martes, 8 de enero de 2013

Una ley antialcohol para los adolescentes



Apenas pasaban unas horas de 2013 y un adolescente valenciano de 14 años comenzaba el año en el Hospital de la Fe de Valencia víctima de un coma etílico. Ya dos años antes, la escena se repetía en el mismo centro con una estudiante de 12 años. Fiesta, alcohol, menores. Una combinación demasiado habitual. De ahí que el Ministerio de Sanidad prepare una nueva normativa para limitar el acceso al alcohol por parte de los adolescentes. La legislación sería la primera norma estatal en esta materia y buscaría unificar las 183 leyes exitentes de carácter local y regional para poner límites al consumo de alcohol entre los menores de edad. Se da la circunstancia de que hasta la fecha no hay ninguna norma de ámbito nacional que aborde la prevención de consumo de alcohol para los menores de 18 años, si bien es cierto que en casi todas las autonomías se ha desarrollada la pertinente normativa que lo contempla. Sólo en Asturias existe un vacío legal, que está en vías de subsanarse.

«Desde el inicio de la legislatura nos propusimos aunar unos mínimos básicos comunes en esta materia. No queremos correr sino hacerlo bien. Estamos inmersos en un estudio intenso de aquello que se ha explicado, con un objetivo básico: que se empiece a consumir alcohol más tarde de lo que se viene haciendo», explica a LA RAZÓN el delegado del Gobierno para el Plan Nacional Sobre Drogas, Francisco de Asís Babín, sobre una norma que buscará tener el mayor consenso tanto político como de los actores sociales implicados. La edad media de inicio de consumo de alcohol en nuestro país se fija en 13,7 años, lo que supone más de un año antes de lo que sus padres creen. Además, cuatro de cada diez padres de jóvenes que consumen alcohol reconocen que les permiten tomar esta sustancia. Un grado de permisividad que es del 25% en el caso de los chicos y chicas de 12 a 15 años y de entre el 67% y 69% en el segmento de entre 16 y 18 años, según refleja el estudio Juventud y Alcohol, elaborado por la Fundación Pfizer.

«Está claro que las leyes actuales son papel mojado, puesto que la realidad demuestra que los menores consumen, Y además lo hacen alejados de nuestro patrón mediterráneo, en el que se utiliza el alcohol como factor de socialización, y han dado el salto al modelo nórdico, cuyo único fin de la bebida es emborracharse», reflexiona el director general de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, Ignacio Calderón, que aplaude la decisión de sacar adelante una nueva norma.

De ahí que entre las medidas que están sobre la mesa se encuentre sancionar a quienes suministren alcohol a los menores, ya sean los establecimientos comerciales que se lo vendan como a los adultos que se lo hagan llegar. Una iniciativa que ya recogen algunas normativas autonómicas y ordenanzas municipales. Sólo en Galicia, el grupo de Menores de la Policía Autonómica tramitó en 2012 hasta 493 denuncias a menores y establecimientos por infringir la ley de prevención de bebidas alcohólicas en menores desde la entrada en vigor de la norma autonómica en febrero de 2011. En Málaga, por ejemplo, se llegó a imponer el pasado verano una multa de 40.000 euros a un bazar regentado por un propietario de origen chino por el «reiterado incumplimento» de la norma local que impide vender bebidas alcohólicas a menores de edad.

«Conseguir que los menores consuman menos y lo hagan más tarde no puede pasar por otra serie de soluciones que restringir los modos por los que el alcohol llega a sus manos», detalla Babín, que explica a renglón seguido que «no queremos desarrollar una norma que ataje el problema del alcohol a través de impedir el acceso al alcohol de todos los ciudadanos, pues en alguna de sus manifestaciones forma parte de la dieta mediterránea». De esta manera, Sanidad descarta poner en marcha un marco legislativo inspirado en el frustrado anteproyecto de ley de la ex ministra Elena Salgado, con el consiguiente revuelo, que generó pues preveía equiparar el vino y la cerveza a las bebidas destiladas, sobre todo en cuestiones de promoción y publicidad.

«La sanción es un camino, pero no el único. Está claro que el control de los establecimientos ayuda a frenar la adquisición del alcohol; más complicado resulta aplicar las multas a los menores. En cualquier caso, esta tarea pasa por implicar a los padres como factor clave en la tutela y vigilancia de los hijos, una labor pedagógica que supone un camino más largo», subraya Calderón.

Pero, ¿qué hacer contra el «botellón»? Se trata, sin duda, del principal foco de consumo de alcohol entre los jóvenes de nuestro país, lo que Babín califica como «un consumo, no sólo intensivo, sino incluso compulsivo, una de nuestras principales preocupaciones y objeto prioritario de nuestro trabajo». «Hay muchos ayuntamientos que están llevando a cabo un trabajo silencioso, e incluso diría que impopular, por controlar el consumo del alcohol en la calle. Pero nos encontramos ante un tema complejo, porque se trata de un contexto cultural difícil de cambiar», explica el director general de FAD, que llama la atención sobre otro fenómeno creciente: «Acotar los horarios nocturnos de consumo podría frenar la situación, puesto que actualmente los jóvenes se enfrentan a fines de semana interminables que no se acaban hasta las ocho de la mañana. El verdadero reto está en corregir estos procesos poco a poco».

Tras la estela de la ley antitabaco

Cuando se cumplen dos años de la entrada en vigor de la ley antitabaco, dos millones de personas han dejado de fumar. A la luz de estos datos, el delegado del Gobierno para el Plan Nacional Sobre Drogas, Francisco de Asís Babín, apuntó que los buenos resultados que está teniendo esta norma se deben al «debate social» generado ya que, entre otras cosas, ha facilitado un «aumento de la percepción de riesgo que comporta fumar por parte de los adolescentes». Esto es precisamente lo que se pretender promover con respecto a la bebida: «La sociedad también debe plantearse cuál es el consumo de alcohol que quiere para los adolescentes. Nosotros defendemos un consumo cero, porque creemos que por el efecto que tiene en la maduración del sistema nervioso central no se debería consumir».

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