Nuevo
extranjerismo para un término demasiado conocido en las urgencias españolas: el
'binge drinking', a la española, el 'atracón' de alcohol más conocido como
botellón, sigue siendo la nota más negra de esa ligera tendencia a la baja en
cuanto al consumo de alcohol entre los españoles se refiere.
Entre
las formas pasar los botellones de fin de semana, autoridades y especialistas
avisan sobre el peligro de una 'moda' que de unos años a esta parte sigue en
aumento. "Se considera 'binge drinking' a una tendencia específica a la
hora de beber. Suele ser lo que pasa en muchas ocasiones en los botellones: se
ingieren grandes cantidades de alcohol con los que llegas a intoxicaciones etílicas
agudas, pero la idea es beber estas grandes cantidades en el menor tiempo
posible", explica Ignacio Calderón, director general de la Fundación de
Ayuda contra la Drogadicción (FAD). "Sin embargo, pese a que se trata de
dos cuestiones solapadas, no todos los consumos excesivos se producen en el
botellón (muchos se dan en discotecas, bares de copas o casas
particulares)", explica Calderón.
¿Y
qué se entiende por poco tiempo? "Se considera un atracón de alcohol
cuando hay un consumo mayor a seis copas en varones o cuatro en mujeres en una
sesión de consumo, es decir, en menos de tres horas. Además, se hace en
momentos puntuales, como los fines de semana y muchas veces con el objetivo es
conseguir 'el punto', que muchas veces pasa a las intoxicaciones etílicas
producto de la falta de control", explica Francisco Camarelles, del Grupo
de Educación Sanitaria y Promoción de la Salud de la Sociedad. Española de
Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc).
En
EEUU, uno de cada seis adultos consume alcohol en forma de atracón, es decir,
38 millones de personas consumen de media, unas ocho unidades de alcohol en
menos de cuatro horas. En España, por su parte, los datos de la 'Encuesta sobre
alcohol y drogas en población general de España' (EDADES) indica que el 15,2%
de la población realiza esta práctica, siendo la población entre 20 y 19 años
(de ambos sexos, aunque especialmente varones) donde más se concentra esta
tendencia.
"Esta
forma de beber es resultado de poner en práctica patrones nórdicos, aumentando
los riesgos que la bebida tiene de por sí. Además, en los últimos años se le
añade la mezcla de bebidas junto a otras drogas. Por ejemplo, aunque la crisis
pueda ayudar en estos casos a que los jóvenes, que en este país empiezan a
beber a los 13 años, no tengan dinero para gastárselo en noches de alcohol, es
verdad que se puede recurrir a bebidas baratas y drogas en desuso que hacen
mucho daño, como el caso del estramonio", comenta el director general de
la FAD.
Para
los especialistas, los principales riesgos se concentran a corto plazo en la
pérdida de control y aumento de conducta de riesgo, "efectivamente, esta
práctica se traduce en un mayor número de accidentes de tráfico, actos
violentos, embarazos no deseados, VIH y otras enfermedades de transmisión
sexual, síndrome alcohólico fetal y dependencia al alcohol", indica
Camarelles.
Resistentes
a la insulina
Pero
a medio-largo plazo, siguen surgiendo investigaciones que alertan sobre el
peligro del 'binge drinking'. La última se encuentra en las páginas de 'Science
Translational Medicine', donde un equipo de especialistas capitaneados por
Claudia Lindtner, del departamento de Medicina del Icahn School of Medicine at
Mount Sinai (Nueva York, EEUU), ha estudiado el efecto de grandes cantidades de
etanol en ratones con lo que simulaban el 'binge drinking', "y encontramos
la confirmación de que los individuos con una historia de consumo excesivo de
alcohol tienen un mayor riesgo de desarrollar el síndrome metabólico y diabetes
tipo 2", indica Lindtner. Pero hay más. "Observamos que el 'binge
drinking' inducía al cuerpo a ser resistente a la insulina. Tras tres días
manteniendo a los roedores con cantidades de alcohol que simulan este tipo de
borracheras, encontramos que fueron capaces de desarrollar resistencia a la
insulina, aun cuando había cantidades indetectables de alcohol en sangre",
explica.
A
este estudio, habría que añadirle varios estudios que vienen analizado este
tipo de ingestas con otra tantas patologías. "Desde los problemas de
concentración y memoria en los cerebros adolescentes, a complicaciones de
erección en los hombres, presión arterial alta, la ya mencioanda diabetes tipo
2 o, en el caso de juntarlo con otras sustancias, como el tabaco emperoramiento
de la resaca, o los problemas de unirlo a cocaína o cannabis", explican
los expertos.
Sin
embargo, todavía se está estudiando si este tipo de forma de beber puede llevar
desarrollar dependencia al alcohol: "En principio parece que no, salvo que
tengas una predisposición a la adicción, en cuyo caso esto puede ser un
detonante", señala Ana Ferrer, jefa de la Unidad de Toxicología Clínica
del Hospital Clínico Universitario de Zaragoza, "aunque a las urgencias de
los hospitales siguen llegando y cada vez de forma más habitual", explica.
Otras
formas de divertirse
A
pesar de que, según los datos ofrecidos por el delegado del Gobierno para el
Plan Nacional sobre Drogas, Francisco de Asís Babín, en España existen 183
normativas contra el alcohol, especialmente contra su uso en los más jóvenes,
"hay algo que no se está haciendo bien", comenta Ignacio Calderón,
que insiste en la necesidad de volver a nuestros orígenes. "En España
antes se llevaba el patrón mediterráneo, es decir, consumo de alcohol más
moderado y sobre todo vino o cerveza, tras alguna comida o a media tarde",
indica.
"Soy
consciente de que es muy difícil que los jóvenes dejen de beber totalmente, es
muy utópico, pero por lo menos que se haga de forma responsable, y ahí tenemos
que ayudar todos, también los padres", afirma. "Tenemos unos patrones
de cultura en los que lo importante es empezar a salir de noche y estar toda
ella despierto. Estamos hablando de siete u ocho horas en las que te terminas
aburriendo y bebes, y para mantenerte en pie, sigues bebiendo, y lo juntas con
más drogas si puedes, y así varios fines de semana. Parece que si uno no se
emborracha no se integra y no se divierte, y ése es el error", explica.
Para
Calderón, "la idea es recuperar otras formas de ocio, entender que el alcohol
es también una droga, que con ello te machacas la vida y acabar con las
clásicas imágenes de los padres medio tomándose a broma la borrachera que trae
el niño a casa al día siguiente. No son cosas de la juventud, son problemas
importantes", finaliza.
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