jueves, 12 de diciembre de 2013

La fuente de la juventud está en nuestras propias células



Olvídese de liftings, de la cirugía plástica y de cremas antienvejecimiento. La mejor forma de curar las heridas y de regenerar la piel es usar nuestras propias células. Así lo sugiere un equipo del Kings College de Londres que, por primera vez, ha identificado las propiedades únicas de dos tipos diferentes de células de la piel, conocidas como fibroblastos (las primeras son necesarias para el crecimiento del cabello y las segundas son responsables de la reparación de heridas de la piel). La investigación, que se publica en Nature, podría facilitar la investigación de tratamientos antienvejecimiento destinados a la regeneración de la piel y reducir así el impacto del envejecimiento en las funciones de la piel.

Los fibroblastos son un tipo de células que se encuentran en el tejido conectivo de los órganos del cuerpo, donde se producen proteínas como el colágeno. Hasta ahora se pensaba que todos los fibroblastos pertenecían al mismo tipo de células. Sin embargo, según los resultados de este trabajo realizado en ratones parece que hay al menos dos tipos distintos de fibroblastos en la piel: las de la capa superior de tejido conectivo, necesarias para la formación de los folículos pilosos, y las de la capa inferior, responsables de la fabricación de la mayoría de las fibras de colágeno de la piel y de la reparación de la piel dañada.

La investigación ha visto además que es posible aumentar el número de estos fibroblastos mediante señales de la epidermis suprayacente; así, dicho incremento en el el número de fibroblastos en la capa superior de la piel produce los folículos pilosos que se forman durante el proceso de cicatrización de las heridas. Esto, subraya Fiona Watt, coordinadora del trabajo, podría conducir a tratamientos para paliar el envejecimiento de la piel y para tratar las cicatrices.

«Piel vieja»

Watt, directora del Centro de Células Madre y Medicina Regenerativa del Kings College, explica que los cambios en el grosor y la composición de la piel que se producen con el envejecimiento hace que esta «piel vieja» sea más propensa a las lesiones, además de tardar más tiempo en cicatrizar. La experta cree que «es posible que esto refleje una pérdida de los fibroblastos dérmicos superiores»; por ello, piensa que sería posible «restaurar la elasticidad de la piel mediante la estimulación de dichas células». Añade Watt que enfoque también podría estimular el crecimiento del cabello y reducir las cicatrices .

A pesar de que los datos son muy preliminares, la investigación desvela nuevos datos sobre la compleja arquitectura de la piel y los mecanismos que se desencadenan en respuesta a una herida cutánea. «El potencial para mejorar la respuesta de la piel a las lesiones y al envejecimiento resulta muy interesante», sostienen Watt que, sin embargo reconoce que se requieren ensayos clínicos para examinar la eficacia de una inyección de diferentes tipos de fibroblastos en la piel humana.

En este sentido, Paul Colville, Director del Programa de Medicina Regenerativa del Medical Research Council, piensa que «estos resultados son un paso importante en la comprensión para conocer cómo se repara nuestra piel después de una lesión y cómo dicho proceso se vuelve menos eficiente a medida que envejecemos». Colville cree que los conocimientos obtenidos gracias a este trabajo tendrán «implicaciones de largo alcance» en el campo de la regeneración de los tejidos y pueden tener el potencial de «transformar las vidas» de las personas que han sufrido quemaduras graves y traumas.

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