miércoles, 6 de agosto de 2014

¿Está España preparada para atender a una persona con ébola?



La voluntad de Miguel Pajares, sacerdote de 75 años infectado por el virus del ébola, de regresar a España, parece que finalmente va a cumplirse. A última hora del martes, se confirmaba que España iba a poner en marcha el protocolo de repatriación.

Pero, ¿está nuestro país preparado para atender a una persona con ébola y evitar los riesgos de un contagio a otras personas? Fuentes del Ministerio de Sanidad insisten en que los riesgos de un posible contagio en España son "muy bajos". Sobre el papel los protocolos son una copia de los procedimientos internacionales establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de EEUU. Sin embargo, no está muy claro cuál sería la eficiencia a la hora de llevarlos a cabo en un país casi paralizado en agosto.

Es la primera vez que enfermos de este tipo se trasladan e ingresan en un hospital español. Antes de Miguel sólo ha habido tres casos sospechosos, dos en Canarias y uno en Valencia, que finalmente fueron descartados, tal y como confirma fuentes del Ministerio de Sanidad. Sin embargo, las medidas que se tomaron con ellos deberán ser ahora si no las mismas muy similares con la diferencia de que estas personas, salvo la de Valencia, no llegaron a ingresar en el hospital.

Miguel -y las otras dos religiosas (las hermanas Chantal y Paciencia) si vienen con él a nuestro país- tendrían que ser trasladados del hospital de Monrovia al aeropuerto en una ambulancia especialmente preparada, con la cabina del conductor físicamente separada del área de transporte del paciente, tal y como reza el procedimiento de actuación frente a casos sospechosos de enfermedad por virus de ébola que ha elaborado el Ministerio de Sanidad, según informa Clara Marín.

Los sanitarios que acompañen a estos pacientes, además de estar informados de la infección, deberán ir vestidos con un equipo de protección individual que hace de barrera física y respiratoria. Se trata de una especie de mono o buzo, al que se le ha de sumar una mascarilla con respirador FFP2, cuya eficacia de filtración mínima es del 92%, guantes dobles, bata y calzado impermeables y gafas. Además, estas personas deberían tener una estricta higiene de manos antes y después del contacto con el paciente.

En cuanto al personal de aduana, si no va a mantener un contacto físico con el paciente, no tiene por qué tomar las precauciones anteriormente mencionadas, según explican desde Sanidad.

Una vez que los pacientes aterricen en nuestro país, la unidad de Sanidad exterior presente en el aeropuerto será quien haga la primera evaluación clínica. Son estos médicos los que directamente atenderán en un lugar estipulado del aeropuerto a Miguel y las otras dos religiosas, aunque lo más probable es que la exploración se haga en el interior del avión. Y son estos profesionales los que se comunicarán con el hospital que va a recibir a los pacientes, contándoles su situación y el tratamiento, si es que está recibiendo alguno como suero o antipirético.

Pero lo que todavía es una gran incógnita es el hospital en el que ingresaría Miguel. Según los protocolos, el hospital debe tener una unidad de enfermedades infecciosas de alta seguridad. Ni Sanidad ni Exteriores han adelantado nada hasta el momento.

De hecho, diversas fuentes sindicales han trasladado a EL MUNDO las quejas por la falta de información que vive el personal sanitario de los hospitales donde podría ser trasladado el paciente. Aunque desde la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid insisten en que "no tienen constancia" de que se vaya a trasladar a la capital y remiten al Ministerio de Sanidad, los dos hospitales con más papeletas de recibir al sacerdote español serían La Paz y el Carlos III. Precisamente, sanitarios de este último centro -que vive un proceso de fusión con La Paz que ha llevado al cierre de varios servicios- consideran que el centro aún conserva la capacidad para atender a un paciente con ébola, "porque es un centro pequeño, en el que el personal está mejor preparado, porque han recibido formación y han realizado simulacros de este tipo", señalan desde CSI-F.

En este sentido, desde el sindicato médico AMYTS recuerdan que casos como éste ponen de manifiesto "el error que ha supuesto el desmantelamiento de este hospital"; aunque insisten en que los pacientes llegarán a España con todas las medidas de seguridad que impidan posibles contagios accidentales, "no como podría ocurrir, por ejemplo, si un paciente con ébola llegase a Barajas procedente de un aeropuerto en el que haya hecho escala".

No obstante, según ha podido saber este periódico, ya se están actualizando los protocolos de actuación ante un paciente con ébola en Hospital de La Paz, por lo que finalmente podría ser este el centro donde se hospitalice a los religiosos, que serían ingresados en una habitación individual con presión negativa, para evitar que el virus salga al exterior, y con restricción de acceso a visitas y de personal no esencial. De hecho, se baraja que sólo sea un médico y una enfermera quienes atiendan a cada paciente.

El personal designado deberá tomar las mismas precauciones que el que se ha encargado del traslado del paciente. Las muestras clínicas que se le realicen a Miguel, Chantal y Paciencia se deben procesar en un gabinete de seguridad biológica de clase II utilizando prácticas con nivel de bioseguridad tipo 3. En este tipo de laboratorios tienen que estar identificados en lugares visibles advertencias de peligro biológico, el personal tiene que llevar ropa protectora específica, las muestras tienen que manipularse dentro de una cámara de seguridad biológica y, en ocasiones, los profesionales deberán utilizar un equipo de protección respiratoria.

Finalmente, los procedimientos de desinfección deben realizarse con una dilución de 1:100 de hipoclorito sódico. Aunque existen otras sustancias que se pueden utilizar como el cloro líquido.

En cuanto a las personas que hayan tenido contacto estrecho con el enfermo, es decir, quien haya tocado la ropa de esa persona o haya entrado en contacto con su sangre, orina o secreciones deberán permanecer bajo vigilancia durante 21 días. Además, deberán tomarse cada 12 horas la temperatura para que, si llega a los 38 ºC, puedan avisar a la persona responsable de su seguimiento.

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