El verano se convierte sin duda para
millones de personas en algo más que descanso y vacaciones: las fiestas
patronales de cada pueblo o ciudad ocupan en él un lugar importante. No sólo
sirve para juntarnos con los amigos y disfrutar de un buen rato sino también, y
como demuestra la tradición española, para comer y beber en exceso. Algo que
causa -dependiendo del caso- un impacto sobre nuestra salud, del que, según los
expertos, es necesario recuperarse cuanto antes.
"Existe
una relación directa entre las festividades locales y el incremento de
consultas por intoxicaciones etílicas agudas y otras drogas, especialmente en
los servicios de urgencias", afirma a ELMUNDO.es Salvador Tranche,
vicepresidente de la Sociedad Asturiana de Medicina Familiar y Comunitaria
(semFYC). Por otro lado, más difícil de cuantificar son las consultas en los centros
de salud que se realizan días después de finalizadas las fiestas donde acuden
pacientes con enfermedades crónicas (diabetes, hipertensión, alteraciones del
colesterol, etc.) y presentan descompensaciones más o menos importantes
debidas, probablemente, a transgresiones dietéticas.
Grasas
y alcohol
Durante
los días que duran las fiestas, expone el especialista, reducimos las horas de
sueño, comemos fuera de casa y en más cantidad, con predominio de frituras,
alimentos precocinados y carnes (barbacoas, calderetas…). "En personas
sanas puede ser un problema insignificante o quizá dar lugar a un leve malestar
como trastornos digestivos (ardor o dolor gástrico, sensación de plenitud,
digestiones pesadas…), pero en aquellas personas con enfermedades crónicas en
que la alimentación es un elemento clave, puede ser un factor de
descompensación", afirma.
En
la misma línea se expresa también el doctor Javier Salvador, presidente de la
Sociedad Española de Nutrición (SEN), quien mantiene que "las personas con
diabetes y aquellas con antecedentes de enfermedades gastrointestinales o
pancreatitis son obviamente más vulnerables".
El
exceso de carbohidratos y grasas, añade, induce una situación posprandial
diferente de lo habitual con aumento de glucosa y grasas, que suele ser
transitoria, y cuya trascendencia va a depender más de la magnitud de la
ingesta, el tipo de alimentos y la patología previa que presente la persona en
cuestión. Por ello, "asumir la ingesta de un exceso de calorías de forma
rutinaria, aunque no se considere como transgresión dietética puntual, favorece
el desarrollo de obesidad y de sus complicaciones entre las que se encuentra la
diabetes, las alteraciones de las grasas en la sangre, la hipertensión, apnea
del sueño, e incluso la promoción de distintos tipos de cáncer", expone el
experto.
Por
otro lado, el alcohol es otro de los grandes 'protagonistas' de las fiestas
veraniegas. Durante estos días, bebemos más alcohol y también más bebidas
azucaradas. El alcohol, mantiene Salvador, aporta siete calorías por gramo,
facilitando el desequilibrio de la ecuación de balance energético en favor de
la entrada calórica. Aunque, independiente de su efecto calórico, sin duda,
"son más importantes los efectos derivados de su acción a nivel del sistema
nervioso". Así, dependiendo de la cantidad ingerida y de la tolerancia al
mismo, indica Tranche, puede producirse un cuadro que puede ir desde la
desinhibición hasta la obnubilación o el coma. "La resaca suele ser más
frecuente en bebedores de consumo bajo y moderado de alcohol", asegura.
Pero
si además, a todos los efectos anteriores, agrega el doctor Salvador, le
sumamos una temperatura elevada, con mayor posibilidad de deshidratación, los
efectos metabólicos se verán potenciados y "se pueden ver asociados con
los correspondientes a la falta de líquido, con hipotensión arterial, y las
consecuencias de una peor perfusión de órganos clave".
Restablecer
hábitos
Lo
más adecuado, señalan los facultativos, es restablecer unos hábitos saludables
de alimentación y estilo de vida. Pero es muy importante saber que "no es
conveniente adoptar actitudes drásticas de ayuno absoluto y asegurar una
correcta hidratación", asevera Salvador.
Por
otro lado, es beneficioso tomar alimentos ligeros de baja densidad energética,
evitando dulces y aquellos con alto contenido en grasas animales. Igualmente es
aconsejable, explica, realizar actividad física suave como es el paseo.
"Si previamente hacía ejercicio físico procure retomarlo realizándolo al
menos tres días a la semana (30 o 45 minutos) y si no lo hacía, puede empezar
aumentando su actividad diaria con pequeñas estrategias como subir a casa
andando y caminar siempre que sea posible", agrega Tranche.
Con
todo esto, es fundamental, concluyen ambos especialistas, aplicar el sentido
común, y "no buscar así contrarrestar la sobreingesta de fechas anteriores
sometiendo al organismo a otra agresión como la que representa una dieta
desequilibrada".
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