Mucho
se ha investigado sobre cómo afectan las drogas y su consumo prolongado a
diferentes facetas de nuestra salud física, mental y cognitiva, pero lo cierto
es que éstas también repercuten en otra área importante de nuestra vida: la
sexual. Y además, en ella, sus secuelas siguen estando presentes incluso años
después de haberlas olvidado para siempre.
Así
lo asegura un estudio publicado recientemente en la revista científica
norteamericana 'Journal of Sexual Medicine' que revela que las drogas empeoran
el funcionamiento sexual de los varones y sus efectos persisten incluso después
de años de abstinencia, hecho que contradice otras investigaciones que
mantenían que, a las tres semanas de abandonar el consumo, el funcionamiento
sexual volvía espontáneamente a su nivel normal.
La
heroína, la más perjudicial
Este
estudio, elaborado por profesores de la Universidad de Granada (España) y Santo
Tomás (Colombia), y con la participación de nueve instituciones de
rehabilitación de drogodependientes (ACLAD, CAD de Arganzuela, CAD San Blas,
Institut de Neuropsiquiatria i Addiccions del Parc de Salut Mar-Hospital del
Mar, Fundación Noray-Proyecto Hombre Alicante, UMAD, Proxecto Home Galicia, Proyecto Hombre
Granada y el "Cortijo Buenos Aires") evaluó el funcionamiento sexual
de 905 varones, de los cuales 550 estaban diagnosticados de dependencia a seis
tipos de consumo preferente: alcohol, cocaína, cocaína y alcohol, heroína,
marihuana y speedball (heroína+cocaína) y resultó ser la heroína la sustancia
que más afectaba a la función sexual.
"La
heroína es la droga que parece verse relacionada con las mayores dificultades
sexuales y el alcohol, la que más afecta a la capacidad eréctil", asegura
a ELMUNDO.es Pablo Vallejo, profesor e investigador en la Universidad Santo
Tomás de Colombia y uno de los autores principales del estudio. En cambio,
mantiene el experto, no pasa con lo mismo con la marihuana. "Socialmente
es una droga mejor considerada y además no tiene tanto impacto social como la
heroína, parece ser la que menos está afectando a distintas áreas del
funcionamiento sexual". Otra de las relevancias importantes es que el
alcohol, en grandes cantidades, es la droga que más repercute en la capacidad
eréctil.
Consecuencias
Pero
la historia del consumo de drogas no es nueva en nuestra sociedad y quizá su
comienzo date de mucho antes de lo que nos imaginamos. Explica el especialista
que los primeros indicios del consumo de drogas como aderezante del sexo se
remontan a la época del antiguo Egipto y del imperio Romano. Lo que ha
cambiado, evidentemente, es el contexto, las sustancias y los lugares para su
consumo porque actualmente las drogas se siguen utilizando "muy
comúnmente" con fines sexuales.
Una
investigación realizada en el año 2010 a más de 300 varones drogodependientes,
por los mismos investigadores de este estudio, mostraba que casi el 70% afirmó
haber consumido alguna vez drogas para mejorar el disfrute de sus relaciones
sexuales y el 80% dijo haberlas tomado para obtener una relación sexual, es
decir, para desinhibirse. En estos casos, la droga más consumida era la cocaína,
seguida del alcohol.
Pero
aún así, con estos datos en la mano y con la infinidad de estudios que han
demostrado las consecuencias de las drogas en las áreas fisiológicas y
psicológicas, éstas también tienen su efecto en las distintas fases de la
función sexual: deseo, placer, excitación y orgasmo. Concretamente, tienen
principalmente un efecto mayor en las fases del placer sexual y el orgasmo.
"No sabemos por qué exactamente en esas, podría tener una explicación
neurológica ya que son las dimensiones más relacionadas con el placer",
explica.
Por
otro lado, según reza el estudio, el placer sexual es el más perjudicado en los
consumidores de 'speedball', seguido de cerca por los consumidores de cocaína.
Por su parte, el orgasmo se ve más afectado por los consumidores de heroína
seguidos -al mismo nivel- por los que prefieren de cocaína, alcohol y
'speedball'.
La
fase del deseo es el área del funcionamiento sexual menos perjudicada, incluso
los consumidores de cocaína tienen un deseo sexual muy elevado en fases agudas
de consumo. Pero "no sabemos si realmente es deseo sexual elevado o deseo
sexual hiperactivo, lo cual no es positivo, matiza. Y finalmente, el alcohol en
grandes cantidades, como hemos nombrado anteriormente, es el que más afecta a
la capacidad eréctil.
En
las mujeres las respuestas "podrían ser similares", asegura. Pero aún
no se han hecho estudios ya que las muestras que sostienen los investigadores
son muy pequeñas. "En España, solo un 10% de las personas que solicita
ayuda a centros de drogodependencias son mujeres".
¿Por
qué perduran sus efectos?
El
experto explica que la principal hipótesis que se baraja en la actualidad es
que existe un daño biológico, que ha afectado al funcionamiento sexual durante
el consumo de drogas y poco después de dejar de consumirlas (hasta dos
semanas). El daño fisiológico desaparecerá pero, por el contrario, el problema
psicológico permanece.
Parece
ser por tanto, que se ha producido un condicionamiento. "Se ha acabado
asociando, durante el periodo de consumo, práctica sexual a problemas
sexuales", asegura. Por ello perdura incluso después de haberlas dejado.
Esto es, acabamos asociando que cada vez que vamos a tener sexo este va a ser
poco placentero, va a salir mal, o lo que sea para cada caso. "Porque así
sucedía durante el consumo de drogas. Y al final, cuando el efecto de las
drogas no está presente, el condicionamiento que se ha producido durante los
años de consumo permanece. De tal forma que, en ausencia del efecto de las
drogas, el sexo sigue siendo un problema. Es un condicionamiento como en el
famoso caso del perro de Paulov".
Pero
a pesar de ello, quiere matizar que esto no sucede así en el 100% de los casos,
que no ocurre con todas las personas que han consumido drogas,
"simplemente esto sucede de forma significativa más en los grupos
consumidores que en los no consumidores".
Implicaciones
del estudio
Vallejo
enumera una serie de implicaciones que puede traer la realización de este
estudio para un futuro, y asimismo de otros que se hagan después. La primera es
que puede tener un papel importante en el tratamiento de pacientes
drogodependientes, ya que puede ser la "excusa" para tratar el
problema del consumo en pacientes que no lo ven como un problema en sí mismo,
pero sí debido a su relación con la pérdida sexual. Así como una motivación
para dejar el consumo. Una vez en consulta, señala, la sensibilización podría
ser mucho más sencilla.
Otra
de las implicaciones influye al papel de las recaídas. Esto es, según explica
el experto, hay que tener en cuenta la adicción como una enfermedad crónica,
donde nunca podríamos descartar una posible recaída. Hay que tener en cuenta
que las personas pasan por fases de "craving" (anhelo) que de alguna
manera les impide recordar las cosas malas de las drogas.
Por
último, otras de las implicaciones serían que podría ser un aspecto positivo
para la prevención, poder jugar un papel relevante en la "victimización
sexual" y además, poder modificar también algunas conductas de riesgo.
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