Los
efectos de dejar de fumar se notan en la piel al mes de abandonar el hábito
tabáquico, según ha asegurado a Europa Press la experta de los Centros de
Tratamientos Estético-Médicos Felicidad Carrera, Leticia Carrera.
A
su juicio, parar el consumo de cigarrillos hace que la piel rejuvenezca y que
aparezca "más luminosa e hidratada". Para la también responsable del
módulo de Dermocosmética del Máster de Medicina Estética de la Universidad Rey
Juan Carlos de Madrid, la mejora de su calidad "se nota muchísimo".
Por
el contrario, los fumadores que persisten con este hábito encuentran en él
"un potente oxidante que produce radicales libres y el envejecimiento
prematuro de la piel", indica. Sus efectos en la dermis son diferentes en
función de la persona, ya que las que presentan una piel seca "tienen
menos luminosidad y una piel grisácea, fina, mate y con falta de densidad,
además de padecer de arrugas prematuras", señala.
Por
su parte, los consumidores de tabaco que tienen la piel gruesa o
mixta "presentan una dermis más sucia debido al hecho de tener los poros
dilatados y obstruidos por las partículas de alquitrán del humo", sostiene
Carrera. Además de los denominados puntos negros, estas personas "se
impregnan mucho del olor del tabaco porque tiene más lípidos, y tienen la piel
más oxidada y con falta de elasticidad", asegura.
Todos
estos efectos se producen porque la nicotina provoca la constricción de los
vasos sanguíneos, "lo que hace que llegue poco oxígeno a las células y que
envejezcan más rápidamente", mantiene. De hecho, explica que un sólo
cigarrillo "produce una vasoconstricción durante 90 minutos, además de
disminuir los niveles de vitamina A, la producción de colágeno y de elastina, y
aumentar la viscosidad de la sangre".
Carrera
advierte que los efectos del tabaco se notan también en los fumadores
ocasionales. "Aunque fumemos muy poco, la piel está poco nutrida y regada
por la sangre", admite la experta al tiempo que señala que el deterioro
que se produce en la dermis "es importante".
De
cualquier forma, reconoce que para que un ojo no experto note que una persona
es fumadora debe pasar "un año desde que se comenzó a fumar".
Transcurrido este tiempo, se ven afectados también otros aspectos como el pelo
y las uñas, aunque "en menor medida", aclara.
Por
otra parte, Carrera indica que el consumo de alcohol también es nocivo para la
salud de la piel, ya que éste "debilita las paredes de los
capilares", lo que hace "que se hagan más finitas". Por ello,
las personas que beben habitualmente "presentan los pómulos enrojecidos,
arrugas y falta de densidad".
No
obstante, la especialista de los Centros de Tratamientos Estético-Médicos
Felicidad Carrera considera que, para la piel y su envejecimiento, "es
peor ser fumador" que habitual consumidor de alcohol, "mucho
peor". De cualquier forma, lamenta que ambos consumos "suelen estar
asociados".
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