A
los 12 años, Sandra pasó por la mesa de operaciones para una intervención
rutinaria. Como le dijeron, contó hasta 10 hasta dormirse, pero al poco rato se
despertó y comprobó, con horror, que nadie se había dado cuenta y no podía
mover ni un músculo para avisar al cirujano. Como en las películas, creyó que
se había quedado encerrada en su propio cuerpo. "Probé a mover los
párpados, los dedos de los pies", pero nada funcionaba "y sólo podía
escuchar la charla banal de los médicos" cada vez con más miedo, relata.
Su
caso ilustra un fenómeno poco común, pero que puede acarrear importantes
consecuencias para quien lo sufre. Ella, de hecho, padeció durante 15 años
importantes niveles de estrés relacionados con el episodio. "Tenía
pesadillas en las que un monstruo que se asemejaba al Dr. Who [protagonista de
una serie de televisión británica] saltaba sobre mí y me paralizaba",
rememora esta paciente en las páginas de un reciente informe que han elaborado
el Real colegio de Anestesistas y la Asociación de Anestesistas de Gran Bretaña
e Irlanda.
El
exhaustivo documento, elaborado tras analizar las aproximadamente tres millones
de anestesias generales realizadas en hospitales públicos de los citados países
entre 2010 y 2013, identifica tanto la incidencia, como las causas y
consecuencias de estos despertares accidentales, en un intento de conocer mejor
el problema para minimizarlo al máximo posible.
Los
datos, con todo, constatan que la experiencia es muy poco frecuente ya que se
produce aproximadamente en uno de cada 19.000 casos, según el informe que se ha
publicado en la revista Anaesthesia.
Los
investigadores han identificado varios factores de riesgo que aumentan las
posibilidades de sufrir el problema. Así, ser mujer, joven adulto, tener
obesidad, haber padecido previamente un despertar similar, estar sometido a una
intervención de emergencia o bajo una anestesia con bloqueantes neuromusculares
se relacionaron con una mayor probabilidad de sufrir la experiencia.
Del
mismo modo, la incidencia de este despertar accidental también se mostró más
frecuente en algunos procedimientos, como los obstétricos -por ejemplos las
cesáreas-, los cardiacos o los torácicos.
Aunque
no todos las recuperaciones de consciencia no previstas suponen un shock para
los pacientes, según los resultados de este trabajo, hasta el 51% provocan
estrés y "en un 41% de los casos se produce un daño psicológico a largo
plazo".
En
este sentido, los responsables de la publicación subrayan que "la
interpretación del paciente de lo que está ocurriendo en el momento del
despertar parece central para el impacto posterior", por lo que
recomiendan a sus colegas que, ante un caso sospechoso o incluso tras la
operación, tranquilizar y explicar al paciente lo que está sucediendo, es
fundamental.
Aunque
poco frecuentes, los anestesistas sugieren que un gran número de los casos que
se producen podrían evitarse, por lo que aconsejan el uso de una check list que
ayude a prevenir cualquier error con la medicación o los distintos parámetros a
tener en cuenta.
Ref:
Haz click aquí
No hay comentarios:
Publicar un comentario