Para
preservar nuestra salud mental un grupo de investigadores españoles recomienda
beber un vaso de vino al día. Pero, matizan, solamente aquellos que son
bebedores; los abstemios, señala Miguel A. Martínez-González, director de este
trabajo y catedrático de la Universidad de Navarra, «mejor que sigan sin tomar
alcohol, porque no debemos olvidar que también tiene efectos perjudiciales».
La
recomendación de beber un vaso de vino al día, más concretamente entre 2 y 7
copas de vino por semana (entre 5 y 15 gramos/día), surge de los resultados del
seguimiento de 5.505 personas, que forman parte del Estudio Predimed, durante 7
años, llevado a cabo para determinar la relación entre el consumo de alcohol
-sobre todo vino- y la incidencia de depresión. (El Estudio Predimed -PREvención
con DIeta MEDiterránea- es el de mayor envergadura que se ha realizado sobre
nutrición en España y cuyo objetivo principal es evaluar los efectos de la
Dieta Mediterránea en la prevención primaria de la enfermedades crónicas; en él
participan 7.447 voluntarios).
Explica
Martínez-González que únicamente estudiaron a aquellos voluntarios que, al
inicio del estudio, nunca habían padecido una depresión ni habían tenido
problemas relacionados con el consumo de alcohol. Y, destaca, «es uno de los
pocos trabajos en el que se ha medido repetidamente, una vez cada año, el
consumo de alcohol de los participantes».
Patrón
mediterráneo
Los
resultados, que se publican en BMC Medicine, muestran que aquellas personas que
bebían cantidades moderadas de vino eran menos propensos a sufrir de depresión.
En concreto, detalla el investigador español, las tasas más bajas de depresión
se observaron en el grupo de individuos que bebían entre 2 y 7 copas de vino a
la semana. «Y -matiza-, el consumo de vino siempre se hacía dentro de un patrón
mediterráneo, que se basa en pequeñas cantidades diarias y no como hacen ahora
los más jóvenes. Si no bebe, no tiene porque empezar ahora», añade.
La
relación del vino y su papel protector frente a enfermedades cardiovasculares
es algo que ya se ha demostrado profusamente a través de múltiples estudios,
entre ellos el Predimed. Lo que ahora se ha visto, señala a ABC Martínez-González,
es que determinadas cantidades de consumo de alcohol «podrían ejercer cierta
protección frente a la depresión de una manera similar a lo observado en la
enfermedad cardíaca. De hecho -explica-, se cree que la depresión y la
enfermedad cardiovascular comparten mecanismos comunes».
Polifenoles
Además,
añade el investigador, estudios previos han sugerido que los compuestos no
alcohólicos del vino, como el resveratrol y otros polifenoles, pueden tener
efectos protectores sobre ciertas áreas del cerebro, por su función
antiinflamatoria y antioxidante. «Y eso -comenta- es en lo que estamos
trabajando: en el deterioro cognitivo, en la salud mental... Aunque de momento
solamente podemos confirmar el papel protector en la depresión».
Este
papel protector del alcohol, especialmente del vino tinto, blanco y en menor
medida la cerveza, podría explicar las diferencias en la incidencia de depresión
entre los países europeos, con niveles más bajos en los mediterráneos (España,
Italia o Grecia) y mayores en los países del norte de Europa.
En
cualquier caso, concluye, «en un tema tan delicado, no se trata de recomendar
el consumo de alcohol a los que no beben, pero sí de aconsejar a los que lo
hacen que lo hagan dentro del patrón de la dieta mediterránea».
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