Uno
de los principales motivos que llevan a las personas mayores a la consulta del
médico es el dolor. Más del 80% de los ancianos sufre algún tipo de molestia en
músculos, huesos o nervios, lo que afecta significativamente a su funcionalidad
y a su calidad de vida.
La
osteoartritis, una enfermedad degenerativa que desgasta el cartílago de las
articulaciones y se asocia al envejecimiento, tiene gran parte de la culpa.
Pero no es la única responsable. Otros factores fisiológicos, psicológicos y
que están relacionados con los hábitos de vida intervienen directamente en la
aparición de dolor en la tercera edad, aunque no siempre reciben la atención
adecuada.
Un
estudio británico subraya la importancia que tienen en este sentido aspectos
como tener una mala calidad del sueño, padecer ansiedad o sufrir deterioro
cognitivo, entre otros.
"El
manejo clínico del dolor generalizado en ancianos tiene que extenderse más allá
del tratamiento de la osteoartritis y considerar intervenciones
combinadas" que tengan en cuenta cuál es el perfil del enfermo, señalan
los autores en las páginas de la revista Arthritis and Rheumatism.
Una
idea en la que coincide el doctor David Abejón, responsable de la Unidad del
Dolor del Hospital Universitario Quirón de Madrid. "El dolor es un
sentimiento subjetivo y es habitual que cualquier cosa que afecte al estado anímico
del paciente lo pueda incrementar". Por eso subraya que es tan importante
que las unidades del dolor estén compuestas por equipos multidisciplinares,
incluidos psicólogos, fisioterapeutas, terapeutas... "aunque en España,
desgraciadamente, esto es infrecuente por una cuestión económica".
Mayores
de 65 años
Los
científicos de la Universidad de Keele (Reino Unido) llevaron a cabo una
investigación para evaluar el impacto de factores socioeconómicos, fisiológicos
y psicosociales en la aparición de dolor generalizado entre las personas
mayores de 65 años.
Para
ello, analizaron -a través de cuestionarios- los datos sobre el sueño, los
hábitos, la salud o la situación financiera y social de una muestra de 4.326
adultos mayores de 50 años que, al comienzo de la investigación, no presentaban
problemas graves de dolor.
Los
pacientes fueron seguidos durante una media de tres años en los que,
periódicamente, se les preguntó por la aparición de molestias físicas. Los
resultados mostraron que un 19% de los participantes (unas 800 personas)
desarrollaron dolor generalizado durante el periodo estudiado.
El
análisis demostró que la osteoartritis era un factor desencadenante claro. Pero
que también otros factores influían. "En nuestro trabajo tener un sueño no
reparador se mostró como el principal factor predictor de dolor [después de
tener en cuenta la enfermedad degenerativa]", señalan los investigadores,
quienes también inciden en la importancia de aspectos como sufrir ansiedad,
deterioro cognitivo o problemas físicos.
El
sueño, así como la ansiedad, señalan los científicos en la revista médica,
"son factores modificables que permiten mejorar las intervenciones en este
grupo de pacientes", subrayan. "Nosotros sí hemos enviado algún caso
particular, de dolor complejo, a la unidad de sueño para que lo estudien",
apunta el doctor Abejón, aunque admite que no todos los hospitales disponen de
estas unidades.
En
las conclusiones de su trabajo, los investigadores reclaman nuevos estudios que
identifiquen nuevos factores ligados al dolor en la tercera edad, así como una
mayor atención a esta realidad por parte de los especialistas clínicos.
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