Haga
usted mismo la prueba en su casa. Siéntese en un sitio tranquilo durante un
rato simplemente para no hacer nada. Es probable que le cueste concentrarse,
que esos 10 minutos se le hagan eternos o que su cabeza se empeñe en buscar la
compañía del móvil para entretenerse. Un estudio publicado en la revista
Science asegura que a los seres humanos nos cuesta estar sin hacer nada.
La
conclusión procede de una serie de experimentos conductuales llevados a cabo
por especialistas de las universidades de Harvard y Virginia (ambas en EEUU)
con varios estudiantes voluntarios. Cuando Timothy Wilson y sus colegas del
departamento de Psicología sentaron a cientos de jóvenes en una habitación
aséptica durante 6-15 minutos simplemente pensando, casi la mitad respondió que
no había encontrado la experiencia agradable y el 57% admitió que le había
resultado difícil concentrarse.
De
hecho, cuando les ofrecieron la posibilidad de pasar ese mismo tiempo con
alguna actividad, que no implicase la comunicación con otras personas, como
leer o ver el móvil, el nivel de disfrute de los voluntarios aumentaba
significativamente.
"A
los que nos gusta tomarnos cierto tiempo simplemente para pensar y no hacer
nada, los resultados de este estudio nos parecen sorprendentes", admite
Wilson en un comunicado, "pero los resultados muestran que la mayoría de
la gente prefiere estar haciendo cualquier cosa (escuchar música, leer o
interactuar con el móvil) a no hacer nada, incluso durante un tiempo
breve".
El
hecho de que los participantes no disfrutasen durante los minutos sin hacer
nada se repitió en una segunda muestra de participantes de todas las edades
(entre los 18 y los 77 años), por lo que descarta que el fenómeno sea
únicamente una cosa de jóvenes, o ligada a la actual era tecnológica.
Tampoco
tenía que ver con el entorno aséptico del laboratorio, porque cuando se pidió a
los voluntarios que pasasen ese tiempo de reflexión en su propia casa, un
tercio de ellos confesó haber hecho trampas porque habían acabado encendiendo
el teléfono o escuchando música. "Ese rato sin hacer nada no les resultó
más placentero en casa de lo que había sido en la habitación aséptica del
estudio", admite Wilson.
Los
resultados del experimento coinciden con los de algunas encuestas realizadas en
EEUU en las que se observa que hasta un 83% de la población no pasaba ningún
tiempo de relax o reflexión sin hacer nada.
Esa
preferencia por la acción se observó incluso cuando la alternativa a estar sin
hacer nada era una actividad desagradable, como recibir pequeñas descargas
eléctricas. "Cuando les dimos a los voluntarios la opción de entretenerse
simplemente con sus pensamientos o presionar un botón para recibir pequeñas
descargas [que ellos mismos habían valorado previamente como
desagradables]", el 67% de los varones y el 25% de las mujeres eligió la
descarga.
A
juicio de los autores, es probable que las reflexiones surjan mejor de manera espontánea
que cuando el sujeto es forzado a 'sentarse y pensar'; también sugieren que el
ser humano está programado para interactuar con su entorno, "incluso
cuando estamos solos". A juicio de Wilson y su equipo, "sin técnicas
de meditación o control del pensamiento, que aún así son difíciles, la mayoría
de la gente prefiere realizar algún tipo de actividad", concluyen. "A
la mente no instruida no le gusta estar sola".
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