Como
más de cinco millones de españoles, Ascensión Sánchez convive a diario con la
diabetes. Hace casi dos décadas que la enfermedad llegó a su vida, así que sabe
bien lo que supone enfrentarse a ella: "Con la diabetes se vive 24 horas
al día, no puedes ignorarla, pero tampoco dejar que controle tu vida",
señala.
Desde
aquel día de 1994 en que, con 23 años, le comunicaron que padecía una diabetes
tipo 1, esta madrileña ha aprendido a controlar su enfermedad con ayuda de los
profesionales médicos y muchos pinchazos de autocontrol. De las jeringuillas
pasó -con mucho esfuerzo personal- a la bomba de insulina y, al contrario que
en los primeros años, hoy puede comunicarse con los profesionales que la
atienden a través del correo electrónico. Pero teme que los avances se queden
en el camino lastrados por la situación económica.
"Ya
estoy notando retrasos en las consultas y limitaciones en los análisis de las
revisiones. Personalmente aún no he sufrido restricciones en el accesos al
material, pero conozco casos cercanos de personas con diabetes tipo 2 con
problemas para acceder a las tiras que se utilizan para medir la glucosa",
explica.
"El
autocontrol es básico para manejar la diabetes. Así que recortar en recursos
básicos como las tiras sólo supone un ahorro momentáneo que, en realidad, va a
suponer un gasto mucho mayor en poco tiempo", subraya esta informática,
que dirige un departamento técnico en una importante multinacional.
Una
diabetes mal controlada, confirma Alfonso López-Alba, endocrinólogo del
Hospital de Jove de Gijón, aumenta exponencialmente los gastos sanitarios.
Porque el exceso de azúcar en sangre favorece la aparición de incontables
complicaciones, como los problemas cardiovasculares, renales, o de retina,
entre otros. Y eso supone más recursos, más hospitalizaciones, más pacientes en
diálisis o que necesitan una amputación...
Los
costes directos de la enfermedad
Junto
a otros especialistas españoles, López-Alba ha publicado recientemente un
estudio sobre los costes directos que la diabetes y sus complicaciones provocan
en el sistema nacional de salud.
Según
sus datos, la enfermedad cuesta a las arcas públicas unos 5.809 millones de
euros, lo que supone un 8,2% del gasto sanitario total. En realidad, como
reconoce López-Alba, estas cifras son una "estimación muy
conservadora" de la situación ya que, dado el elevado infradiagnóstico de
la diabetes, el importe real podría ser muy superior.
Los
datos del estudio SECCAID en el que ha participado López-Alba señalan que gran
parte de los gastos que acarrea actualmente la diabetes serían evitables con un
mejor control de la enfermedad.
"Un
50% de las complicaciones son evitables con un adecuado seguimiento, con lo que
eso supone tanto en términos de gastos como de sufrimiento humano",
señala. Sin embargo, continúa, hay un "triple desconocimiento" -por
parte de pacientes, profesionales y políticos-que impide un mejor
monitorización de la enfermedad y una mayor optimización de los tratamientos.
En
este sentido, López-Alba recuerda que, en lo que a la diabetes se refiere,
"cada euro que se invierte supone la mejor apuesta por la salud". Porque,
si la tendencia no se frena, el menejo de la diabetes puede poner en peligro la
sostenibilidad de los sitemas de salud.
"Es
una de las pocas enfermedades que podemos combatir con herramientas, tanto
farmacológicas como educativas", señala el especialista, quien insiste en
que la sociedad no puede permitirse el lujo de dejar pasar la oportunidad de
hacer frente a la diabetes.
Si
el paciente y el profesional están implicados y cuentan con el debido apoyo del
sistema, añade el endocrinólogo, se puede hacer frente a la enfermedad.
Asunción
Sánchez pide la misma coordinación, una mayor atención a las estrategias
preventivas y el fomento de la formación continuada del paciente.
"Muchas
veces las asociaciones hacen esta labor educativa, que es muy útil para el
paciente", comenta.
Gracias
a su determinación y su esfuerzo por conocer mejor su enfermedad, Sánchez ha
conseguido que la diabetes no le impida hacer nada en la vida. "Tengo un
buen trabajo, he sido madre, viajo... Lo único es que mis bolsos siempre son
grandes. Hay que tener espacio para las tiras, el medidor o el azúcar que van
siempre conmigo", concluye.
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