Entre
el 35 y el 42% de los niños españoles tiene problemas de sobrepeso, unas cifras
que indican que estamos ante un serio problema de salud pública que es
necesario atajar. Prácticas basadas en modelos de intervención que fomenten la
importancia, no sólo de una alimentación equilibrada, sino también de una
actividad física continuada, pueden ser herramientas eficaces para contribuir a
prevenir la obesidad desde edades tempranas, además de contribuir a instaurar hábitos
de vida saludables capaces de mantenerse en el tiempo.
Sin
duda alguna, el alto índice de obesidad infantil no es sólo un problema que nos
afecte en el presente, puesto que la magnitud de las consecuencias es mayor a
largo plazo. Según el estudio ‘Estilos de vida saludables y nutrición en
adolescentes europeos’ (HELENA en sus siglas en inglés), el 61% de los niños
entre 11 y 15 años pasa más de dos horas al día frente a la televisión.
A
este respecto, Vicente Martínez Vizcaíno, responsable del Programa MOVI, afirma
que a día de hoy «la frecuencia de sobrepeso y obesidad entre los niños españoles
ha aumentado a la par que la frecuencia de conductas sedentarias entre los más
pequeños».
Los
que hoy son niños, mañana serán adultos que reproducirán los hábitos
alimenticios y de actividad física aprendidos desde la infancia. En esta
premisa se basa el Programa MOVI, dirigido a fomentar la actividad física
recreativa en niños de 9 a 11 años y que a la vez cuenta con una segunda fase
-denominada MOVI-2-, que evalúa la eficacia de este tipo de intervenciones para
la reducción de los niveles de obesidad infantil, así como los factores de
riesgo cardiovascular. El programa se desarrolló en 20 colegios de la provincia
de Cuenca entre más de 1.100 niños.
Este
modelo de intervención consistió en 90 minutos, de ejercicio lúdico no
competitivo de intensidad moderada a vigorosa, tres veces por semana durante
dos años lectivos, mostrando un efecto positivo en la reducción de la
adiposidad y la mejora del perfil lipídico. Por otra parte, el programa MOVI 2,
aumentó el ejercicio físico a 90 minutos en dos días lectivos y 150 minutos los
sábados, consiguiendo así un total de cinco horas y media semanales de
actividad física moderada-vigorosa, para evaluar la repercusión en los hábitos
de vida de los niños.
Juegos
de patio de colegio
El
ejercicio físico continuado permite corregir el desequilibrio entre la ingesta
y el consumo energético, el cual puede derivar en problemas de sobrepeso. Además,
«los programas centrados en el fomento del ejercicio físico recreativo, basado
en juegos en el patio del colegio, podrían mejorar varios aspectos que van más
allá de la propia salud, como la calidad de vida, el rendimiento académico y el
tiempo y calidad del sueño». Así lo afirma Vicente Martínez Vizcaíno, director
del Centro de Estudios Sociosanitarios de Castilla-La Mancha, e investigador
principal de este estudio. «Los primeros años de la infancia son los idóneos
para implantar hábitos saludables y que éstos puedan perdurar en el tiempo. Los
datos actuales indican que los niveles de actividad física de los niños españoles
están por debajo de la media, por lo que tenemos que hacer un mayor hincapié en
este sentido».
Las
principales conclusiones de este programa están recogidas en el análisis “Modelos
eficaces de intervención para prevenir la obesidad: el papel de los hábitos
saludables”, uno de los trabajos que ha servido de base para la elaboración del
Documento de Consenso ‘Obesidad y Sedentarismo en el Siglo XXI: ¿qué se puede y
se debe hacer?’
Cambio
de hábitos
Otro
de los análisis recogidos en el Documento de Consenso sobre Obesidad y
Sedentarismo en el Siglo XXI es el trabajo científico “Obesidad y Sedentarismo
en niños y adolescentes: ¿Qué debería hacerse?”. Según éste, las actividades
basadas en la electrónica «han producido un descenso en los niveles de
actividad física y un aumento de las actividades sedentarias en niños y
adolescentes». Según las conclusiones de este análisis, «intervenciones
orientadas a reducir el comportamiento sedentario en niños y adolescentes han
mostrado ser exitosas».
A
este respecto, la escuela es considerada como el mejor ambiente, según el
Programa MOVI, para poner en marcha este tipo de intervenciones de fomento de
la actividad física. Además de ser un escenario idóneo para llegar a una amplia
población infantil, los niños pasan gran parte de su día en el colegio, y es un
lugar donde se potencia también una fuerte relación entre los niños y entre éstos
y los profesores.
Tal
y como indica Martínez Vizcaíno, «la evaluación de la efectividad de este tipo
de programas indica que han de estar diseñados y basados en modelos teóricos de
cambio de comportamiento para que puedan tener éxito».
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