Investigadores
del Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona han hallado un gen
responsable de hacer susceptibles a las personas de padecer un trastorno de
pánico, una patología que afecta a un 5% de la población y que se encuentra
incluida entre las enfermedades relacionadas con la ansiedad. La investigación,
publicada en la revista "Journal of Neuroscience", ha descubierto que
el gen "ntrkC" es factor de susceptibilidad para desarrollar el
pánico y ha definido el mecanismo de formación de las memorias del miedo, lo
que abre la puerta al desarrollo de nuevos tratamientos farmacológicos y
cognitivos.
Los
investigadores han recordado que el 30 % de la población española padece algún
trastorno de ansiedad, una cifra que los médicos creen que seguramente ha
aumentado por el elevado estrés ambiental de la sociedad. Cinco de cada cien
personas en España sufren un trastorno de pánico, una enfermedad incluida
dentro de los trastornos de la ansiedad, y padecen ataques de miedo frecuentes
y repentinos que pueden acabar influyendo en su vida cotidiana y, en ocasiones,
incluso incapacitarlas para realizar acciones cotidianas, han señalado fuentes
del CRG.
Aunque
se sabía que esta enfermedad tenía una base neurobiológica y genética y se
intentaban hallar los genes implicados en el desarrollo de la enfermedad, hasta
ahora no se conocía la contribución fisiopatológica de los genes.
Esta
investigación ha descrito por primer vez que el gen 'ntrk3', responsable de
codificar una proteína esencial para la formación del cerebro, es un factor
para desarrollar el pánico. "Hemos visto que la desregulación de 'ntrk3'
produce cambios en el desarrollo cerebral que conllevan que la memoria
relacionada con el miedo no funcione correctamente", ha explicado la
investigadora Mara Dierssen, líder del grupo de Neurobiología celular y de
sistemas del CRG. "Este sistema -ha añadido la científica- procesa de
forma más eficiente la información que tiene que ver con el miedo, lo que hace
que la persona sobreestime el riesgo de una situación y sienta más miedo y,
además, que almacene esa información de forma más duradera y consistente".
Diferentes
regiones del cerebro humano se encargan de procesar este sentimiento, aunque el
hipocampo y la amígdala cerebral son las que desempeñan un rol crucial. El
hipocampo es el responsable de la formación de la memoria y de procesar las
informaciones contextuales, lo que conllevaría que la persona tenga miedo de
encontrarse en lugares donde podría padecer el ataque de pánico, y la amígdala
es crucial en la traducción de esas informaciones en una respuesta fisiológica
de miedo.
Si
bien esos circuitos se activan en todas las personas ante una situación de
alerta, lo que los investigadores del CRG han descubierto es que "en las
personas que padecen trastorno de pánico hay una sobreactivación del hipocampo
y una activación alterada del circuito de la amígdala, lo que revierte en una
formación exagerada de las memorias de miedo", ha explicado Davide D'Amico,
estudiante de doctorado en el CRG que ha participado en la investigación. Los
investigadores también han hallado que la tiagabina, un fármaco que modula el
sistema inhibidor del miedo en el cerebro, es capaz de revertir la formación de
memorias de pánico. Aunque ya se había visto que en algunos pacientes mejoraban
ciertos síntomas, han descubierto que, "específicamente, ayuda a que se
restaure el sistema de memorias del miedo", ha apuntado Dierssen.
El
ataque de pánico es el principal síntoma del trastorno de pánico, puede durar
varios minutos, es repentino y repetido, y la persona sufre una reacción física
similar a la respuesta de alarma ante un peligro real, con taquicardias,
sudores fríos, mareos, sensación de ahogo, hormigueos, náuseas y dolor de
estómago. Además, sienten ansiedad de forma continua ante la posibilidad de
volver a padecer un ataque. El trabajo del CRG demuestra que la forma en que se
guardan esas memorias que se producen en consecuencia del ataque de pánico es
lo que, al final, acaba produciendo el trastorno, que suele aparecer entre los
20 y los 30 años. Aunque tiene base genética, también influyen otros factores
ambientales, como el estrés acumulado, de ahí que los autores de este trabajo
consideren que el elevado estrés ambiental en la sociedad española pueda estar
incrementando la aparición de estos trastornos.
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