El
aburrimiento forma parte de la infancia, aunque muchos progenitores se ponen
nerviosos cuando sus hijos están aburridos, así que intentan distraerlos de
cualquier forma. Sin embargo, puede ser una experiencia muy saludable. Estar
aburrido, sin saber qué hacer, invadido por el tedio, es el mejor escenario
para que aflore la creatividad.
En
el año 2007, la investigadora Teresa Belton, de la Universidad de Educación y
Aprendizaje Permanente de la Universidad de East Anglia (Reino Unido), publicó
un artículo en el 'Cambridge Journal of Education', en el que defendía que el
aburrimiento es fundamental para el desarrollo del aprendizaje y la
creatividad. Una idea con la que coincide Mònica Dosil, psicóloga del ISEP Clínic
Castelldefels (Barcelona), que asevera que "los menores necesitan momentos
de soledad e introversión para poder generar nuevas ideas y pensamientos".
Cuando
el niño se aburre
Cuando
un niño empieza a mostrar signos de fastidio (resopla, se pone de mal humor,
protesta, etc.), muchos padres optan por suministrarle juguetes o
distracciones. "¿Por qué no juegas con la videoconsola?" o "¿quieres
que te ponga la televisión?" son algunas recomendaciones que esgrimen. En
muchos casos, como señala Dosil, esta ansiedad por complacer y entretener a los
hijos de forma tan rápida está causada por "el sentimiento de culpa por no
tener tiempo para estar con ellos o por carecer de recursos personales para
jugar con ellos".
Otro
fenómeno habitual es que muchos de ellos tienen un número elevado de juguetes y
muy fácil acceso a Internet, televisión, videoconsolas, etc. Viven en entornos
que no les dejan espacio para que tengan que poner en marcha estrategias nuevas
para divertirse. De este modo, se frena su creatividad. Dosil señala que los
momentos en que los niños están aburridos "promueven que los pequeños
construyan sus propios recursos de entretenimiento y puedan desarrollar la
creatividad, generadora de la inteligencia emocional".
Alternar
diversión y tedio
Es
importante que los menores alternen momentos de actividad y de no actividad, de
estimulación y de tedio. Carlos G. Torrico, psicólogo del centro ePsicología,
en Leganés (Madrid), asegura que la principal característica del sistema
nervioso de los niños es "la falta de inhibición cortical, lo que explica
que no puedan parar quietos". Desarrollan esta inhibición a medida que crecen.
Pero, para lograrlo, necesitan experimentar el aburrimiento, "porque les
permite ejercitar este mecanismo de inhibición", añade.
Como
bien conocen los progenitores, los pequeños no pueden parar quietos y toleran
mal los momentos en los que están aburridos, ya que necesitan acción. Pero ese
malestar es momentáneo. Cuando se aburren, muchos protestan o se sienten mal,
pero luego, "en la mayoría de los casos, se adaptan y logran sacar
provecho de esa situación", añade Torrico. Este estado de hastío, tan incómodo
y agobiante al principio para los niños, no solo les ayuda a la generación de
soluciones creativas, sino que "favorece la motivación, la autonomía, la
resistencia a la frustración y el bienestar".
Fomentar
un aburrimiento saludable
Pero,
¿cómo ayudarles a que se aburran? En primer lugar, hay que acostumbrarse a que
se quejen cuando están aburridos. Además, como aconseja Torrico, "es
necesario simplificar el entorno al máximo". Si uno tiene a mano la
televisión, la videoconsola o un teléfono móvil, es probable que se enganche a
ellos antes que ponerse a pensar un juego nuevo.
Fomentarles
el tedio saludable no consiste en dejarlos en su habitación con un par de lápices
y unas hojas blancas, y abandonados a su suerte. Si uno no está habituado a aburrirse,
habrá que acompañarlo durante los primeros días en los que se le deje
aburrirse.
Y,
como recomienda Mònica Dosil, "se le pueden hacer preguntas para que él se
haga responsable de la generación de ideas sobre lo que puede hacer". Es
mejor opción "¿a qué te gustaría jugar?" que "¿por qué no juegas
con estos muñequitos?". Si el pequeño no reacciona, los padres pueden
enumerarle algunas alternativas, como: "aquí tienes muñequitos, colores y
hojas y una pelota, ¿no te animas a jugar?".
Una
elección que propone el especialista de ePsicología es "tener un tarro del
aburrimiento, que tenga papelitos con multitud de actividades y juegos que se
pueden hacer". El objetivo es que el menor se haga responsable de decidir
qué hacer para jugar.
La
importancia de la lectura
Un
niño al que le gusta leer es difícil que se aburra. Cuando llegue el
aburrimiento, siempre podrá coger un libro y sumergirse en el placer de la
lectura. Como explica Carlos G. Torrico, "el fomento de la lectura es un
factor muy importante para proveerlo de una herramienta infalible para combatir
el tedio".
Para
ello, es necesario que haya muchos libros en casa (novelas, cuentos...) y de
diferentes temáticas. Y la mejor manera de despertar la pasión por la lectura
es que pueda elegir los libros que más le interesen, leer un poco cada día y
que "los padres lean con él".
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