martes, 23 de septiembre de 2014

Los riesgos de despertarse en la mesa de operaciones



A los 12 años, Sandra pasó por la mesa de operaciones para una intervención rutinaria. Como le dijeron, contó hasta 10 hasta dormirse, pero al poco rato se despertó y comprobó, con horror, que nadie se había dado cuenta y no podía mover ni un músculo para avisar al cirujano. Como en las películas, creyó que se había quedado encerrada en su propio cuerpo. "Probé a mover los párpados, los dedos de los pies", pero nada funcionaba "y sólo podía escuchar la charla banal de los médicos" cada vez con más miedo, relata.

Su caso ilustra un fenómeno poco común, pero que puede acarrear importantes consecuencias para quien lo sufre. Ella, de hecho, padeció durante 15 años importantes niveles de estrés relacionados con el episodio. "Tenía pesadillas en las que un monstruo que se asemejaba al Dr. Who [protagonista de una serie de televisión británica] saltaba sobre mí y me paralizaba", rememora esta paciente en las páginas de un reciente informe que han elaborado el Real colegio de Anestesistas y la Asociación de Anestesistas de Gran Bretaña e Irlanda.

El exhaustivo documento, elaborado tras analizar las aproximadamente tres millones de anestesias generales realizadas en hospitales públicos de los citados países entre 2010 y 2013, identifica tanto la incidencia, como las causas y consecuencias de estos despertares accidentales, en un intento de conocer mejor el problema para minimizarlo al máximo posible.

Los datos, con todo, constatan que la experiencia es muy poco frecuente ya que se produce aproximadamente en uno de cada 19.000 casos, según el informe que se ha publicado en la revista Anaesthesia.

Los investigadores han identificado varios factores de riesgo que aumentan las posibilidades de sufrir el problema. Así, ser mujer, joven adulto, tener obesidad, haber padecido previamente un despertar similar, estar sometido a una intervención de emergencia o bajo una anestesia con bloqueantes neuromusculares se relacionaron con una mayor probabilidad de sufrir la experiencia.

Del mismo modo, la incidencia de este despertar accidental también se mostró más frecuente en algunos procedimientos, como los obstétricos -por ejemplos las cesáreas-, los cardiacos o los torácicos.

Aunque no todos las recuperaciones de consciencia no previstas suponen un shock para los pacientes, según los resultados de este trabajo, hasta el 51% provocan estrés y "en un 41% de los casos se produce un daño psicológico a largo plazo".

En este sentido, los responsables de la publicación subrayan que "la interpretación del paciente de lo que está ocurriendo en el momento del despertar parece central para el impacto posterior", por lo que recomiendan a sus colegas que, ante un caso sospechoso o incluso tras la operación, tranquilizar y explicar al paciente lo que está sucediendo, es fundamental.

Aunque poco frecuentes, los anestesistas sugieren que un gran número de los casos que se producen podrían evitarse, por lo que aconsejan el uso de una check list que ayude a prevenir cualquier error con la medicación o los distintos parámetros a tener en cuenta.

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