Apenas
pasaban unas horas de 2013 y un adolescente valenciano de 14 años comenzaba el
año en el Hospital de la Fe de Valencia víctima de un coma etílico. Ya dos años
antes, la escena se repetía en el mismo centro con una estudiante de 12 años.
Fiesta, alcohol, menores. Una combinación demasiado habitual. De ahí que el
Ministerio de Sanidad prepare una nueva normativa para limitar el acceso al
alcohol por parte de los adolescentes. La legislación sería la primera norma
estatal en esta materia y buscaría unificar las 183 leyes exitentes de carácter
local y regional para poner límites al consumo de alcohol entre los menores de
edad. Se da la circunstancia de que hasta la fecha no hay ninguna norma de ámbito
nacional que aborde la prevención de consumo de alcohol para los menores de 18
años, si bien es cierto que en casi todas las autonomías se ha desarrollada la
pertinente normativa que lo contempla. Sólo en Asturias existe un vacío legal,
que está en vías de subsanarse.
«Desde
el inicio de la legislatura nos propusimos aunar unos mínimos básicos comunes
en esta materia. No queremos correr sino hacerlo bien. Estamos inmersos en un
estudio intenso de aquello que se ha explicado, con un objetivo básico: que se
empiece a consumir alcohol más tarde de lo que se viene haciendo», explica a LA
RAZÓN el delegado del Gobierno para el Plan Nacional Sobre Drogas, Francisco de
Asís Babín, sobre una norma que buscará tener el mayor consenso tanto político
como de los actores sociales implicados. La edad media de inicio de consumo de
alcohol en nuestro país se fija en 13,7 años, lo que supone más de un año antes
de lo que sus padres creen. Además, cuatro de cada diez padres de jóvenes que
consumen alcohol reconocen que les permiten tomar esta sustancia. Un grado de
permisividad que es del 25% en el caso de los chicos y chicas de 12 a 15 años y
de entre el 67% y 69% en el segmento de entre 16 y 18 años, según refleja el
estudio Juventud y Alcohol, elaborado por la Fundación Pfizer.
«Está
claro que las leyes actuales son papel mojado, puesto que la realidad demuestra
que los menores consumen, Y además lo hacen alejados de nuestro patrón mediterráneo,
en el que se utiliza el alcohol como factor de socialización, y han dado el
salto al modelo nórdico, cuyo único fin de la bebida es emborracharse»,
reflexiona el director general de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción,
Ignacio Calderón, que aplaude la decisión de sacar adelante una nueva norma.
De
ahí que entre las medidas que están sobre la mesa se encuentre sancionar a
quienes suministren alcohol a los menores, ya sean los establecimientos
comerciales que se lo vendan como a los adultos que se lo hagan llegar. Una
iniciativa que ya recogen algunas normativas autonómicas y ordenanzas municipales.
Sólo en Galicia, el grupo de Menores de la Policía Autonómica tramitó en 2012
hasta 493 denuncias a menores y establecimientos por infringir la ley de
prevención de bebidas alcohólicas en menores desde la entrada en vigor de la
norma autonómica en febrero de 2011. En Málaga, por ejemplo, se llegó a imponer
el pasado verano una multa de 40.000 euros a un bazar regentado por un
propietario de origen chino por el «reiterado incumplimento» de la norma local
que impide vender bebidas alcohólicas a menores de edad.
«Conseguir
que los menores consuman menos y lo hagan más tarde no puede pasar por otra
serie de soluciones que restringir los modos por los que el alcohol llega a sus
manos», detalla Babín, que explica a renglón seguido que «no queremos desarrollar
una norma que ataje el problema del alcohol a través de impedir el acceso al
alcohol de todos los ciudadanos, pues en alguna de sus manifestaciones forma
parte de la dieta mediterránea». De esta manera, Sanidad descarta poner en
marcha un marco legislativo inspirado en el frustrado anteproyecto de ley de la
ex ministra Elena Salgado, con el consiguiente revuelo, que generó pues preveía
equiparar el vino y la cerveza a las bebidas destiladas, sobre todo en
cuestiones de promoción y publicidad.
«La
sanción es un camino, pero no el único. Está claro que el control de los
establecimientos ayuda a frenar la adquisición del alcohol; más complicado
resulta aplicar las multas a los menores. En cualquier caso, esta tarea pasa
por implicar a los padres como factor clave en la tutela y vigilancia de los
hijos, una labor pedagógica que supone un camino más largo», subraya Calderón.
Pero,
¿qué hacer contra el «botellón»? Se trata, sin duda, del principal foco de
consumo de alcohol entre los jóvenes de nuestro país, lo que Babín califica
como «un consumo, no sólo intensivo, sino incluso compulsivo, una de nuestras
principales preocupaciones y objeto prioritario de nuestro trabajo». «Hay
muchos ayuntamientos que están llevando a cabo un trabajo silencioso, e incluso
diría que impopular, por controlar el consumo del alcohol en la calle. Pero nos
encontramos ante un tema complejo, porque se trata de un contexto cultural difícil
de cambiar», explica el director general de FAD, que llama la atención sobre
otro fenómeno creciente: «Acotar los horarios nocturnos de consumo podría
frenar la situación, puesto que actualmente los jóvenes se enfrentan a fines de
semana interminables que no se acaban hasta las ocho de la mañana. El verdadero
reto está en corregir estos procesos poco a poco».
Tras
la estela de la ley antitabaco
Cuando
se cumplen dos años de la entrada en vigor de la ley antitabaco, dos millones
de personas han dejado de fumar. A la luz de estos datos, el delegado del
Gobierno para el Plan Nacional Sobre Drogas, Francisco de Asís Babín, apuntó
que los buenos resultados que está teniendo esta norma se deben al «debate
social» generado ya que, entre otras cosas, ha facilitado un «aumento de la
percepción de riesgo que comporta fumar por parte de los adolescentes». Esto es
precisamente lo que se pretender promover con respecto a la bebida: «La
sociedad también debe plantearse cuál es el consumo de alcohol que quiere para
los adolescentes. Nosotros defendemos un consumo cero, porque creemos que por
el efecto que tiene en la maduración del sistema nervioso central no se debería
consumir».
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