Estigmatizados
desde su aparición, los cigarrillos electrónicos o e-cigarrillos no han cesado
de aumentar en todo el mundo. Sus detractores son infinitos; en EE.UU., por
ejemplo, las autoridades sanitarias (FDA) admiten que la seguridad y eficacia
de los cigarrillos electrónicos no se ha analizado completamente y los
consumidores no tienen forma de saber si los cigarrillos electrónicos son
seguros para el uso previsto. En la Unión Europea, donde se calcula que hay 7
millones de usuarios de cigarrillos electrónicos, están regulados como
productos medicinales en los casos en que se comercialicen como poseedores de
propiedades curativas o preventivas, pero tienen que presentarse con
advertencias sanitarias y estarán sujetos a las mismas restricciones
publicitarias que los productos del tabaco.
En
España se han impuesto límites a su consumo y publicidad aunque no se equipara
al tabaco, como reclamaba el Comité Nacional de Prevención de Tabaquismo
(CNPT), el organismo en el que están representados cardiólogos, neumólogos, oncólogos
y todas las sociedades científicas vinculadas con los daños del tabaco. También
se acota su uso en espacios públicos, pero se pueden usar en bares y
restaurantes, aunque no en colegios, hospitales, centros de salud o cualquier
establecimiento sanitario, ni siquiera en los espacios al aire libre de estas
instalaciones si está dentro del mismo recinto.
Menos
dañino
Pero
ahora, un estudio que se publica en la revista «Adicction» parece desmontar
esta campaña contra este producto. El trabajo, que es una revisión exhaustiva
sobre la información disponible sobre el uso, el contenido y la seguridad de
los cigarrillos electrónicos ha llegado a la conclusión de que, a pesar de los
efectos de salud a largo plazo del uso del e-cigarrillo se desconocen, en
comparación con los cigarrillos convencionales es más probable que sean mucho
menos dañinos para sus usuarios o el resto de la población.
La
revisión realizada por la Universidad Queen Mary de Londres (Reino Unido)
concluye que a pesar de que existen importantes lagunas sobre los cigarrillos
electrónicos que requieren más investigación, la evidencia actual no justifica
una regulación más estricta que en ocasiones es incluso mayor que la que hay
con el tabaco.
Los
investigadores creen que las decisiones regulatorias ofrecen el mayor beneficio
para la salud pública cuando son proporcionales, basadas en la evidencia, e
incorporan una evaluación racional de los posibles riesgos y beneficios.
La
revisión científica ha sido realizada por un equipo internacional de
investigadores en el campo del tabaco, liderados por el profesor Peter Hajek.
Hajek comenta que «la evidencia actual es clara: se debería permitir competir a
los e-cigarrillos con los cigarrillos convencionales en el mercado. Los
profesionales de la salud pueden asesorar a los fumadores que no están
dispuestos a dejar de usar la nicotina a cambiar a los cigarrillos electrónicos,
y aquellos fumadores que no han logrado dejar de fumar con los tratamientos
actuales también se pueden beneficiar de los cigarrillos electrónicos».
Demasiadas
dudas
Sin
embargo muchos expertos advierten del riesgo de que se popularicen los
cigarrillos electrónicos debido a que todavía hay muchas dudas de los posibles
efectos adversos sobre la salud de vapear. Sobre todo, advierten, de lo poco
recomendable que es la dependencia continua de la nicotina y el doble uso de
cigarrillos electrónicos y tabaco.
Un
reciente artículo publicado en «Annals of Allergy, Asthma & Immunology»
examinó la idea de que uno de los supuestos «beneficios para la salud»
propuestos por los fabricantes de e-cigarrillos era que ayudaría a dejar de
fumar. Los investigadores de la Clínica Mayo (EE.UU.) aseguran que esta teoría
todavía no ha sido probada. «A pesar del aparente optimismo que rodea el mundo
de los e-cigarrillos y su papel terapéutico todavía hoy no hay suficiente
evidencia para sugerir que los consumidores deben utilizar los cigarrillos
electrónicos para este fin», sostiene el alergólogo Andrew Nickel, autor
principal del trabajo.
Vapear
y fumar a la vez
Otro
motivo de preocupación es el hecho de que muchas personas consumen cigarrillos
electrónicos en público pero siguen fumando tabaco en casa, con lo que se
continúa exponiendo a los niños y los enfermos de asma al peligroso humo. «El
uso dual de ambos cigarrillos -electrónicos y tabaco- conlleva el riesgo de la
exposición al humo de segunda mano, y ello puede agravar los efectos
respiratorios en los niños y los enfermos de asma. Asimismo, promueve la
dependencia de la nicotina», afirma Chitra Dinakar.
Los
investigadores afirman además que debido a que los cigarrillos electrónicos son
un producto bastante reciente podría haber otras complicaciones de salud a
largo plazo que aún no se han descubierto. Los resultados de la exposición a
largo plazo a tales sustancias son desconocidos, sostienen los expertos que añaden
que la mayoría de los consumidores desconocen el contenido de los cigarrillos
electrónicos que consumen.
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