Los
pacientes con Parkinson y candidatos a la cirugía de neuroestimulación cerebral
no tendrán que esperar una década para ser intervenidos. Según los datos de un
estudio, publicado en la revista 'The New England Journal of Medicine (NEJM)',
los beneficios que ofrece la operación en una etapa precoz de la enfermedad
superan a los riesgos.
Cuando
el Parkinson es diagnosticado, los pacientes suelen responder muy bien a los
fármacos que tienen una acción similar a la dopamina, cuyos niveles están muy
bajos en estos enfermos. Sin embargo, después de un periodo inicial, los
beneficios son enmascarados por las complicaciones motoras y, además, se suele
dar una respuesta inestable a estos medicamentos, en la que hay momentos del
día en los que la persona está bien y muchos otros en que está mal. En estos
casos, y cuando las alteraciones motoras se dan en los dos lados del cuerpo y
en la cara, se indica la neuroestimulación.
La
técnica quirúrgica, probada por primera vez en Europa hace 24 años por el
doctor español Roberto Figueiras, consiste en la implantación de unos
electrodos que producen estimulación en una zona del cerebro (el núcleo
subtalámico). El sonido de las neuronas guía el camino para colocar estos
electrodos. Este 'marcapasos' permite que los circuitos del cerebro que
controlan el movimiento funcionen mejor.
Mayor
calidad de vida
Hasta
ahora, y debido a los riesgos que puede conllevar la intervención y que pasan por
hemorragias o trombosis y como consecuencia una posible hemiplejia, se esperaba
a que el paciente tuviera un deterioro importante de su calidad de vida,
problemas psicosociales y deterioro de su vida profesional para llevar a cabo
esta operación, lo que suponía que el paciente no pasara por quirófano hasta 10
0 14 años después de su diagnóstico. Además, no había evidencia científica que
demostrase los beneficios de la neuroestimulación en una etapa precoz de la
enfermedad. Precisamente, el estudio de 'NEJM' cubre ese vacío.
"Este
es un estudio largamente esperado. Los pacientes esperan mucho hasta llegar a
la intervención. Este trabajo demuestra que sí hay indicación para intervenir
antes", afirma José Obeso, neurólogo del Centro de Investigación Médica Aplicada
(CIMA) y de la Clínica Universidad de Navarra y uno de los profesionales
españoles con más experiencia.
El
trabajo, realizado por diferentes hospitales franceses y alemanes, asignó de
forma aleatoria a 251 personas con Parkinson y con complicaciones motoras a
recibir la terapia quirúrgica junto con la farmacológica o bien solo la
medicación. Los pacientes tenían una edad media de 52 años, una buena salud en
general, sin demencia y con una evolución media desde el momento del
diagnóstico de 7,5 años.
Tras
dos años de seguimiento, se comprobó que aquellos que fueron operados tenían
una calidad de vida muy superior a los que recibieron solamente la medicación.
Además, la tasa de efectos secundarios graves fue similar, ocurriendo en el
54,8% de los participantes intervenidos y en el 44,1% de los que recibieron el
tratamiento farmacológico.
Cambiará
la práctica clínica
"Son
unos resultados buenos. El grupo de pacientes intervenidos tiene ventajas sobre
el otro. Esto facilita poder plantearle a un paciente que cuanto antes se opere
mejor, algo que venimos diciendo algunos médicos desde hace tiempo",
señala Obeso.
La
ventaja fundamental es que el paciente estará más tiempo libre de síntomas. El
Parkinson es una enfermedad que progresa en el tiempo. Tras llevar un tiempo en
tratamiento, suelen aparecer las alteraciones motoras, que pueden eliminarse
con la cirugía. Sin embargo, un par de décadas después de su inicio, el 95% de
los pacientes tiene deterioro cognitivo y otros síntomas como somnolencia importante
todo el día o caídas frecuentes.
"Estos
problemas no son tratables médicamente y no responden al tratamiento quirúrgico
porque la enfermedad se ha diseminado. Si uno opera a una persona a los 42
años, a los 10 años la persona sigue íntegra. Le vamos a dar un periodo de
tiempo más amplio sin síntomas. Pero si se opera después, a los 14 años de su
diagnóstico, el paciente será mayor y el periodo de beneficio por la cirugía
será mucho menor", aclara este neurólogo.
Jóvenes
con Parkinson, los más beneficiados
Por
otro lado, este especialista señala haber operado a personas jóvenes.
"Tenemos pacientes de unos 30 años operados". Hay que tener en cuenta
que en un 20% de todas las personas con Parkinson la enfermedad aparece entre
los 40 y 45 años, estos casos se denominan enfermos con Parkinson de inicio
temprano. Dentro de este grupo, existe un porcentaje de pacientes que
desarrollan la enfermedad en una etapa anterior. "Son aquellos con un
componente genético y que les genera la patología a los 20 o 30 años",
explica Rosario Luquin Piudo, Coordinadora del Grupo de Estudio de Trastornos
del Movimiento de la Sociedad Española de Neurología.
Esta
especialista señala que son ellos los que más se beneficiarán de este adelanto.
"Por ser jóvenes, su cerebro no está muy envejecido y se beneficiarán más
al estar más tiempo libres de síntomas".
Factores
excluyentes
Un
editorial, publicado también en 'NEJM', avala positivamente el resultado del
estudio, aunque señala un efecto secundario que hay que tener en cuenta.
"El suicidio fue mayor en el grupo de la neuroestimulación", por lo
que recomiendan la vigilancia individualizada de estos pacientes. No obstante,
matiza Obeso, esta incidencia fue pequeña, sólo se dieron tres casos en total,
dos en los pacientes operados y uno en el otro grupo. "No es un dato
llamativo, no es un tema que nos preocupe salvo que el paciente esté
deprimido". Por otro lado, la personalidad es uno de los factores que se
evalúa a la hora de implantar estos electrodos. "Ciertas personalidades
son excluyentes de esta intervención, ya que pueden desarrollar un cuadro
obsesivo con el aparato".
Otros
factores que contraindican la operación son el precisar de anticoagulación y no
poder retirarla, tener más de 70 años, sufrir un cuadro de inmunosupresión, que
el paciente viva en un lugar que no tenga fácil acceso a los controles que
necesita para su seguimiento o que no se lo pueda pagar, pues su coste está
entre los 35.000 y 40.000 euros. "En España este factor no es excluyente y
lo único que implica es que se tarde más o menos tiempo porque las listas de
espera son largas, pero en otros países el sistema sanitario no lo cubre gratuitamente",
declara este especialista.
Por
último, la doctora Luquin insiste en que "la neuroestimulación no es una
terapia curativa ni hace que la enfermedad progrese más despacio, sólo mejora
los síntomas". No obstante ese efecto tiene un alto impacto en la calidad
de vida del paciente.
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