Las
personas que consumen cocaína tienen hasta tres veces más infartos que la
población no consumidora de esta sustancia, según una investigación llevada a
cabo por la Universidad de Sevilla y el Hospital Universitario Virgen Macarena
de Sevilla.
El
estudio, que ha sido publicado en la última edición de 'Revista Española de
Cardiología (REC)', estudió un total de 5.475.325 pacientes ingresados mayores
de 18 años de 87 hospitales españoles durante el período de 2008 al 2010. Entre
los ingresos hubo 24.126 pacientes con dependencia o abuso a la cocaína y un
total de 79.076 casos de Infarto Agudo de Miocardio (IAM). Según el análisis,
los pacientes con trastorno por consumo de cocaína alargan la estancia
hospitalaria una media de 1,5 días y aumentan el coste de la misma una media de
382 euros.
Además,
"existe una relación directa entre la edad en la que se consume cocaína y
la incidencia del infarto", ya que mientras que la presencia de infartos
en la franja de edad de 35 y 44 años es del doble que entre los no consumidores
de cocaína, en las personas de 45 a 54 años se triplica y en la de 55 a 64 años
se quintuplica, explica el responsable del Servicio de Medicina Preventiva y
Salud Pública del Hospital Universitario Virgen Macarena, Miguel Gili Miner,
añadiendo que "el aumento de infartos a mayor edad y consumo de cocaína es
debido tanto al efecto nocivo del consumo prolongado de esta sustancia como a
la presencia de mayores comorbilidades".
"Tras
el consumo prolongado de cocaína pueden sufrirse muchos trastornos agudos y
aparecer lesiones crónicas, incluyendo cardiopatías tóxicas, que empeoran el
pronóstico de estos pacientes", apunta el experto.
37
AÑOS, EDAD MEDIA DE LOS INGRESADOS POR TRASTORNO POR ESTE CONSUMO
Los
resultados del estudio revelan también que los pacientes ingresados con
trastorno por consumo de cocaína son más jóvenes que los que no sufren esa
adicción (de media tienen una edad de 37 años), principalmente se trata de
hombres (el 78%), que presentan mayor prevalencia de hepatopatías, sida,
pérdida de peso y depresión pero tienen menos incidencia de otras enfermedades
asociadas al riesgo cardiovascular (como obesidad, hipertensión, arritmias o
diabetes), un hecho que puede explicarse al tratarse de personas jóvenes.
La
cocaína está asociada al desarrollo de insuficiencia cardíaca. Esta sustancia
estimula el sistema nervioso simpático aumentando su sensibilidad a la
noradrenalina e incrementando la concentración de adrenalina hasta cinco veces
por encima de los niveles normales, promueve la liberación de endotelina-1 (un
potente vasoconstrictor), e inhibe la producción de ácido nítrico (el principal vasodilatador). Además,
favorece la trombosis coronaria, activando las plaquetas y favoreciendo su
agregación.
Según
el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, actualmente España
es, después del Reino Unido, el país europeo con mayor prevalencia de consumo
de cocaína entre los 15 y los 64 años de edad y es que un ocho por ciento la ha
consumido alguna vez. El consumo de esta sustancia es "especialmente
preocupante" en la franja de edad entre los 15 y los 34 años en la que un
5,5 por ciento afirma haberla consumido durante el último año y un dos por
ciento durante el último mes.
CONSUMO
SIMULTÁNEO DE COCAÍNA Y OTRAS DROGAS
La
poliadicción a distintas sustancias es un problema común entre los pacientes
que presentan trastornos a causa del consumo de droga. Tras el estudio se
detectó que de los pacientes que eran hospitalizados con trastornos por consumo
de cocaína, un 59 por ciento eran adictos al tabaco, un 50 por ciento al
alcohol, un 36 por ciento al cannabis y un 33 por ciento a los opiáceos.
"El
consumo simultáneo de cocaína y tabaco aumenta la frecuencia cardíaca, la
energía de contracción y la presión arterial, incrementando la demanda de
oxígeno mientras, a causa de la vasoconstricción, disminuye el aporte de
oxígeno", explica Miner.
Por
otro lado, el consumo simultaneo de cocaína y alcohol "produce cocaetileno
que potencia los efectos tóxicos de la cocaína y bloquea las terminaciones
nerviosas" y concluye que "lo ideal sería tratar al paciente con
intervenciones breves o mediante la deshabituación de sus adicciones en centros
especializados, incluyendo el tabaco, ya que se ha demostrado que estas
actividades son eficaces en la prevención de nuevos casos de infarto agudo de
miocardio".
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