Llega
el frío y con él los virus, resfriados, gripes y demás 'bichitos'
respiratorios. Si tiene niños en casa, prepárese para una convivencia cercana
con los mocos durante los próximos meses. Los más pequeños suelen ser los
principales reservorios y transmisores de estas infecciones invernales, aunque
sean los adultos quienes las sufren con más virulencia.
"Con
el primer frío, llegan los virus del resfriado, adenovirus que causan
generalmente dolor de garganta, mocos y otras molestias sin fiebre. Cuando la
temperatura vuelve a subir y bajar, los que nos 'atacan' son los virus
intestinales, con fiebre no muy alta, vómitos y diarrea", explica el
doctor Josep María Cots, coordinador del Grupo de Enfermedades Infecciosas de
semFYC.
"Y
cuando ya llega el frío de verdad, es cuando aparece la gripe, que generalmente
hace su entrada en la semana 52, la última del año; aunque con los cambios
climáticos el año pasado se retrasó hasta mediados de febrero".
En
todos estos escenarios, añade Cots, los niños suelen jugar un papel clave en la
cadena de transmisión. "La manera que tiene el organismo de ir formando el
sistema inmunológico es ir haciendo frente a todas estas infecciones",
añade, "si les cortásemos todas estas enfermedades leves a los niños, no
podrían hacer frente a una infección grave llegado el momento".
"Esta
situación puede considerarse una etapa más o menos inevitable que habrá que
pasar y que un niño normal superará sin grandes problemas", destaca por su
parte Carlos Valdivia, de la Asociación Española de Pediatría de Atención
Primaria.
"Los
niños son más susceptibles a este tipo de infecciones respiratorias, porque su
sistema inmunológico es aún inmaduro", añade por su parte el doctor Eduardo
López Granados, vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Española de
Inmunología.
A
cambio, explica, sus defensas están más ágiles que las de un adulto, por lo que
su respuesta a virus e infecciones es más inmediata y, por lo general, más
leve. "Los menores están muy expuestos a infecciones, de manera que su
sistema defensivo está permanentemente activo y eso les permite reaccionar más
rápido, aunque con mecanismos no tan eficaces ni robustos como los de un
adulto", añade.
"Como
sus mecanismos defensivos (como la fiebre) se disparan antes, lo habitual es
que lo toleren mejor que los adultos; cuyo sistema inmune va envejeciendo con
el paso de los años y con ciertos hábitos de riesgo, como el tabaco",
prosigue López Granados.
Por
otra parte, como subraya el doctor Valdivia, "la mayor parte de procesos
febriles en la infancia son infecciones autolimitadas que, en pocos días, y con
un tratamiento sintomático, se superan sin problema".
En
el caso de los pequeños que no van a la guardería, prosigue el especialista de
la semFYC, los niños acabarán 'cogiendo' las mismas infecciones aunque quizás
en menor número y con menos intensidad que sus coétaneos. "No hay otro
modo de adquirir las defensas", asegura. Como tampoco hay ningún método
eficaz de fortalecer las defensas 'de venta en farmacias'. "Ni preparados
vitamínicos, homeopatía, probióticos... ni siquiera hay consenso sobre la
vitamina C y los estudios son contradictorios". Aunque eso sí, reconoce,
esta última es un remedio natural que no hace daño a nadie y puede aliviar los
síntomas.
¿Y
la gripe?
El
doctor David Moreno, coordinador del comité asesor de vacunas de la Asociación
Española de Pediatría, añade por su parte que la estecha convivencia de los
niños en espacios cerrados y el contacto estrecho con sus padres y abuelos
puede tener la clave de su importancia a la hora de contagiar virus a sus
mayores.
Precisamente,
ambos especialistas coinciden en la precaución especial que deben tener los
abuelos (que cada vez ejercen más como cuidadores de sus nietos), que pueden
sufrir con especial virulencia los efectos de un virus como el de la gripe (que
afecta al 5%-15% de los adultos y al 20-30% de los niños, según datos del Grupo
de Estudio de la Gripe).
En
este sentido, el doctor Ramón Cisterna, coordinador de este grupo de expertos,
aclara que en nuestro país no está recomendada la vacunación generalizada
contra la gripe en niños sanos, como sí lo hacen otros países (como EEUU). En
España, aclara, sí se recomienda vacunar a los menores con factores de riesgo
(aquellos con problemas respiratorios, inmunodeprimidos...) y siempre a partir
de los seis meses de vida. El doctor Valdivia recuerda que en los hogares con
lactantes menores de seis meses con factores de riesgo, debe ser el entorno
familiar el que se vacune para protegerles.
El
jefe del servicio de Microbiología Clínica y Control de la Infección del
Hospital de Basurto de Bilbao, añade que si un niño contrae la gripe, las
recomendaciones deben ser las mismas que para un adulto: beber mucho líquido,
descansar y seguir las recomendaciones del pediatra en caso de fuese necesario
administrar algún antitérmico para bajar la fiebre (y no olvidar que los
antibióticos no sirven de nada contra los virus).
Entre
los signos de alarma que pueden indicar a los padres que la infección se agrava
y deben consultar al pediatra está la fiebre de varios días de evolución, las
dificultades respiratorias, decaimiento, vómitos o un deterioro del estado
general del menor.
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