Cuando
habla, Celia Sánchez-Ramos dice muchas cosas con los ojos. Los conoce bien. No
en vano, han sido el eje central de su carrera profesional y le han valido una
larga lista de logros y distinciones -entre otras la de mejor inventora en 2009
para la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual-.
Afirma
que no los cuidamos lo suficiente, que les pedimos mucho más de lo que les
damos. Y, lo que es más preocupante, que tanta desidia puede tener graves
consecuencias. "Queremos que estén activos al 100% durante mucho tiempo,
incontables horas de nuestra vida y sólo nos acordamos de que están ahí cuando
algo falla, cuando a veces ya no hay nada que hacer", subraya.
Convencida
de que debemos proteger en mayor medida nuestra visión, esta doctora en
Medicina Preventiva y Salud Pública, licenciada en Farmacia y diplomada en
Óptica y Optometría por la Universidad Complutense, donde imparte clases, se
embarcó hace más de una década en la búsqueda de herramientas de prevención.
Hoy, con más de 10 patentes a sus espaldas, acaba de presentar unos protectores
específicos para dispositivos móviles que están diseñados para reducir la
cantidad de luz azul -la más dañina de todas las que componen el blanco- que
llega a nuestra retina.
"La
luz azul está en todas partes. Entre el 23 y el 24% de la luz blanca es azul, o
sea, tiene longitudes de onda corta y, por tanto, con mucha energía", aclara.
El problema, continúa, es que "comparados con lo que hacían nuestros
predecesores, en los últimos años hemos añadido a nuestra exposición una
cantidad enorme de luz sin permitir al sistema que la digiera, sin permitirle
que sea capaz de crear mecanismos fisiológicos de compensación".
Los
dispositivos móviles (como tabletas y teléfonos), que emiten una gran cantidad
de luz azul y que se utilizan en distancias cortas, son el último ejemplo de
esta sobre-exposición.
"No
estoy en contra de la tecnología, de hecho soy la primera en usarla",
advierte Sánchez-Ramos. "Lo que hay que hacer es protegerse de la luz
dañina".
Según
explica, los protectores que ha desarrollado y que tienen cierta coloración
amarillenta permiten reducir la radiación dañina sin que esto tenga repercusión
en la percepción del color. En función de la edad, el tiempo de exposición y la
distancia, "se puede elegir entre varias opciones", aclara.
El
ojo humano no está preparado para ver a distancia cercana durante mucho tiempo
y mucho menos si se trata de un dispositivo que emite luz, como hacen
smartphones, tabletas y videoconsolas portátiles, señala Sánchez-Ramos.
Por
eso, "era necesario encontrar un filtro protector", subraya. Los que
esta científica ha desarrollado, comercializados por la empresa Reticare, están
disponibles por 12,95 euros para smartphones y consolas portátiles y por 18,95
euros para tabletas.
En
realidad, estos protectores son el eslabón más novedoso de una cadena que
arrancó con una lente de contacto terapéutica también amarilla diseñada para
proteger retinas que ya habían sufrido algún tipo de daño.
"La
idea surgió en febrero de 2001. El detonante fue una clase. Estaba explicando
la distribución de los fotorreceptores retinianos. Les decía a los alumnos que
en la fóvea, la parte central de la retina, la que me permite realmente
diferenciar la letra o de la letra a, no hay receptores sensibles al azul. En
toda la retina, que es parte del sistema nervioso central, hay casi seis
millones de receptores, cinco millones aproximadamente son para el rojo y el
verde y sólo medio para el azul. Y, encima, en la parte más importante, la
fóvea, no hay ninguno. Entonces, me pregunté: ¿cómo es posible? Y me dije, pues
si no están, es porque no tienen que estar".
Acto
seguido, pensó en los mecanismos que utiliza la naturaleza para preservar la
retina y entendió que debía replicar la función que realizan tanto el
cristalino, que se vuelve amarillo con la edad, como el pigmento amarillo que
protege la mácula.
Y,
una vez obtenido el desarrollo de las lentes, lo siguiente fue probar su
hipótesis en distintos ensayos clínicos. Primero, en animales y, luego, tras
los buenos resultados, también en humanos.
Durante
siete años, han seguido a 90 individuos que llevaban una de estas lentillas
amarillas sólo en un ojo y, aunque de momento, tienen resultados de un periodo
de cinco años, los datos son esclarecedores: "a través de una tomografía
de coherencia óptica, que permite conocer el espesor de las distintas capas de
la retina, hemos conseguido saber que el ojo que tiene la lente amarilla
interior no ha envejecido, mientras que el otro ha envejecido lo que se
considera normal para ese tiempo".
El
siguiente paso, en el que ya trabaja su equipo, aclara, es conocer los efectos
de la exposición directa de luz led en epitelio pigmentario de la retina.
"Está
habiendo más degeneración macular en los últimos años que antes, se está
adelantando la edad en la que hay problemas de retina. Eso no significa que en
los jóvenes esté detectándose ya el problema, porque probablemente tarde un
tiempo, pero es algo que preocupa mucho y creo que hay que prevenir antes de
que haya que curar", apunta.
Según
su punto de vista, aunque "todos somos población de riesgo", es
especialmente preocupante el caso de los niños ya que están expuestos a los
dispositivos móviles desde muy pequeños y su cristalino aún no ha tenido tiempo
de adaptarse", señala.
"Con
el cuidado de la visión deberían asumirse campañas de concienciación similares
a las que se han llevado a cabo con la protección solar o la higiene
bucal", subraya la especialista.
"Lo
que nadie quiere perder es la visión. El 85% de la información que recibimos es
por el sentido de la vista, pero nadie le da importancia hasta que tiene
problemas. Pensamos que es algo que tiene que funcionar y cada vez le pedimos
más".
En
ese sentido, Sánchez-Ramos no se cansa de repetir la importancia de la
prevención. "Tenemos que mentalizar a la gente de que la luz puede ser
dañina, que hay que protegerse. Porque la luz, además de ser un instrumento que
me permite ver, es un elemento que también puede ser nocivo. Es como el agua,
que es imprescindible para vivir, pero también puede ahogarte", concluye.
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