Una
dieta basada en verduras, frutas, cereales y legumbres reduce la presión
arterial y las posibilidades de una muerte prematura por enfermedades
cardiovasculares y previene la diabetes. Además, las verduras son protectoras
frente algunos tipos de cáncer como los de pulmón, estómago y boca.
Hay
diferentes dietas basadas en el consumo de verduras y cereales, desde el
vegano, persona que basa su dieta en productos obtenidos la tierra, hasta
aquellos que incorporan leche y huevos en su dieta diaria; hay incluso
vegetarianos que admiten el consumo de pescado y otros denominados
flexivegetarianos, que consumen ocasionalmente carnes blancas.
"Es
muy flexible, cada uno lo entiende a su manera", asegura el delegado en
Sevilla de la Asociación Vegetariana Española (AVE) y doctor en Psicología
Social, el gaditano Francisco Ruiz Domínguez.
Los
motivos para adoptar una dieta vegetariana son diversos, desde la sensibilidad
con los animales a los beneficios para la salud o la conciencia ecológica, ya
que relacionan la ganadería extensiva con la destrucción del medio ambiente y
el aumento del CO2 y el metano.
En
2012 la revista científica Archives of Internal Medicine publicó un estudio
realizado a 120.000 personas durante 28 años que asoció el consumo de carne con
el incremento de la mortalidad prematura por cáncer y enfermedades
cardiovasculares.
Según
la Universidad de Harvard, aunque ya existían estudios previos que habían
identificado la relación entre el consumo de carne y la diabetes, la enfermedad
coronaria y ciertos cánceres, lo sorprendente es la magnitud, porque incluso
"una pequeña cantidad de carne está asociada con un aumento significativo
del riesgo a morir".
Para
Francisco Ruiz, que sigue una dieta vegetariana ovoláctea, "es importante
que se abandone el discurso del déficit alimenticio, ya que hay muchas
instituciones internacionales que indican que trae muchos beneficios para la
salud".
No
obstante, reconoce que no es la "panacea", porque en algunas
ocasiones se puede necesitar vitamina B12, obtenida de las proteínas de la
carne, yodo o potasio, un déficit que el psicólogo compara con el que muchas
personas omnívoras tiene de hierro o ácido fólico.
Si
bien es cierto que una dieta que incluya huevos y leche debe satisfacer todas
las vitaminas, la planificación de los alimentos durante la transición de una
dieta tradicional a una vegetariana es esencial para cumplir con la pirámide
alimenticia.
El
consumo de legumbres y productos integrales como el arroz y el trigo son
primordiales. Según la Comisión Europea, las legumbres se consideran un tesoro
por las proteínas que aportan y son comparables con las de la carne.
Ruiz
añade que la planificación de un patrón alimenticio es ideal para la creación
de una rutina alimenticia sana y completa y que un cambio progresivo hacia la
dieta vegetariana evita posibles cambios bruscos en el metabolismo.
Según
un estudio de la Universidad de Oxford de 2002, la población que sigue una
dieta vegetariana tiene un riesgo inferior a la morbimortalidad (muerte causada
por enfermedades).
Además,
alimentos cotidianos en la dieta vegetariana como la fibra soluble, los frutos
secos, los esteroles vegetales (legumbres, las semillas, los cereales
integrales), la soja, los flavonoides y otros fitoquímicos reducen la
posibilidades de enfermedades cardiovasculares.
El
consumo de fruta y verdura, de 5 a 10 pieza diarias, reduce la presión
arterial, y un estudio realizado en 2010 revela que existen beneficios
preventivos para las personas con riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 con la
ingesta de verduras, cereales integrales, legumbres y frutos secos.
Según
el World Cancer Research Fund, las frutas y verduras son protectoras frente al
cáncer de pulmón, boca, esófago y estómago ya que contienen una compleja mezcla
de fitoquímicos con una potente actividad de antioxidante, antiproliferativa.
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