La
causa de que a algunas personas les cueste más que a otras aprender podría
haber sido revelada por un equipo de investigación de Berlín, Bochum, y
Leipzig, en Alemania.
Estos
investigadores han descubierto que el principal problema en este sentido radica
no en que los procesos de aprendizaje sean ineficientes en sí mismos, sino en
que el cerebro procesa de manera insuficiente la información que hay que
aprender. Los científicos han hallado un indicador de esta insuficiencia,
informa Tendencias 21.
En
su experimento, los investigadores entrenaron el sentido del tacto de algunos
sujetos para que este se volviera más sensible. Además, midieron la actividad
cerebral de todos los participantes con un electroencefalograma (EEG), que
consiste en la exploración neurofisiológica a partir del registro de la
actividad bioeléctrica cerebral.
En
los individuos que respondieron bien a la fase de formación del sentido del
tacto, el EEG) reveló cambios característicos en la actividad del cerebro,
específicamente, en las llamadas ondas alfa del cerebro.
Estas
ondas son oscilaciones electromagnéticas que surgen de la actividad eléctrica
de las células cerebrales y reflejan, entre otras cosas, la eficacia con que el
cerebro aprovecha la información sensorial necesaria para el aprendizaje.
A
raíz de estos resultados, "una pregunta interesante sería en qué medida la
actividad alfa puede ser influida deliberadamente con biofeedback ",
señala Hubert Dinse, del Laboratorio de Plasticidad Neuronal de la Universidad
de Ruhr, en Bochum, y uno de los autores del estudio, en un comunicado de dicha
Universidad.
El
biofeedback es una técnica que se emplea para controlar las funciones
fisiológicas del organismo humano, mediante la utilización de un sistema de
retroalimentación que informa al sujeto del estado de la función que se desea
controlar de manera voluntaria.
Dinse
añade que conocer este punto "podría tener enormes implicaciones para las
terapias destinadas a tratar una lesión cerebral y, en general, para la
comprensión de los procesos de aprendizaje".
El
equipo de investigación de la Ruhr-Universität, la Humboldt Universität, la
Charité - Universitätsmedizin y el Instituto Max Planck (MPI ) ha publicado sus
hallazgos en la revista Journal of Neuroscience.
El
aprendizaje sin atención y las ondas alfa
"En
los últimos años hemos establecido un procedimiento con el que desencadenar
procesos de aprendizaje que no requieren de atención", afirma Dinse. Los
investigadores han sido, por tanto, capaces de excluir la atención como factor
de aprendizaje.
En
este experimento en concreto, lo que hicieron fue estimular una y otra vez el
sentido del tacto de los participantes durante 30 minutos, con estimulación
eléctrica aplicada a la piel de sus manos.
Antes
y después de este entrenamiento pasivo, midieron además la sensibilidad del
tacto de los participantes. Para ello, aplicaron una presión suave en sus manos
con dos agujas distintas y determinaron la menor separación entre las agujas a
la que los voluntarios aún percibían ambos estímulos como separados.
Como
media, el entrenamiento pasivo mejoró el umbral de sensibilidad táctil de los
sujetos en un 12%, aunque no en todos los 26 participantes. Usando el EEG, el
equipo estudió por qué algunas personas adquirieron una mayor sensibilidad
mejor que el resto.
Por
otro lado, los registros con el EEG fueron realizados antes y durante el
entrenamiento pasivo. Gracias a estos registros, se identificaron los
componentes de actividad cerebral vinculados a la mejora en la prueba de
discriminación táctil.
Los
científicos constataron concretamente que la actividad alfa del cerebro resulta
decisiva en el aprendizaje. En términos generales, las ondas alfa oscilan
electromagnéticamente en un rango de frecuencias de ocho a 12 hertzios:
aquellos participantes que presentaron una mayor actividad alfa antes del
entrenamiento pasivo, fueron los que mejor aprendieron.
Sin
embargo, a mayor reducción de la actividad alfa durante el entrenamiento
pasivo, mayor facilidad para aprender mostraron los voluntarios. Todos estos
efectos fueron observados en la corteza somatosensorial de los participantes,
un área del cerebro vinculada al sentido del tacto.
Los
científicos explican que, por tanto, un alto nivel de actividad alfa en el
cerebro (previo al aprendizaje) denotaría la disposición de este órgano a
aprovechar la información que le llega del mundo exterior.
Por
el contrario, una fuerte disminución de la actividad alfa durante la
estimulación sensorial indicaría que el cerebro procesa los estímulos de manera
particularmente eficiente.
Estos
resultados sugieren que el aprendizaje basado en la percepción es altamente
dependiente de la accesibilidad de la información sensorial. Y que la actividad
de las ondas alfa, como indicador de los cambios constantes en los estados del
cerebro, modula esta accesibilidad.
Nuevos
métodos de tratamiento
Una
de las autoras de l estudio, del Instituto Max Planck Institute (MPI), Petra
Ritter, afirma que habrá que analizar, con modelos computacionales, cómo el
ritmo de las ondas alfa afecta al aprendizaje.
"Sólo
cuando entendemos cómo se produce en el cerebro el procesamiento de información
compleja, podremos intervenir específicamente en dichos procesos, para tratar
ciertos trastornos", explica Ritter. De hecho, el objetivo de esta red de
cooperación científica alemana es desarrollar nuevas terapias para las lesiones
cerebrales.
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