Las
patologías mentales son la causa del 30% de la discapacidad producida por
enfermedades. En muchos casos, al sufrimiento que supone tener una enfermedad
mental se suma el rechazo social por el desconocimiento y la ignorancia que
tiene la sociedad sobre estas enfermedades. Acabar con este rechazo es uno de
los objetivos que se persiguen con la celebración, hoy miércoles 10 de octubre,
del Día Mundial de Salud Mental, y que tiene como lema La mejor inversión. Tu
salud mental.
«Vamos
en la dirección adecuada», dijo Ana Mato, ministra de Sanidad ayer, aunque
reconoció que aún queda mucho camino por recorrer. A su juicio, «la percepción del
enfermo mental ha ido cambiando». Frente a la visión del paciente como algo que
se debía «aislar y ocultar», hoy, «con la ayuda de profesionales y el adecuado
tratamiento pueden llevar una vida plena». En este cambio, ha ensalzado el
papel de la familia, «una pieza clave para afrontar la enfermedad y la
reinserción del enfermo».
La
ministra ha explicado que, debido a la alta incidencia de las enfermedades
mentales y al hecho de que quienes las sufren, en muchos casos, desarrollen
otros problemas de salud físicos y el elevado coste social, económico y
familiar, hace que «trabajar para promover el estado de buena salud mental sea
la mejor inversión que podemos realizar». Mato ha indicado que «al menos un 9%
de la población española padece algún tipo de trastorno mental», y hasta el 15%
lo desarrollará en algún momento de su vida. De los tres millones de personas
con discapacidad, una de cada diez lo es por padecer alguna enfermedad mental.
Coste
de la salud mental
Desde
el punto de vista económico, el impacto global de los problemas de salud mental
en la Unión Europea supone un coste de entorno al 3-4% del PIB. En este cálculo
se tienen en cuenta costes directos (cuidados del enfermo) e indirectos (pérdida
de productividad y absentismo laboral). Por todo ello, «las repercusiones de la
salud mental a nivel laboral, social y económico son muy importantes», y para
mejorar la atención, «debe realizarse de forma integral».
Asimismo,
recordó que, junto con las Comunidades Autónomas y las sociedades científicas y
de pacientes, «trabajamos para alcanzar los objetivos establecidos en la
Estrategia de Salud Mental 2009-2013». Se trata de una estrategia que «nos
responsabiliza como instituciones sanitarias frente a pacientes y familiares de
la protección de la salud mental», al tiempo que «garantiza la equidad,
comprensividad, continuidad y accesibilidad a tratamientos de calidad en toda
España».
Inversión
real y mantenida
Sin
embargo, la Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con
Enfermedad Mental (FEAFES) ha querido trasladar, tanto a las administraciones públicas
como al conjunto de la sociedad, el mensaje de que es necesaria esa «inversión»
en dos sentidos. Por una parte económica, para «mantener y mejorar» los
recursos en salud mental. Y en segundo lugar porque «todos debemos invertir
tiempo y atención a nuestra propia salud mental y la de las personas de nuestro
entorno».
El
presidente de esta entidad, José María Sánchez Monge, defiende el derecho de
cualquier persona con enfermedad mental a «recibir un tratamiento completo» que
incluya no solo la medicación, sino también psicoterapias y apoyos para «la
recuperación personal y la integración». Y denuncia que «no se puede justificar
que a una persona con enfermedad mental se le retire la atención en ningún caso»,
sostuvo Sánchez Monge, quien en este sentido mostró su preocupación por que los
recortes de las distintas administraciones públicas perjudiquen al más del millón
de personas que presenta un trastorno mental grave en España.
Deterioro
en la calidad de vida
Desde
la Confederación que reúne a 288 asociaciones de personas con enfermedad mental
y familiares de toda España advierten de que «si siguen las reducciones
presupuestarias, no se apoyan los programas desde el ámbito sociosanitario y se
reduce la atención a las recetas médicas y los servicios de urgencias, daremos
un gravísimo salto hacia atrás en la calidad de vida de decenas de miles de personas.»
Por
ello, desde FEAFES confían en que la administración sea consciente de la
gravedad de la situación y mantenga vías de financiación para los distintos
servicios y programas de atención en salud mental.
En
este sentido, desde FEAFES proponen desarrollar un modelo de atención «cercano
y continuado» que se centre en las capacidades de recuperación de cada persona.
De este modo, según FEAFES, se conseguiría no sólo mejorar la vida de las
personas con enfermedad mental y sus familias, sino también un importante
ahorro en las cuentas públicas.
«Un
buen seguimiento consigue ahorrar en las partidas más costosas: los ingresos
hospitalarios y la medicación. Y una prevención eficaz evitaría buena parte del
gasto público durante el resto de la vida de esa persona», argumentó Sánchez
Monge.
Inversión
en investigación
Algo
similar también se reclama desde Centro de Investigación Biomédica en Red de
Salud Mental (CIBERSAM). España, dicen, es uno de los países de la Unión
Europea en los que el porcentaje de gasto en salud mental frente al gasto total
en salud es menor. Detrás tan sólo se sitúa Letonia, Francia, Portugal, República
Checa y Eslovaquia.
«Estamos
en un momento de crisis y entendemos que hay que ajustar aún más los recursos
disponibles», señala el director científico de CIBERSAM, Celso Arango, «pero aún
así, dentro de los presupuestos, existe una desproporción entre lo que reciben
para investigar otras patologías respecto a las mentales o enfermedades del
cerebro. Los años de vida perdidos por discapacidad de las personas que tienen
enfermedades neuropsiquiátricas son mucho mayores que los de otras patologías
que reciben el doble de la financiación asignada a la salud mental», denuncian.
Contra
los prejuicios
Con
motivo del Día Mundial de la Salud Mental, FEAFES ha presentado «La Primera
Etiqueta», un vídeo donde una persona con enfermedad mental muestra que es
mucho más que la etiqueta «enfermo» y los prejuicios que en muchas ocasiones
acompañan a este tipo de trastornos.
A
través de la aparición de otras «etiquetas» -hermano, trabajador, amigo, soñador
y papá- se muestra cómo cualquier persona es mucho más que «la primera etiqueta»
que podemos adjudicarle, y más en el caso de una persona con un problema de
salud mental.
El
anuncio está inspirado en la vida real del protagonista, Carles Peñarroya. Para
este barcelonés, el vídeo consigue «dejar el trastorno en un tercer plano» y «refuerza
la idea de que una persona es lo que hace y lo que consigue». Peñarroya se
lamenta de que, para buena parte de la sociedad, la imagen de una persona con
enfermedad mental sea la de «alguien internado en un hospital, o arrinconado
sin hacer nada en el sofá y que no se entera de nada». Una idea, según él, muy «alejada
de la realidad».
La
salud mental en cifras
Una
de cada cuatro personas, el 25% de la población mundial, tendrán un trastorno
mental a lo largo de su vida.
450
millones de personas en todo el mundo se ven afectadas por una enfermedad
mental que dificulta gravemente su vida.
En
España entre el 2,5 y el 3% de la población adulta tiene una enfermedad mental
crónica. Esto supone más de un millón de personas.
Un
9% de la población española padece algún tipo de trastorno mental, y hasta el
15% lo desarrollará en algún momento de su vida.
De
los tres millones de personas con discapacidad, una de cada diez lo es por
padecer alguna enfermedad mental.
La
depresión sigue siendo la patología más frecuente y en la mayoría de las
ocasiones cursa de forma leve a moderada.
Un
1% de la población mundial desarrollará alguna forma de esquizofrenia a lo
largo de su vida.
Entre
un 35 y un 50% de las personas con enfermedad mental de los países occidentales
no recibe ningún tipo de tratamiento.
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