martes, 26 de febrero de 2013

La dieta mediterránea con aceite de oliva y frutos secos reduce el riesgo cardiovascular



La dieta mediterránea suplementada con aceite de oliva virgen o frutos secos como las nueces, avellanas y almendras, es más eficaz que las dietas bajas en grasas de todo tipo recomendadas para prevenir patologías cardiovasculares. Esta es la principal conclusión del estudio español “Prevención con Dieta Mediterránea”, Predimed, que recoge el “New England Journal of Medicine”, una de las publicaciones más prestigiosas entre los médicos.

El estudio, presentado hoy lunes en el Instituto de Salud Carlos III, con la asistencia de la Secretaria de Estado de Investigación, Carmen Vela, “cambiará la política nutricional a nivel global”, aseguró Felipe Casanueva, director científico del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (Ciberobn). Y es que la dieta que se recomienda para prevenir las complicaciones cardiovasculares aconseja el consumo moderado de grasas de todo tipo, ya sean estas de origen vegetal o animal. Sin embargo, Predimed ha mostrado que unadieta mediterránea en la que se consumen 50 gramos de aceite al día, el equivalente a unas 4 cucharas soperas, o 30 gramos de frutos secos, reduce el riesgo cardiovascular en un 30% en comparación con otra baja en grasa.

Un efecto que no logran alcanzar muchos fármacos utilizados para controlar las patologías cardiovasulares y que fue tan significativo que el ensayo tuvo que concluir antes de su finalización, por entender el comité de seguimiento de datos y seguridad (DSMB) que el grupo control, que no seguía la dieta mediterránea, y a los que expresamente se les desaconsejaba el uso de aceite oliva y frutos secos, estaba en desventaja para su salud, según explicó el doctor Ramón Estruch, del estudio Predimed.

Los resultados sólo han sido estadísticamente significativos de forma aislada en el caso de la prevención del ictus, aunque el doctor Estruch señala que si se hubiera podido seguir el ensayo más allá de cinco años, probablemente también se hubieran observado una diferencia significativa en el caso del infarto de miocardio, que ya se empezaba a apuntar.

Primer estudio clínico

Hasta ahora la información sobre las bondades de la dieta mediterránea procedía de estudios de observación, en los que se seguía a poblaciones que llevaban una alimentación mediterránea y se veía el tipo de patologías que habían experimentado. “Esto proporciona evidencia científica que no es del máximo nivel, porque la gente escoge su dieta. Predimed es un estudio clínico aleatorizado, en el que se sortea en qué dieta va a entrar cada participante. Esto hace que los tres grupos sean equivalentes en edad, índice de masa corporal, colesterol, hipertensión, diabetes y lo que comen al inicio del ensayo. Los resultados de un estudio así tienen alto valor de evidencia científica y nunca hasta ahora se había hecho de esta forma”, resalta el doctor Emilio Ros, de la unidad de Lípidos del Hospital Clinic de Barcelona, que dirigió la intervención nutricional del estudio a través de listas de compra, recetas y menús facilitados a los participantes.

El estudio se gestó en 2001, cuando se dedicaba más dinero que ahora a la investigación y gracias a ello se pudo poner en marcha este ambicioso proyecto, calificado por su coordinador, el doctor Estruch, como una carta a los Reyes Magos. El objetivo era valorar el efecto de la dieta mediterránea en la prevención primaria de las enfermedades cardiovasculares, es decir, la capacidad de esta forma tan saludable de alimentación para evitar que las personas con algún factor de riesgo cardiovascular llegaran a desarrollar patologías como el infarto de miocardio, el ictus o a morir por estas causas.

Los resultados de este ambicioso estudio, según Estruch, “han permitido crear una base de datos que será un patrimonio esencial para la investigación en nutrición en España durante, al menos, los próximos veinte años. Su relevancia ha traspasado fronteras y ha suscitado un gran interés en todo el mundo”.

El objetivo de predimed era averiguar el efecto de la intervención nutricional en la prevención de los eventos cardiovasculares, explica el doctor Ros. “Estadísticamente se observa que el cambio más importante para reducir los factores de riesgo es el que proporciona dieta mediterránea con aceite de oliva y frutos secos”. Aunque no se conocen con precisión los mecanismos por los que las grasas vegetales tienen este efecto sobre la salud cardiovascular, se apunta al poder saciante del aceite de oliva y los frutos secos, como explica el doctor Ros: “Las grasas vegetales sacian y se come menos. El 76% de la energía que aportan los frutos secos se compensa dejando de comer otros alimentos. Y una parte del aceite que contienen no se absorbe, sino que se pierde con los restos de frutos secos a su paso por el intestino. El aceite de oliva también tiene esa capacidad de saciar”. De ahí que a partir de ahora, las recomendaciones clínicas deberían cambiar, resalta Ros: “Ya que la grasa de origen vegetal, ni engorda, ni es mala para la salud. Es beneficiosa si su origen está en alimentos como el aceite de oliva virgen y los frutos secos, que contienen muchos polifenoles, que son antioxidantes naturales”.

Tanto Ros como Estruch resaltan el hecho de que la mitad de los participantes en el estudio tenía un IMC de 30 que marca el inicio de la obesidad y a pesar de ello no ganaron peso al seguir la dieta mediterránea suplementada con grasa vegetal. Es más, algunos incluso redujeron el perímetro de la cintura, que se considera un buen predictor de riesgo cardiovascular. “Consumir aceite de oliva virgen y frutos secos no nos va a subir el colesterol, sino que puede contribuir a reducirlo. Esperemos que a partir de la discusión de los resultados de este estudio cambien las recomendaciones y el enfoque de dietistas y médicos”, incide Ros. Le mejor forma de consumo de los frutos secos, según el doctor Estruch es en ensalada, “y no por la noche, mientras vemos la televisión”, ya que perdemos el control de lo que ingerimos, especificó.

Segunda fase en marcha

Según explicó Estruch, ya está en marcha una segunda fase de Predimed, en la que se estudiará el efecto de la dieta mediterránea hipocalórica sobre la obesidad. Además, se analizará el efecto añadido de la terapia conductual e intervención en la actividad física para ayudar a reducir el peso y ver si a largo plazo se reducen las complicaciones cardiovasculares y la aparición de cáncer.

Sin embargo, a pesar de todos los beneficios de una dieta, que ha sido declarada por la Unesco en 2010 “Patrimonio cultural inmaterial de la humanidad”, en nuestro país se observa un claro abandono de esta saludable forma de comer, que se sustituye por hábitos más perniciosos que incluyen de grasas animales y comidas hipercalóricas.

Predimed, financiado con fondos públicos del Instituto Carlos III, es uno de los mayores estudios realizados en España y Europa, en el que han participado 7.447 voluntarios de ambos sexos con edades comprendidas entre 55 y 88 años y algún riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, como fumar, tener alto el colesterol o la presión arterial, y tener exceso de peso. En el estudio han participado 19 grupos científicos españoles.

Un programa informático distribuyó a los participantes de forma aleatoria en tres grupos: dieta mediterránea con aceite de oliva o con frutos secos y dieta baja en grasas, con exclusión también de las vegetales. A los participantes se les hacían seguimientos periódicos para controlar que comían adecuadamente y controlaban el consumo de carnes rojas. Además se controlaba mediante biomarcadores que realmente seguían la dieta a la que se les había asignado. El estudio también demuestra que una intervención nutricional adecuada logra cambiar los hábitos ya bien establecidos en personas que tienen entre 50 y 80 años.

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