La
infancia en los seres humanos dura mucho tiempo y en ella los niños crecen
lentamente porque su cerebro utiliza el doble de glucosa, la energía que lo
alimenta, que el de un adulto maduro, según muestra un nuevo estudio dirigido
por antropólogos de la Universidad Northwestern, en Evanston, Illinois, Estados
Unidos, cuyos resultados se publican en 'Proceedings of the National Academy of
Sciences' (PNAS).
Esta
investigación ayuda a resolver el antiguo misterio de por qué los niños humanos
crecen tan lentamente en comparación con sus parientes animales más cercanos,
al demostrar que la energía canalizada por el cerebro domina el metabolismo del
cuerpo humano en esta etapa temprana de la vida y puede ser la razón por la que
los humanos crecen a un ritmo más propio de un reptil que de un mamífero durante
la infancia.
"Nuestros
hallazgos sugieren que nuestro cuerpo no puede permitirse el lujo de crecer más
rápido durante los años de la infancia porque se requiere una enorme cantidad
de recursos para alimentar el cerebro humano en desarrollo", afirma el
primer autor del estudio, Christopher Kuzawa, profesor de Antropología en el
Colegio Weinberg de Artes y Ciencias de Northwestern. "Como seres humanos,
tenemos mucho que aprender y el aprendizaje requiere de un cerebro complejo y
hambriento de energía", añade.
El
estudio es el primero en poner en común datos existentes de exploración
cerebral mediante tomografía por emisión de positrones (PET) y resonancia
magnética, que miden la absorción de glucosa y el volumen del cerebro,
respectivamente, para demostrar que las edades en las que el cerebro engulle la
mayor cantidad de recursos también son los años en los que el crecimiento del
cuerpo es más lento.
CONSUMO
DEL 66 POR CIENTO DE LOS RECURSOS DEL CUERPO
A
los 4 años de edad, cuando esta "fuga de cerebros" está en su apogeo
y el crecimiento corporal disminuye al mínimo, el cerebro quema los recursos a
una tasa equivalente al 66 por ciento de lo que utiliza todo el cuerpo en
reposo. Los resultados apoyan la hipótesis de que los niños crecen tan
lentamente y durante tanto tiempo porque el cuerpo humano necesita desviar una
gran parte de sus recursos al cerebro durante la infancia, dejando poco al
crecimiento corporal.
"Después
de cierta edad, es difícil adivinar los años que tiene un niño pequeño por su
tamaño", pone como ejemplo Kuzawa. "Para ello, es necesario escuchar
su voz y ver su comportamiento", añade el también miembro del Instituto
para la Política de Investigación en Northwestern.
Anteriormente,
se creía que la carga más elevada de los recursos del cerebro era superior en
el nacimiento, cuando mayor es el tamaño del cerebro en relación al cuerpo,
pero estos expertos encontraron que el cerebro agota su uso de la glucosa a los
5 años. A los 4 años, el cerebro consume glucosa a un ritmo comparable al 66
por ciento de la tasa del cuerpo en reposo metabólico (o más del 40 por ciento
del gasto total de energía del cuerpo).
"El
pico a mediados de la niñez en los gastos del cerebro tiene que ver con el
hecho de que las sinapsis, las conexiones en el cerebro, se agotan a esta edad,
cuando aprendemos muchas de las cosas que necesitamos saber para convertirnos
en seres humanos con éxito", apunta Kuzawa.
"En
su mejor momento en la infancia, el cerebro quema dos tercios de las calorías
de todo el cuerpo en reposo, mucho más que otras especies de primates --señala
William Leonard, coautor del estudio--. Para compensar estas grandes demandas
de energía de nuestros cerebros, los niños crecen más lentamente y son menos
activos físicamente durante este rango de edad. Nuestros hallazgos sugieren que
los humanos evolucionaron hacia un crecimiento lento en esta etapa para dejar
combustible para los cerebros".
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