Con
más de 2.300 víctimas mortales y más de 4.000 afectados en África occidental,
el peor brote de ébola de la historia no arroja ni una sola pizca de esperanza
que permita avistar su fin. Esta misma semana, un estudio británico, realizado
en base a predicciones, estima que otros 15 países africanos (además de los
tres más afectados hasta ahora) tienen las condiciones ambientales y
epidemiológicas para que la enfermedad se siga extendiendo.
El
trabajo, publicado en la revista eLife, ha sido realizado por científicos de la
Universidad de Oxford (en Reino Unido), que analizan el papel del murciélago
como el reservorio más probable del virus del ébola.
Aunque
estos animales son portadores del patógeno y son capaces de trasmitirlos a
otras especies de mamíferos (incluido el ser humano), ellos mismos no presentan
ningún síntoma ni se ven afectados por la enfermedad. Y aunque el consumo de
carne de murciélago no es suficiente para resultar infectado, las prácticas de
caza y cocinado de su carne cruda que se llevan a cabo en algunos países
africanos sí facilitan la transmisión del ébola a humanos.
Teniendo
en cuenta la presencia de estos animales y sus patrones migratorios, el equipo
de Nick Golding en el departamento de Zoología, calcula que además de los tres
países afectados en el actual brote (Guinea Conakry, Liberia y Sierra Leona,
donde se ha dado el brote de forma endémica), otros 15 países tienen las
condiciones propicias para tener algún caso de ébola en humanos.
Se
trataría de Nigeria, Camerún, la República Centroafricana, Gana, Liberia,
Sierra Leona, Angola, Togo, Tanzania, Etiopía, Mozambique, Burundi, Guinea
Ecuatorial, Madagascar y Malawi. En el pasado, la enfermedad ha causado brotes
también en Congo, Sudán, Costa de Marfil, Gabón, Uganda o Sudáfrica.
"Eso
no quiere decir que la transmisión a humanos sea inevitable en estos
territorios", añade eso sí con cautela el autor principal, "sólo que
se dan las condiciones ambientales y epidemiológicas para que eso ocurra".
El
ejército de EEUU, sin preparación
Pero
más allá de predicciones, la situación actual ya preocupa bastante por sí sola.
De hecho, a pesar del mandato del presidente de EEUU para que el ejército se
implique de manera más directa en el control de este brote, ya han surgido
algunas voces asegurando que los militares no están suficientemente preparados
para tratar con un virus de este tipo.
Ha
sido a través de las páginas del diario The Washington Post, donde Nancy
Lindborg, de la Agencia estadounidense de Desarrollo Internacional, ha
advertido de que ni siquiera el poderoso ejército estadounidense dispone
"de un cuadro de expertos con experiencia en tratar este tipo de
epidemias".
A
pesar de su enorme potencial logístico, y de que el Ejército ha anunciado ya la
puesta en marcha de varios hospitales y laboratorios bien equipados sobre el
terreno, Lindborg señala que su personal carece de la suficiente preparación
ante una enfermedad como el ébola.
La
propia Organización Mundial de la Salud (OMS) está en la actualidad formando a
unos 500 profesionales sanitarios en Liberia, el país donde la hemorragia
parece más descontrolada por ahora, y todos los datos señalan que precisamente
médicos y enfermeros son uno de los grupos más vulnerables ante la enfermedad.
Los
datos de la OMS hablan de unos 240 sanitarios infectados en el transcurso del
brote (que se inició el pasado mes de marzo), de los que la mitad de ellos
habría fallecido.
De
hecho, también esta semana, otro artículo publicado en Annals of internal
Medicine' , alertaba de que la fatiga y el cansancio emocional de los
especialistas que están atendiendo a los pacientes podía hacer que incumpliesen
algunas normas básicas de seguridad a la hora de quitarse los trajes, guantes y
gafas protectores, aumentando así su riesgo de contagio.
Según
el comentario de Trish Perl y Noreen Hynes, especialistas en enfermedades
infecciosas de la Universidad Johns Hopkins (EEUU), cómo se quiten este material
después de atender a los pacientes es clave para su propia autoprotección.
Aunque admiten que es fácil que la fatiga, y el propio peso del equipo, les
lleve a cometer pequeños fallos (como limpiarse el sudor tras quitarse la
protección después de horas encerrados y con humedad bajo el mono protector).
Tanto
Lindborg como ambos especialistas destacan en este caso la labor de la ONG
Médicos Sin Fronteras, que lleva actuando en los tres países afectados desde el
principio, y que ha puesto en marcha incluso un protocolo para mitigar los
riesgos asociados a la operación de quitarse el equipo de protección.
"A
pesar de su naturaleza letal, la transmisión del ébola puede frenarse con
intervenciones sencillas", concluyen Perl y Hynes.
Sin
embargo, tanto la OMS como otros organismos internacionales insisten en que es
necesario destinar más fondos para frenar este problema. La OMS precisaba que
eran necesarios un mínimo de 490 millones de dólares (379 millones de euros).
Aunque algunos estamentos ya se han movilizado, como el Banco Mundial que
anunciaba a principios de agosto una donación de 200 millones de dólares (149
millones de euros) en fondos de emergencia o el reciente compromiso de la
fundación de Bill y Melinda Gates con 50 millones de dólares (unos 38 millones
de euros), está claro que todavía son necesarias más ayudas para combatir este
brote que puede ampliarse todavía mucho más de lo que se ha visto hasta ahora.
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