martes, 25 de junio de 2013

Electrodos en el cerebro contra la depresión, la anorexia y el alzheimer



La implantación de electrodos en el interior del cerebro, conectados a una especie de marcapasos, que se activan mediante un mando a distancia similar al de la televisión, abre una esperanza en la curación de enfermedades como la depresión, la anorexia o el alzheimer.

La técnica, denominada estimulación cerebral profunda, se usa ya como terapia clínica para mejorar los temblores en enfermos de parkinson en muchos países, entre ellos España, donde ya se ha operado a pacientes en hospitales madrileños como el Ramón y Cajal, el Clínico o el Hospital Madrid Sanchinarro.

De hecho, más de 100.000 enfermos ya han sido intervenidos con éxito en todo el mundo.

Sin embargo, aun está en fase experimental en otras patologías neurológicas como la depresión, en aquellos casos que no responden a ningún otro tratamiento, la anorexia grave o el parkinson.

Uno de los referentes mundiales en este tratamiento, el doctor Andrés M. Lozano, del Hospital General de Toronto (Canadá), ha subrayado, en rueda de prensa, que "es la gran oportunidad para impulsar las fronteras de la neurociencia".

Este cirujano ha explicado que existen varias regiones en el cerebro que controlan funciones específicas como el movimiento, la memoria o el estado de ánimo.

Cuando hay problemas en esos circuitos y algunas neuronas se disparan por error se producen determinadas patologías. Entonces hay que actuar.

Los electrodos se colocan mediante anestesia local en la zona del cerebro responsable de la función deteriorada o alterada y, posteriormente, se utilizan para estimular las neuronas, incrementando la actividad cerebral en esa región, por medio de impulsos eléctricos mediante un generador similar a un marcapasos implantado en el paciente.

En el campo de la depresión, se está realizando un ensayo clínico en 200 pacientes que no responden a fármacos ni a psicoterapia, que está en fase 3, por lo que en tres o cuatro años podría ya utilizarse como terapia para los casos más graves, entre el 10 y el 15 por ciento del total, ha señalado este neurocirujano.

Mediante técnicas de imagen se ha podido observar que la depresión conlleva una hiperactividad en el circuito cerebral de la tristeza, que se puede ajustar mediante impulsos eléctricos hasta lograr apagarla, ha precisado.

En la enfermedad del Alzheimer, se ha operado ya a 25 pacientes y se ha comprobado que cuando se estimulan los electrodos los enfermos recuperan memoria. Este ensayo se encuentra en fase 2.

También en esa fase está otro estudio en el que participan 12 mujeres con anorexia.

El doctor Lozano ha explicado que son casos muy complicados de pacientes que pesaban 30 kilos y estaban a punto de morir. La mitad de ellas ya ha recuperado su peso normal, por lo que hay "esperanza" en el abordaje de esta "devastadora" patología.

Otros grupos investigadores están desarrollando la técnica de forma también experimental en drogodependientes y alcohólicos.

"Lo importante es saber dónde hay que ir en el cerebro porque si no vas al sitio correcto no funciona", ha subrayado este español, afincado en Canadá que dirige el Departamento de Neurocirugía del Hospital de Toronto.

A pesar de que en España ya se han intervenido con esta técnica casos de parkinson, el doctor Lozano ha asegurado que la sociedad española es bastante reacia a la neurocirugía, una apreciación que ha corroborado el doctor Jorge Diamantopoulos, jefe de Servicio de Neurocirugía del Hospital Madrid Sanchinarro.

El profesor Lozano cree que la técnica es susceptible de ser utilizada en cualquier enfermedad psiquiátrica o neurológica y considera que hay argumentos no solo clínicos sino también económicos para ello, a pesar de su elevado coste (el marcapasos cuesta unos 20.000 euros).

Por ejemplo, en el caso de la depresión, que en algún momento de la vida sufrirán el 9 por ciento de las mujeres y el 6 por ciento de los hombres, su uso puede generar importantes ahorros si se tiene en cuenta los costes de estos pacientes por bajas laborales.

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