Lo
más agresivo no es siempre la peor opción; a veces, tratamientos conservadores,
más coste-efectivos a corto plazo, son más caros, tanto en términos económicos
como en los más importantes, en mortalidad y calidad de vida. Ahora, el primer
gran estudio que ha comparado la efectividad de los dos procedimientos más
empleados para el tratamiento de la enfermedad cardiovascular, la cirugía de
revascularización coronaria con bypass, más agresiva, o la alternativa más
conservadora que evita pasar por el quirófano, la intervención coronaria percutánea
con colocación de mallas de acero (stent), parece demostrar que, en el caso de
pacientes diabetes y enfermedad coronaria multivaso -varias arterias
afectadas-, la cirugía es más eficaz en cuanto a la evolución de los pacientes.
El
trabajo, que se presenta en la Reunión Anual de la Asociación Americana del
Corazón y se publica en The New England Journal of Medicine supone, en palabras
de su autor, Valentín Fuster, director del Centro Nacional de Investigaciones
Cardiovasculares (CNIC), «la resucitación de la cirugía cardiaca» porque puede «cambiar
las recomendaciones terapéuticas para miles de individuos con diabetes y
enfermedad coronaria». De la misma opinión es Gary H. Gibbons, director del
Instituto Nacional del Corazón, el Pulmón y la Sangre (NHLBI) de EE.UU.: «los
resultados confirman que la cirugía con bypass es, en términos generales, una mejor
opción terapéutica para personas con diabetes y enfermedad coronaria multivaso.
Por lo tanto, pueden ayudar a los médicos a prevenir eventos cardiovasculares
como ataques cardiacos o muertes entre estos pacientes».
Fuster
va un poco más lejos. «No sólo en los pacientes con diabetes debemos ofrecer la
cirugía; también en aquellos enfermos cardiovasculares complejos, que tienen
enfermedad multivaso, aunque no sean diabéticos, como ya habían sugerido
algunos estudios preliminares».
Se
calcula que entre el 25% y el 30% de los pacientes que requieren de una cirugía
con bypass o de un stent padecen conjuntamente enfermedad coronaria multivaso y
diabetes. Así, la cifra de pacientes es muy elevada; sólo en España se calcula
que hay 4 millones de personas con diabetes y en 2010 fallecieron 35.259
personas por patologías isquémicas del corazón.
Más
agresivo
La
revascularización coronaria con bypass es un procedimiento más agresivo que en
los últimos años ha ido perdiendo terreno ante intervención coronaria percutánea
con stent, un procedimiento mucho menos invasivo. En el primero, los cirujanos
cardiacos intentan mejorar el flujo sanguíneo hacia el músculo cardiaco usando
una arteria sana o una vena de otra parte del cuerpo para eludir la arteria
coronaria bloqueada. En el segundo caso, las arterias bloqueadas se abren desde
dentro con un globo que se infla. A continuación, se inserta una pequeña malla,
conocida como stent, que mantiene la arteria abierta, de forma que la sangre
continúa fluyendo hacia el músculo cardiaco.
En
el estudio han participado 140 centros médicos de 16 países, incluidos seis
hospitales españoles, y 1.900 adultos con diabetes y enfermedad coronaria con
estrechamiento en varios vasos sanguíneos, pero no en la arteria coronaria
izquierda principal, que requiere tratamiento inmediato con cirugía con bypass.
El tipo de stent que se utilizó, denominado stent recubierto de fármacos, está
rodeado de un medicamento que se libera lenta y continuadamente para prevenir
que la arteria abierta se vuelva a bloquear. Según la Fundación Española del
Corazón, en España se colocan al año más de 100.000 stents, de los que entre el
20% y el 25% se realiza tras un infarto de miocardio.
Cambio
en las recomendaciones
Para
Fuster, los resultados del trabajo son «espectaculares»: a los 5 años los
pacientes que se habían sometido a una cirugía con bypass presentaban menos
efectos adversos y mejores tasas de supervivencia que aquellos a los que les
habían practicado una intervención con stent. En concreto, explicó Fuster a
ABC, la cifra de ictus, ataques cardiacos o muerte era de un 18,7% en los
tratados con cirugía con bypass, mientras que en el otro grupo era del 26,6%.
Y
aunque reconoce que el número de ictus fue ligeramente más habitual en el grupo
que se sometió a cirugía, recuerda que este es un riesgo muy conocido de la
cirugía con bypass. Sin embargo, apunta, hubo más fallecidos por cualquier
causa en el grupo del stent (un 16,3%) que en el de la cirugía con bypass (un
10,9%).
Difícil
decisión
Sin
embargo, y a pesar de estos resultados, la decisión ante una enfermedad
coronaria de múltiples vasos sigue siendo compleja. La cardiología
intervensionista, con técnicas como el uso de stents recubiertos de fármacos,
ha demostrado una gran eficacia. Hasta ahora, se esgrimían los costes de la
cirugía como un factor determinante en la elección de una u otra técnica. Sin
embargo, según Fuster, «la decisión puede ser más sencilla ahora, ya que la
cirugía ha demostrado no solo ser más eficaz, sino también más coste efectiva a
largo plazo».
La
decisión entre una técnica u otra está, en muchas ocasiones, en manos del
paciente. Y esto, en opinión de Valentín Fuster, director del Instituto
Cardiovascular del Mount Sinai Hospital de Nueva York (EE.UU.), puede ser un
grave error. «Si se quiere vivir más tiempo, ésta es una decisión equivocada»,
señala el director del CNIC. Recuerda Fuster que en más de la mitad de los
pacientes con estas característica se emplea la técnica menos agresiva.
Para
Fuster, los resultados de este trabajo, junto con otros sugeridos en
investigaciones previas, demuestran que «a menos que haya algo que lo impida,
la cirugía con bypass debe ofrecerse siempre como primera opción». La calidad
de vida, las probabilidades de estar libre de enfermedad y el hecho de que es más
coste-efectivo a largo plazo inclinan la balanza de la efectividad terapéutica
a favor de la cirugía con bypass. «Ya no hay excusas para no utilizar la cirugía»,
concluye.
Premio
por su contribución a la medicina cardiovascular
La
Asociación Estadounidense del Corazón (AHA) ha otorgado a Valentín Fuster uno
de los premios más prestigiosos en el área cardiovascular. La AHA premia a
Fuster por sus contribuciones «significativas y sostenidas en el tiempo» en un
amplio espectro de la medicina cardiovascular, hallazgos que han «acelerado el
progreso hacia la conquista de la enfermedad y el enriquecimiento general de la
condición humana».
La
entidad reconoce que, con un enfoque en la investigación traslacional, Fuster
ha aportado numerosos conocimientos a la patogénesis de la enfermedad de las
arterias coronarias y la trombosis, entre los que destacan: la identificación
pionera del importante papel de las plaquetas en la enfermedad aterotrombótica;
el descubrimiento de que las plaquetas pueden crear bloqueos tras la colocación
de un bypass coronario -bloqueos que pueden ser prevenido con aspirina-; la
revelación de que la ruptura de placa de ateroma se da a menudo y de forma
paradójica en pequeñas lesiones que parecen inactivas y cuyo comportamiento es,
por lo tanto, impredecible; la identificación y caracterización de la placa de
ateroma más vulnerable a través de resonancias magnéticas de última generación;
el descubrimiento de que dicha vulnerabilidad se puede revertir con estatinas,
o la a demostración in vivo del papel del colesterol HDL para revertir las
placas ricas en macrófagos y lípidos, entre otros.
Además
de sus logros en investigación, el director general del CNIC ha contribuido de
forma significativa a aumentar el conocimiento de la enfermedad coronaria, a
elevar su tratamiento y a eliminar los obstáculos geográficos a su erradicación.
En este sentido, ha liderado diversas iniciativas para inculcar la idea de que
las enfermedades no comunicables son un problema global. La Organización de las
Naciones Unidas así lo ha reconocido y Fuster lideró una comisión del Instituto
de Medicina de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU. para desarrollar unas
guías de promoción de la salud cardiovascular a nivel mundial.
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