La
voluntad de Miguel Pajares, sacerdote de 75 años infectado por el virus del
ébola, de regresar a España, parece que finalmente va a cumplirse. A última
hora del martes, se confirmaba que España iba a poner en marcha el protocolo de
repatriación.
Pero,
¿está nuestro país preparado para atender a una persona con ébola y evitar los
riesgos de un contagio a otras personas? Fuentes del Ministerio de Sanidad
insisten en que los riesgos de un posible contagio en España son "muy
bajos". Sobre el papel los protocolos son una copia de los procedimientos
internacionales establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y
los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de EEUU. Sin embargo, no
está muy claro cuál sería la eficiencia a la hora de llevarlos a cabo en un
país casi paralizado en agosto.
Es
la primera vez que enfermos de este tipo se trasladan e ingresan en un hospital
español. Antes de Miguel sólo ha habido tres casos sospechosos, dos en Canarias
y uno en Valencia, que finalmente fueron descartados, tal y como confirma
fuentes del Ministerio de Sanidad. Sin embargo, las medidas que se tomaron con
ellos deberán ser ahora si no las mismas muy similares con la diferencia de que
estas personas, salvo la de Valencia, no llegaron a ingresar en el hospital.
Miguel
-y las otras dos religiosas (las hermanas Chantal y Paciencia) si vienen con él
a nuestro país- tendrían que ser trasladados del hospital de Monrovia al
aeropuerto en una ambulancia especialmente preparada, con la cabina del
conductor físicamente separada del área de transporte del paciente, tal y como
reza el procedimiento de actuación frente a casos sospechosos de enfermedad por
virus de ébola que ha elaborado el Ministerio de Sanidad, según informa Clara
Marín.
Los
sanitarios que acompañen a estos pacientes, además de estar informados de la
infección, deberán ir vestidos con un equipo de protección individual que hace
de barrera física y respiratoria. Se trata de una especie de mono o buzo, al
que se le ha de sumar una mascarilla con respirador FFP2, cuya eficacia de
filtración mínima es del 92%, guantes dobles, bata y calzado impermeables y
gafas. Además, estas personas deberían tener una estricta higiene de manos
antes y después del contacto con el paciente.
En
cuanto al personal de aduana, si no va a mantener un contacto físico con el
paciente, no tiene por qué tomar las precauciones anteriormente mencionadas,
según explican desde Sanidad.
Una
vez que los pacientes aterricen en nuestro país, la unidad de Sanidad exterior
presente en el aeropuerto será quien haga la primera evaluación clínica. Son
estos médicos los que directamente atenderán en un lugar estipulado del
aeropuerto a Miguel y las otras dos religiosas, aunque lo más probable es que
la exploración se haga en el interior del avión. Y son estos profesionales los
que se comunicarán con el hospital que va a recibir a los pacientes,
contándoles su situación y el tratamiento, si es que está recibiendo alguno
como suero o antipirético.
Pero
lo que todavía es una gran incógnita es el hospital en el que ingresaría
Miguel. Según los protocolos, el hospital debe tener una unidad de enfermedades
infecciosas de alta seguridad. Ni Sanidad ni Exteriores han adelantado nada
hasta el momento.
De
hecho, diversas fuentes sindicales han trasladado a EL MUNDO las quejas por la
falta de información que vive el personal sanitario de los hospitales donde
podría ser trasladado el paciente. Aunque desde la Consejería de Sanidad de la
Comunidad de Madrid insisten en que "no tienen constancia" de que se
vaya a trasladar a la capital y remiten al Ministerio de Sanidad, los dos
hospitales con más papeletas de recibir al sacerdote español serían La Paz y el
Carlos III. Precisamente, sanitarios de este último centro -que vive un proceso
de fusión con La Paz que ha llevado al cierre de varios servicios- consideran
que el centro aún conserva la capacidad para atender a un paciente con ébola,
"porque es un centro pequeño, en el que el personal está mejor preparado,
porque han recibido formación y han realizado simulacros de este tipo",
señalan desde CSI-F.
En
este sentido, desde el sindicato médico AMYTS recuerdan que casos como éste
ponen de manifiesto "el error que ha supuesto el desmantelamiento de este
hospital"; aunque insisten en que los pacientes llegarán a España con
todas las medidas de seguridad que impidan posibles contagios accidentales,
"no como podría ocurrir, por ejemplo, si un paciente con ébola llegase a
Barajas procedente de un aeropuerto en el que haya hecho escala".
No
obstante, según ha podido saber este periódico, ya se están actualizando los
protocolos de actuación ante un paciente con ébola en Hospital de La Paz, por
lo que finalmente podría ser este el centro donde se hospitalice a los
religiosos, que serían ingresados en una habitación individual con presión
negativa, para evitar que el virus salga al exterior, y con restricción de
acceso a visitas y de personal no esencial. De hecho, se baraja que sólo sea un
médico y una enfermera quienes atiendan a cada paciente.
El
personal designado deberá tomar las mismas precauciones que el que se ha
encargado del traslado del paciente. Las muestras clínicas que se le realicen a
Miguel, Chantal y Paciencia se deben procesar en un gabinete de seguridad
biológica de clase II utilizando prácticas con nivel de bioseguridad tipo 3. En
este tipo de laboratorios tienen que estar identificados en lugares visibles
advertencias de peligro biológico, el personal tiene que llevar ropa protectora
específica, las muestras tienen que manipularse dentro de una cámara de
seguridad biológica y, en ocasiones, los profesionales deberán utilizar un
equipo de protección respiratoria.
Finalmente,
los procedimientos de desinfección deben realizarse con una dilución de 1:100
de hipoclorito sódico. Aunque existen otras sustancias que se pueden utilizar
como el cloro líquido.
En
cuanto a las personas que hayan tenido contacto estrecho con el enfermo, es
decir, quien haya tocado la ropa de esa persona o haya entrado en contacto con
su sangre, orina o secreciones deberán permanecer bajo vigilancia durante 21
días. Además, deberán tomarse cada 12 horas la temperatura para que, si llega a
los 38 ºC, puedan avisar a la persona responsable de su seguimiento.
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