Más
del 50 por ciento de los pacientes con trastorno bipolar no son diagnosticados
correctamente al inicio y hasta el 30 por ciento de los pacientes jóvenes a los
que se les diagnostica depresión tienen, en realidad, un trastorno bipolar,
según ha explicado la doctora Ana González-Pinto, Jefe de Psiquiatría Clínica
del Hospital Universitario Santiago Apóstol de Vitoria.
Entre
los trastornos más frecuentes asociados al trastorno bipolar se encuentran,
"desde el punto de vista psiquiátrico, los trastornos de ansiedad y los
trastornos por uso de sustancias y desde el punto de vista orgánico, el
síndrome metabólico, y las alteraciones tiroideas", ha destacado
González-Pinto, quien ha participado en el XII Seminario Lundbeck 'Trastorno
bipolar: ánimo sin control', celebrado en Ibiza.
El
diagnóstico acertado y a tiempo continúa siendo uno de los principales caballos
de batalla en el abordaje de esta patología, que aún tarda unos cinco años en
ser correctamente diagnosticada y, por tanto, tratada; y, por otro lado, los
médicos se encuentran con el obstáculo de que la mitad de los pacientes no
cumple con el tratamiento de la forma prescrita.
Por
tanto, todo parece indicar que el cumplimiento o adherencia al tratamiento no
es sencillo de alcanzar. La práctica muestra que el primer motivo es que al
paciente le "cuesta asumir la enfermedad", señala el doctor José
Manuel Montes, Jefe de Sección de Psiquiatría del Hospital Universitario del
Sureste de Madrid, lo que se acrecienta por el hecho de que "las
enfermedades mentales están asociadas a un estigma que dificulta que una
persona acepte que la padece".
"Una
vez que se acepta la enfermedad y que el tratamiento puede ayudar a mantener al
paciente estable hay que luchar contra los posibles efectos secundarios del
tratamiento que llevan a suprimir o reducir dosis por propia iniciativa con el
consiguiente riesgo. Afortunadamente cada día contamos con mejores fármacos que
son mejor tolerados", añade.
Al
igual que sucede en otras enfermedades crónicas como la diabetes o la hipertensión
donde se acepta el tratamiento continuado en el tiempo para conseguir su
correcto control y disfrutar, así, de mayor calidad de vida, en el trastorno
bipolar se debe normalizar el hecho de tener que llevar a cabo un tratamiento
de mantenimiento.
"Hasta
un tercio de los pacientes puede mantenerse sin recaídas durante largos
periodos de tiempo. En el otro extremo se encuentra un 5-10% de los pacientes
que presenta recaídas frecuentes. Lo importante es saber que se pueden hacer
muchas cosas para influir positivamente en la evolución de la enfermedad, como
realizar bien el cumplimiento terapéutico, seguir las recomendaciones de su
psiquiatra, evitar factores de riesgo, etc", afirma.
El
tratamiento del trastorno bipolar se basa en la combinación de tratamiento
farmacológico y psicoeducación, aunque, según este experto, "el pilar
fundamental sobre el que se asienta el tratamiento del trastorno bipolar es
farmacológico", que muchas veces garantiza la "estabilidad".
"El
paciente se asegura poder mantener su nivel de funcionamiento (social, laboral,
etc.) con normalidad, evitando además las recaídas y
sus consecuencias como la hospitalización, riesgo de suicidio, cronificación de
la enfermedad o aparición de déficit cognitivo", añade.
Las
alteraciones cognitivas son, en gran parte, consecuencia de la propia
enfermedad, y resultan más evidentes con el paso del tiempo, la evolución o
progreso del trastorno. Estas dificultades -también existentes en otros
trastornos psiquiátricos- están presentes en un 40-60% de quienes padecen
trastorno bipolar y pueden incrementarse durante los episodios de manía o
depresión y persistir durante los periodos de estabilidad anímica.
Nuevo
manual diagnóstico
Durante
el encuentro, se ha presentado la quinta edición del Manual Diagnóstico y
Estadístico de Enfermedades Mentales, DSM-5, recientemente publicado por la
Asociación Americana de Psiquiatría (APA, en sus siglas inglesas) y que
introduce novedades en el diagnóstico de los episodios mixtos del trastorno
bipolar (TB), aquellos en los que se mezclan síntomas de manía y depresión.
Muchos
pacientes en fase de manía experimentan síntomas depresivos
y
cuando padecen depresión presentan algunos síntomas maníacos, de modo que el
DSM-5 ha optado por redefinir las fases mixtas como episodio maníaco con
síntomas depresivos o episodio depresivo con síntomas maníacos tendiendo así
hacia una mayor personalización en el diagnóstico.
"El
DSM-5 quiere ser más restrictivo a la hora de diagnosticar el trastorno bipolar
y, por tanto, es más exigente con los criterios diagnósticos. Pienso que las
posibilidades de errores diagnósticos serán menores pero puede haber más
pacientes sin diagnosticar", asegura González-Pinto.
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