Los
hongos de las personas no se suelen contagiar en las playas y piscinas, según
ha asegurado el jefe del servicio de Dermatología del Hospital Regional Carlos
Haya de Málaga y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología
(AEDV), Vicente Crespo.
De
hecho, el experto ha informado de que la mayor parte de los adultos tiene
hongos aunque éstos no se manifiesten o lo hagan sólo cuando aumentan las
condiciones locales de temperatura, humedad y oclusión.
"No
hay evidencia científica de que haya más contagio de micosis en verano y, sólo
sería posible en las infecciones por hongos que se alimentan de queratina, las
llamadas 'pie de atleta' porque engloban a diferentes infecciones y
sobreinfecciones tanto por hongos como por bacterias. Por tanto, en verano no
parece que haya más contagios aunque sí más síntomas dado que un paciente puede
arrastrar su micosis en los pies durante años y sólo manifestar sintomatología
en esta época", ha señalado el experto.
Estos
síntomas aparecen también en el caso de las manchas, que se localizan en el
tronco y que se muestran decoloradas frente al contraste de la piel bronceada.
En este caso, ha comentado Crespo, el hongo lleva viviendo allí, al menos,
desde la pubertad aunque sólo prolifera para producir dichas manchas cuando
está a una temperatura de 30 o 32 grados centígrados.
En
este sentido, ha explicado que las infecciones cuyo origen está en el suelo o
en animales son muy contagiosas a partir de la tierra o el animal enfermo pero,
no obstante, pierden "rápidamente" su virulencia al pasar de un
humano a otro, por lo que, a su juicio, la prevención debe centrarse en la
localización y el tratamiento de los animales.
En
cambio, ha proseguido, las causadas por hongos, que son parásitos exclusivos
del hombre, suelen dar escasa sintomatología y su contagio depende más de las
características de cada persona. "No hay duda de que existe un gran
porcentaje de población muy resistente o, incluso, inmune a estas infecciones.
En el caso específico de las infecciones de los pies y de sus uñas se ha
sugerido que existe una predisposición a padecerlas que está genéticamente
condicionada. Esto explicaría que la infección se presente sólo en uno de los
cónyuges y en la mitad de su descendencia", ha recalcado.
Por
tanto, según ha matizado Crespo, el contagio se produce en el seno familiar,
casi siempre durante la infancia, pero sólo arraiga la infección en los
individuos predispuestos. "Dado que el proceso evoluciona muy lentamente,
no suelen observarse sus manifestaciones a nivel de la planta o los dedos de
los pies hasta después de la pubertad, y las uñas empiezan a afectarse una o
dos décadas más tarde", ha apostillado.
Como
consecuencia de ello, el especialista ha calificado de "dudosa" la
idea del presunto contagio de estas infecciones y ha informado de que
"hace muchos años" se estudió sistemáticamente muestras de arena de
playas de Granada y Málaga, descartándose la posibilidad de que se produzcan
contagios en estos lugares. Y es que, según ha asegurado, los hongos apenas
consiguen sobrevivir en la arena.
TIENEN
"ESCASA" CAPACIDAD PARA PRODUCIR ENFERMEDADES EN LAS PERSONAS
Asimismo,
Crespo ha informado de que los hongos tienen "escasa" capacidad para
producir enfermedades en las personas. De hecho, hay descritas más de 80.000
especies y, sin embargo, sólo medio centenar han demostrado ser capaces de
causar infecciones en personas sanas, y unas 300 de infectar a pacientes que
padecen enfermedades como el sida, cáncer o que han sido trasplantados.
"La
gran mayoría de los hongos que pueden causar infecciones en las personas viven
en la naturaleza y sólo se transmiten de forma accidental. La única excepción
la constituyen un pequeño grupo de unas 10 especies que ocasionan infecciones
cutáneas crónicas y que se consideran parásitos obligados, es decir, que nunca
se encuentran fuera de las lesiones que producen en la piel. Se trata de un
caso singular de adaptación de estos hongos al parasitismo, dado que las
infecciones que provocan apenas despiertan reacción alguna por parte del
sistema defensivo del huésped, no producen inflamación ni picor y pueden
convivir durante largos periodos o, incluso, toda la vida", ha
apostillado.
IMPORTANCIA
DE UN DIAGNÓSTICO COMPLETO
Por
otra parte, el dermatólogo ha asegurado que la "mejor medida
preventiva" es el diagnóstico precoz y ha recordado que actualmente
existen tratamientos "muy eficaces" capaces de eliminar la infección
incluso en las localizaciones "más problemáticas" como, por ejemplo,
las "uñas".
En
concreto, aunque existen diferentes tipos de fármacos que se pueden aplicar a
cualquier tipo de hongo, los "más útiles", incluso los únicos cuando
se tratan las formas clínicas más complejas como las de cuero cabelludo o las
uñas, "sólo" son aplicables a un grupo determinado de hongos.
Por
ello, el experto ha insistido en la importancia de llevar a cabo un diagnóstico
completo, incluyendo examen microscópico de una muestra de las lesiones, y
aislamiento e identificación del hongo mediante cultivo. "En muchos casos
puede ser suficiente con un tratamiento puramente local con cremas
antifúngicas, pero hay casos muy concretos en los que el tratamiento por vía
oral es absolutamente necesario si queremos alcanzar una curación definitiva
como, por ejemplo, las tiñas del cuero cabelludo, las que afectan a las uñas o
a la zona plantar y las que muestran más de una lesión en otras
localizaciones", ha analizado.
Dicho
esto, Crespo ha afirmado que los fármacos "más utilizados" por vía
oral son la griseofulvina en los niños; y la terbinafina --en infecciones por
dermatofitos--, el itraconazol y el fluconazol --en las infecciones por
cándida-- en los adultos. "Todos tienen un perfil de eficacia, tolerancia
y seguridad muy altos. Sin embargo, hay que recordar que las tiñas de cuero
cabelludo siguen requiriendo un tratamiento prolongado, de unos 2 meses, y las
de las uñas de 3 a 6 meses", ha zanjado.
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