Todos
los años es lo mismo, con la llega del frío, aumentan los catarros, gripes y
otros problemas respiratorios. Sin embargo, a pesar de la cadencia, parece que
ni médicos ni pacientes tienen claro cuándo o para qué se deben utilizar los
antibióticos. Un estudio, publicado en la revista 'Archives of Internal
Medicine', apunta que todavía son demasiados los facultativos que recetan estos
fármacos en casos innecesarios y que un programa de apoyo para recordar en qué
casos hay que prescribir estos medicamentos ayudaría tanto a especialistas como
a ciudadanos a saber que, en ciertas patologías como la bronquitis aguda, lo
mejor es el agua y un analgésico.
Tomar
antibióticos cuando no son necesarios es además de un gasto innecesario, un
riesgo importante. Por un lado, está la aparición de efectos secundarios como
diarrea (por la destrucción de la flora bacteriana) u hongos y por otro, el
aumento de superbacterias que crean resistencias a estos fármacos y que hacen
difícil la curación de ciertas patologías. España se encuentra entre los países
europeos de mayor consumo de antibióticos y, como consecuencia, de mayor
porcentaje de cepas bacterianas resistentes, según datos del Ministerio de
Sanidad.
Por
este motivo, cualquier iniciativa para reducir ese mal uso de fármacos es
bienvenida. Ralph Gonzales, médico de la Universidad de California (San
Francisco), ha dirigido un estudio en el que se analizaba y comparaba la
eficacia de dos métodos para intentar disminuir la prescripción de antibióticos
en personas con bronquitis aguda -una infección de las vías respiratorias
bajas-, para la que no están indicados.
De
esta manera, 33 centros de atención primaria fueron asignados de forma
aleatoria a tres grupos: uno de ellos era el de control, en otro se les daba a
médicos y pacientes folletos informativos sobre las indicaciones de los
antibióticos y en el tercero se ofrecía información y un sistema de alertas
para recordar este tipo de información. Después, los autores compararon la
prescripción de antibióticos para la bronquitis aguda en todos los centros y
con las tasas de tres periodos invernales previos.
Lo
que pudieron comprobar fue que el número de recetas de antibióticos aumentó en
el primer grupo un 1%, mientras que se redujo un 12% en el segundo y un 13% en
el tercer grupo. "Cuando se unen estos métodos a otros materiales
educativos dirigidos a médicos y pacientes, tanto los folletos impresos como
los digitales pueden lograr mejoras", afirman los autores en su estudio.
Mensajes
más precisos
A
pesar de este 'éxito', Jeffrey A Linder, médico del Brigham and Women's
Hospital en Boston, Massachusetts (EEUU), se muestra muy crítico con las cifras
conseguidas. "Éxito no es reducir la tasa de prescripción de antibióticos
un 10%; el éxito sería disminuirlas al 10% [...] Necesitamos ser más claros con
los pacientes sobre los beneficios individuales y los riesgos asociados con la
prescripción de estos fármacos", afirma. Y señala que hay que insistir en
que muchas personas que toman estos medicamentos va a sufrir algún efecto
secundario, por lo que habría que decirles: "esta medicina es más probable
que te dañe a que te ayude".
No
obstante, y a pesar de estas advertencias, el perfil del paciente y de la
enfermedad puede hacer que el tratamiento no sea tan fácil de establecer, según
explica José Miguel Rodríguez González Moro, neumólogo del Hospital Gregorio
Marañón de Madrid y director de relaciones institucionales de la Sociedad
Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). "A veces, hay que ser
generosos con los antibióticos: En aquellos pacientes de edad avanzada, que
presentan una infección respiratoria y que tienen además otra patología como
otro problema respiratorio, como la EPOC, o si es diabético o está
inmunodeprimido", enumera.
Sin
embargo, este especialista sí tiene claro que hoy en día se es mucho más cauto
a la hora de prescribir estos fármacos que hace unos años. "Quizás por el
control del gasto médico y las evidencias científicas al respecto, se recetan
menos", afirma.
Qué
síntomas dan y cómo tratarlos
Rodríguez
González aclara que lo mejor "para los catarros comunes, la gripe o la
bronquitis aguda vírica, si la persona no tiene ningún otro problema, es no dar
antibióticos".
Estos
problemas se distinguen por sus síntomas. En el catarro puede aparecer tos
seca, mocos, molestias en la garganta e irritación de ojos. Por su parte, en la
gripe además de presentarse los síntomas mencionados, suele aparecer fiebre
elevada, malestar general, 'una sensación de paliza, y postración. En cambio,
en la bronquitis aguda, donde se suele inflamar la tráquea y los bronquios, la
tos es más profunda, hay expectoración y no suele darse fiebre.
"Estos
problemas siempre son producidos por virus", afirma el experto. Por este
motivo, los antibióticos no están indicados y "hay que dar un tratamiento
sintomático, es decir, un analgésico para las molestias, algún remedio natural
para la tos si se precisa y líquidos y zumos".
La
ingesta de agua o zumos está recomendada porque en invierno, cuando la persona
permanece en casa o en un lugar cerrado, el ambiente está muy seco.
"Conviene evitar la sequedad e hidratarse bien. Además, si tenemos la
nariz taponada, al respirar por la boca evaporamos más y tenemos mayor
sequedad. El agua y la humedad favorecen la expectoración", afirma este
neumólogo.
Sólo
habría que administrar un antibiótico en aquellos casos de bronquitis generada
por una infección bacteriana o en una neumonía. "En la bronquitis
bacteriana, cuyos síntomas son similares a la vírica y que pasan por tos
profunda y expectoración, la diferencia es que el esputo cambia de color, pasa
de ser blanco a amarillo o verdoso, y es más espeso. Quizás puede también haber
fiebre".
Por
su parte, la neumonía, que es el problema respiratorio más grave, genera fiebre
alta y mantenida, dolor en un costado que impide respirar, escalofríos y
tiritona. Los pacientes con este problema, que consiste en una inflamación del
parénquima pulmonar, deben recibir antibióticos y a veces es incluso necesaria
su hospitalización.
No
obstante, como apunta el especialista, hay que valorar caso por caso. "En
personas de riesgo (con insuficiencia renal, cardiaca, etc.) existe más riesgo
de que se complique un problema respiratorio menor y termine en una neumonía.
Porque, como se dice entre los médicos, los virus abren la puerta a las bacterias".
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