La
cifra se repite como un mantra cada vez que se habla del tema: el 80% de los niños
con cáncer se cura. El reto para la comunidad científica sigue estando en el
20% restante, una cifra que podría quedarse estancada pronto si los gobiernos y
la industria no se ponen las pilas. Una serie de artículos publicados en la
revista 'The Lancet' apunta los retos que habrá que salvar en el futuro si la
lucha contra el cáncer pediátrico no quiere quedarse atascada en ese 80%.
El
desarrollo de nuevos fármacos es uno de esos escollos, tal y como señala uno de
los escritos firmado por especialistas de varios centros europeos y uno
australiano. Trabas burocráticas, desinterés (económico) de los grandes
laboratorios, falta de ensayos específicamente diseñados para niños... estos
son sólo algunos de los problemas que mencionan los expertos, que alertan del
grave riesgo de que la oncología pediátrica no logre desarrollar tratamientos
suficientemente innovadores en el futuro más cercano.
"En
los últimos 50 años, hemos logrado mejorar las tasas de curación en los países
desarrollados del 30% al 80%", recuerdan en un comentario en la misma
revista Kathy Pritchard-Jones y Richard Sullivan (del King's College de
Londres, Reino Unido), "sin embargo; en la actualidad, esas mejoras están
en peligro por falta de una adecuada financiación y por las crecientes y
complejas trabas burocráticas que están surgiendo en numerosos países para
investigar".
Europa
es un buen (y triste) ejemplo de ello. "En EEUU se realizan 10 veces más
ensayos en fase I en cáncer pediátrico que en Europa", subraya Peter
Adamson (del Hospital de Philadelphia, EEUU). "Fuera de EEUU, la mayoría
de niños y adolescentes con tumores que no responden a las terapias estándar
carece de acceso a compuestos innovadores. Eso hace que algunas familias viajen
hasta EEUU para participar en ensayos clínicos, con las consecuencias económicas
y familiares que eso puede tener".
A
diferencia del cáncer de adultos, prácticamente toda la investigación de nuevos
fármacos para niños oncológicos está sustentada por dinero público, recuerdan
todos los participantes. Esa realidad obligará a establecer programas de
financiación estables para evitar que la falta de fondos provoque
interrupciones en las investigaciones actualmente en curso. La directiva
europea de ensayos clínicos puesta en marcha en 2004 ha multiplicado por cuatro
el coste económico de estos estudios, recuerdan los firmantes, lo que ya ha
retrasado o incluso detenido algunas investigaciones.
A
pesar de las increíbles tasas de curación de los niños con cáncer (todavía
mueren 100.000 menores de 15 años en todo el mundo al año por esta enfermedad),
muchos de estos pequeños sufrirán secuelas derivadas del tratamiento el resto
de su vida (en los países en desarrollo, uno de cada 1.000 individuos es un
superviviente de un tumor pediátrico). Por eso, no basta con que los nuevos
tratamientos sean curativos, también hay que aspirar a que sean menos tóxicos
que sus predecesores.
Los
niños con cáncer representan apenas el 2% de todos los tumores que se
diagnostican (el resto, son adultos), y el 94% de ellos se registra en países
en desarrollo, otro de los escenarios que preocupa de cara al futuro. De hecho,
otro de los artículos de 'Lancet' aborda la enfermedad en esas regiones pobres,
donde se producen la mayor parte de muertes por culpa de un inadecuado acceso a
tratamientos.
En
África, por ejemplo, el cáncer infantil es 12 veces más frecuente que en
Europa; aunque allí el 80% de los pequeños carece de acceso a radioterapia,
cirugía o los tratamientos más elementales. Y no en todos los casos, como
denuncia Pritchard-Jones, el problema es la falta de medios, sino también de
conciencia pública y de interés político. "Cuando se dice que un país no
se puede permitir pagar estas terapias, se olvida que salvar la vida de un niño
con cáncer tiene más impacto en el desarrollo económico de un país que curar el
cáncer de un adulto".
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