Un
estudio publicado en el último número de la revista 'The Lancet' ha demostrado
que la puesta en marcha en varios países de África de un subsidio global de
medicamentos ha conseguido cambios positivos en la lucha contra la malaria.
"África
es el hogar del 80 por ciento de los casos de malaria, pero la mayoría de la
población no tiene acceso al tratamiento combinado de artemisina (TCA)",
explica Kara Hanson de la Escuela de Londres de Higiene y Medicina Tropical, en
el Reino Unido, una de las autoras principales del nuevo estudio.
El
acceso está restringido por suministros de poca confianza por parte del
servicio de salud pública, los altos precios y la disponibilidad limitada en el
sector privado; por lo tanto, son los antipalúdicos más baratos y menos
efectivos los que actualmente dominan el mercado.
Sin
embargo, el nuevo estudio incluyó ocho programas piloto nacionales de la
Against Malaria Foundation (AMF) en Ghana, Kenia, Madagascar, Níger, Nigeria,
Tanzania (incluida Zanzíbar) y Uganda, de los que se evaluaron los cambios en
la disponibilidad, el precio y la cuota de mercado en cada país, a través de
encuestas representativas a nivel nacional de puntos de venta del sector
público y privado de fármacos antipalúdicos, antes y después de la introducción
del subsidio de TCA de calidad garantizada (QAACT, por sus siglas en inglés) e
intervenciones de apoyo (por ejemplo, campañas de comunicación).
Entre
agosto de 2010 y finales de 2011, más de 155 millones de dosis de QAACT fueron
subvencionados por la AMF. La disponibilidad de QAACT ascendió a más del doble
en cinco países y la cuota de mercado se multiplicó por cuatro; aunque el
efecto de la AMF fue más limitado en Níger y Madagascar.
La
AMF ha tenido un efecto particularmente dramático en el sector privado, donde
la cuota de mercado de QAACT ha experimentado un aumento porcentual superior a
los 30 puntos. Además, los precios en la venta privada de QAACT con ánimo de
lucro cayeron considerablemente (hasta en un 80%) en seis países. La cuota de
mercado de las monoterapias de artemisinina también experimentó importantes
descensos en Nigeria y Zanzíbar.
"Sin
embargo, no todos los cambios observados se pueden atribuir a la AMF",
señalan los autores, "ya que existen algunas pruebas de que los precios ya
habían empezado a caer antes de las acciones de la AMF y que su cuota de
mercado había comenzado a aumentar, aunque la mayor parte de este aumento se
produjo en el sector público".
Según
Hanson, "está claro que tocar la cadena de distribución del sector privado
puede tener una influencia importante en los tratamientos contra la malaria, su
precio, y su calidad, en tan sólo unos pocos meses, pero se necesita más
información acerca de si los medicamentos subvencionados están llegando a
quienes más lo necesitan".
En
un comentario relacionado, algunos de los científicos más eminentes del mundo
advierten que, a pesar del éxito del programa, su futuro podría estar en
peligro, ya que en noviembre de 2012 la Junta Directiva del Fondo Mundial
votará si continuar con la AMF después de diciembre de 2013, o dar por
terminado el programa. Existe un fuerte impulso por parte de inversores (aunque
no de países) para integrar a la AMF en el modelo ordinario del Fondo Global,
en el que los países elegirán el presupuesto que quieren asignar a AMF. Creemos
que este enfoque creará inestabilidad en la demanda de artemisinina, bajará el
número de fabricantes de TCA, aumentará sus precios, y abandonará a los
millones de personas que dependen de la AMF".
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