Están
en los parques, en algunos descampados y en muchas plazas. Sus 'armas' son un
balón, dos latas de refresco como límites imprecisos de una portería, diversión
y mucha ilusión. Tanta, que algunos niños se 'convierten' en improvisados
Casillas o Falcao por unos minutos mientras que otros chavales, y no pocos
padres, sueñan con que la afición se convierta en una forma de ganarse la vida
mientras miran, en los posters de Cristiano Ronaldo o de Messi, a sus
referencias.
Sin
embargo, ¿cuántos de ellos llegarán a emular a sus ídolos? Lo que no tendría
que ser más que un entretenimiento de la infancia, una manera de desestresarse
con amigos y entender los valores del juego en equipo, puede llegar a
significar una tortura para muchos niños cuando la diversión se toma demasiado
en serio y no deja paso al disfrute. Y ahí llega el problema con nombre inglés:
el 'síndrome del burnout', lo que en español significaría 'estar quemado'.
Jugar
para disfrutar
José
Carrascosa, psicólogo deportivo y director de Saber Competir, lleva 20 años
tratando a decenas de jóvenes futbolistas, algunos de ellos con síntomas de
burnout. "Este problema es en realidad un proceso que se desarrolla poco a
poco y que está relacionado con las expectativas que se perciben desde el
entorno sobre uno mismo y, en menor medida, entre las expectativas personales y
los recursos con los que cuentas", explica a ELMUNDO.es tras haber
trabajado en clubs como el Valencia, el Sevilla o el Levante.
Por
ello no se sorprende de los resultados del último estudio publicado en 'Journal
of Sport and Exercise Psychology', donde de los 167 futbolistas juveniles de
ocho academias y centros de excelencia de clubes profesionales ingleses, un
cuarto de ellos experimentaba "varias veces" los síntomas de este síndrome,
mientras que un 1% lo hacía "con frecuencia", según explica el
principal autor del trabajo, el doctor Andrew Hill, profesor de Ciencias del
Ejercicio de la Universidad de Leeds.
En
su análisis, el doctor Hill encontró que "el miedo a cometer errores o no
llegar a superarse era mayor en aquellos que confesaban sentir presión de su
entorno familiar o sus entrenadores, mientras que el autoperfeccionamiento era
la segunda causa más común para desarrollar problemas de burnout", indica.
"Entre
sus síntomas más comunes se incluye fatiga crónica, la ineficacia y la negación
de lo ocurrido. Además, también son característicos el agotamiento emocional y
físico, tener la sensación de no estar logrando lo que se debería, un descenso
del rendimiento, llegando incluso a la despersonalización y el abandono
deportivo", añade Alejo García Naveira, coordinador del grupo de trabajo
en Psicología del Deporte del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.
Precisamente,
Carrascosa incide en el último punto señalado por su compañero. "Esta
forma de estrés, inculcada como señala el estudio mucha veces por padres y
entrenadores, pasa por ser la causa principal de abandono en el deporte de los
jóvenes".
Para
García Naveira, la presión del entorno del joven futbolista cumple una doble
función: "los niños y jóvenes 'aprenden' y desarrollan un perfeccionismo a
partir del vínculo y vivencias entre ellos, pero por otro lado, pueden ser
fuentes de estrés".
"Los
niños son dados a hacer suyas las expectativas de su entorno y el problema
viene cuando le cuesta llegar a cumplirlas", comenta Carrascosa, un
problema que para este psicólogo es más común de lo que parece entre los jóvenes
futbolistas españoles. "En mis años de experiencia se llegan a ver muchas
cosas, entre ellas reproches a los chavales por no llegar a esos niveles. A la
vez, el niño piensa que no es tan bueno como todo el mundo cree y esta tensión
produce estrés que no sólo genera agotamiento u otros cambios psicológicos o de
carácter, sino que puede llevar a la aparición de lesiones producto de una
tensión muscular elevada", afirma.
Por
otra parte, otro aspecto de desgaste es no saber desconectar del fútbol.
Carrascosa señala como imprescindible que el joven futbolista, "tenga
otras inquietudes más allá del fútbol, como sus estudios, amigos, aficiones...
Tener actividades alternativas ayuda a desconectar y a descansar a nivel
emocional respecto a la exigencia del fútbol". En este punto, García Naveira
opina que "los cambios de residencia, de entrenadores, el éxito mal
gestionado, los fracasos mal elaborados... también son fuentes de estrés".
El
secreto: disfrutar como niños
Precisamente,
ese 'disfrute' a la hora de chutar el balón es en lo que inciden todos los
expertos. "Desde hace unos años, se está trabajando bastante la psicología
no sólo en las categorías de primera división, sino también en el fútbol
base", afirma Carrascosa, que señala que el principal trabajo se realiza
con los padres y avisa sobre la necesidad de centrarse también en el niño para
que sea capaz de defenderse de expectativas exageradas. "Yo intento que
entiendan que, en cosas de fútbol, sus padres no saben gran cosa",
comenta.
García
Naveira señala la necesidad "de que fuera obligatorio contar con equipos
de psicólogos también en las categorías inferiores, no sólo por esta cuestión
de salud en general, sino también para contribuir en la educación de valores,
la creación de hábitos saludables, el desarrollo personal o la mejora del
rendimiento y consecución de objetivos", indica. Algo que todavía no está
impuesto en todos los equipos, "y mucho menos en equipos no profesionales,
y ya ni hablar en polideportivos o equipos de barrio", explica Carrascosa.
"Hay
que jugar siempre, siempre para disfrutar, si no esto no tiene sentido",
afirma rotundo Carlos Moreno, actual jugador del filial del Hércules. Este
joven jugador de 19 años no recuerda que el fútbol le haya dado más quebraderos
de cabeza salvo cuando no ha cuajado un buen partido, "y como en cualquier
trabajo, si las cosas no salen te enfadas y tienes un poco de estrés, pero nada
más", comenta. Y aunque explica que no conoce ningún caso de compañero
estresado, señala rápidamente a los servicios de psicólogos de los equipos para
que esto no suceda.
Precisamente,
si hablamos de canteras 'deseadas' por los más jóvenes, es imprescindible
hablar de la del Real Madrid. Javier Soriano, psicólogo de esta cantera,
explica que en los últimos años se ha avanzado mucho en tratar no solo los
aspectos físicos y técnicos de los niños, sino también los psicológicos.
"Esta es una atención que entra dentro de la hoja de ruta del club, y
sabemos que no sólo del Real Madrid", indica.
"Para
ello, se trabaja en dos vertientes. La primera de manera preventiva, donde nos
preocupamos por mantener una comunicación fluida con los padres por si notan
algún cambio en el niño, y también con los pequeños, con los que trabajamos de
forma particular escuchándolos, haciéndoles preguntas y quitándoles presión. Además,
también hay una buena comunicación con el equipo técnico, que nos comentan si
hay el mínimo cambio", explica. La segunda vertiente es la de intervención,
"donde ya trabajamos la capacidad de trabajar y mejorar el control y la
ansiedad tanto si hay problemas como si no", comenta.
De
la misma opinión es su compañero Jaime Abascal, médico de cantera de los
servicios médicos Sanitas-Real Madrid. "La comunicación constante con
padres y jugadores es imprescindible para nosotros, para detectar si hay un cambio
de conducta o saber si de repente el chico no puede con cargas que antes sí hacía",
indica.
"También
trabajamos el plano grupal, con una parte educativa importante que está al
margen de lo futbolístico, y donde se intenta inculcar valores como la importancia
del trabajo en equipo y responsabilidad. Después pasamos a objetivos más específicos
del juego orientados a mejorar el rendimiento deportivo, como es la
autoconfianza, la motivación o la concentración", recuerda. "El plano
individual es el que afecta a cada jugador. Como psicólogo no es raro que
veamos algún síntoma de estrés en canteras como la del Real Madrid, pero son
muy pocos los que desarrollan un síndrome duradero como tal, los equipos cada
vez se responsabilizan más de ello", afirma Soriano.
¿Y
cómo evitan que surja este síndrome? García Naveira indica que es prioritario
conseguir que el joven tenga "la cabeza bien amueblada" y que
familiares y entrenadores vean en este deporte un buen medio para el desarrollo
físico, psicológicos y social del chico. "Ya que en categorías inferiores,
sólo llegan entre el 1% al 3% de los jóvenes al fútbol profesional, por lo que
hay que reflexionar sobre las expectativas que proyectamos en nuestros
hijos".
"Por
ello, nosotros introducimos a los más pequeños en una dinámica de juegos. No
hay presión y las competiciones son amenas, no se busca ser el mejor sino
disfrutar e inculcar aspectos para su vida personal como el esfuerzo, el
sacrificio y la responsabilidad. Nosotros incidimos en que piensen en disfrutar
y en el día a día. Ellos están en un club importante y a muchos chicos les
gustaría estar en su lugar, ese es el premio. Así que insistimos en que no
piensen en llegar a primera división o en ser Cristiano Ronaldo, todo eso queda
muy lejos. Lo importante es ir mejorando por ellos mismos tanto deportiva como
personalmente y disfrutar de lo que hacen", señalan.
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