jueves, 17 de enero de 2013

Las lesiones cerebrales en los niños prematuros pueden ser reversibles



Dos nuevos estudios que se publican en Science of Traslational Medicine arrojan más luz sobre por qué los niños prematuros son más propensos a desarrollar problemas cognitivos, de aprendizaje y atención que los nacidos a término. De acuerdo con ambas investigaciones, en teoría, podría ser posible estimular el crecimiento de un bebé y «persuadir» a las neuronas para que se desarrollen de forma completa para así prevenir o revertir, al menos parcialmente, las discapacidades cognitivas y de aprendizaje experimentadas por algunos niños prematuros durante su vida.

En el primer trabajo, el equipo de Stephen Back, de la Oregon Health & Science University en Portland (EE.UU.) examinaron los cerebros de fetos de corderos que había sufrido isquemia -bajo flujo sanguíneo al cerebro-. La falta de flujo sanguíneo al cerebro conlleva una menor cantidad de oxígeno y de nutrientes al tejido cerebral.


Se sabe que los bebés prematuros son especialmente susceptibles a la isquemia porque sus vasos sanguíneos los cerebrales en desarrollo son todavía muy inmaduros. Los investigadores utilizaron imágenes de resonancia magnética para analizar el tejido de los cerebros de los animales y así vieron que las neuronas no habían muerto, como hasta ahora se pensaba que ocurría, sino que simplemente habían fallado a la hora de madurar de la forma normal.

Estímulos

Estos hallazgos, explica Back, desafían la noción de que una lesión cerebral en los niños prematuros, así como sus discapacidades cognitivas y de aprendizaje, son permanentes. Además, la publicación de sus resultados, coinciden con los del equipo de Steven Miller, de la University of British Columbia en Vancouver (Canadá), realizados en niños, y apoyan la idea de que las neuronas en el cerebro humano prematuro, de algún modo, se estresan y no se desarrollan, pero no están perdidas de forma permanente.


Miller y su equipo examinaron a 95 bebés prematuros nacidos entre la 24 y 32 semana de gestación -un embarazo a término es de 40 semanas-. Los investigadores analizaron el cerebro de los niños con imágenes de resonancia magnética; además evaluaron su peso, longitud, tamaño de su cabeza y otros factores como la presencia de infecciones o enfermedades serias. Así, descubrieron que el bienestar físico de los bebés en las unidades de cuidado intensivo neonatal afecta a la forma y a la rapidez en la que se desarrollan sus cerebros, específicamente la corteza cerebral.


Sin embargo, a pesar de que esta información sí muestra que un crecimiento pobre está ligado a una maduración neuronal y desarrollo cerebral limitados, los investigadores no han podido clarificar qué aspecto es crítico y determinante en el crecimiento: podría ser, creen, la nutrición, la ausencia de enfermedad, el peso, o una combinación de todos estos factores. Por eso, el paso siguiente es controlar a los bebés prematuros durante los próximos ocho años y continuar monitorizando su desarrollo cerebral con imágenes de resonancia magnética.

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