoce que la cocina ha perdido el protagonismo que tenía en
el hogar "hace 50-60 años, cuando era el centro, el lugar de encuentro de
la familia". Ahora, "apenas se pasa tiempo ahí, apenas representa el
5% del espacio en las casas modernas. Allí se calienta la comida y se lleva a
comer al salón". Por eso apuesta por quitarse ese miedo a que la cocina
puede ser un lugar peligroso para los niños.
Obesidad
infantil
De
hecho, los expertos llevan tiempo alertando de que esa huida de la cocina
tradicional en nuestro país está detrás del preocupante aumento de las tasas de
obesidad infantil en España, el país europeo con mayor índice de menores con
sobrepeso. Según los últimos datos difundidos por la Fundación Thao en el año
2013, uno de cada cinco niños españoles entre tres y 12 años (el 21,2%,
concretamente) tiene problemas con la báscula y un 7,1% tiene obesidad.
Otra
etapa de la vida en la que la relación con la comida es clave es la
adolescencia, como saben bien en la Fundación Alicia. Esta institución privada
dedicada a promover hábitos saludables, ha realizado durante dos años un
programa piloto con unos 2.500 chicos de 14 y 15 años de 100 clases de 3º de
ESO de toda España. Como explica a este periódico su responsable del
departamento de Salud y Hábitos Alimentarios, la doctora Elena Roura, es a esa
edad cuando "los chicos empiezan a ser más independientes, a tomar sus
propias decisiones en torno a la comida, salen a comer fuera con los amigos...
y por eso, aunque existían otros programas destinados a Primaria, decidimos
darles a ellos la pelota".
En
este tiempo -y con financiación de la Fundación Mondelez- han trabajado con
intervenciones en el aula (e incluso en la cocina de la escuela cuando era
posible), y con un fuerte componente en las redes sociales (por ejemplo, para
que los chicos publicasen sus fotos de recetas tradicionales y pudiesen darle
al me gusta, como si estuviesen en Instagram). Los resultados de este programa
TAS (Tú y Alicia por la Salud http://www.programatas.com/), que están ahora
preparándose para ser publicados en una revista científica, demuestran que la
intervención con los adolescentes permitió mejorar el consumo de frutas, verduras,
legumbres y pescado, al tiempo que los chicos reducían su ingesta de refrescos
y snacks y aumentaban sus niveles de actividad física.
También
el programa SÍ! del CNIC, llevado a cabo en más de 100 colegios españoles, ha
demostrado que es posible mejorar los hábitos saludables de los niños con una
intervención muy sencilla. Como destaca el doctor Fuster "la alimentación
es uno de los pilares básicos de este programa y por supuesto animamos a las
familias a elegir alimentos saludables y a disfrutar juntos de su
preparación". "Está demostrado que la gente que cocina come mejor, y
los niños y adolescentes que ayudan en la cocina no tienen inconveniente en
probar de todo", añade Roura para concluir.
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