Una
sola inyección y listo. Al equipo del Instituto del Corazón del Cedars-Sinai de
Los Angeles (Estados Unidos) les bastó inyectar en el corazón un virus
modificado genéticamente para que un corazón con arritmia recuperara su ritmo
normal, sin necesidad de recurrir a un marcapasos. Parece sencillo, pero detrás
de este experimento que podría acabar con la dependencia de los marcapasos hay
diez años de dura investigación. Los primeros resultados en animales de
experimentación se han publicado en la revista «Nature Biotechnology».
Lo
que han hecho los científicos estadounidenses no es construir un marcapasos en
miniatura, sino transformar, con terapia génica, células del músculo cardiaco
(cardiomiocitos) en otras con capacidad para organizar el ritmo cardiaco.
Gracias a este virus modificado genéticamente, estas células se convierten en
un marcapasos biológico y natural.
Probado
en cerdos
El
experimento se hizo en cerdos, un animal con una anatomía cardiaca muy parecida
a la humana. Tras la inyección del gen corrector, los cardiomiocitos se
reprogramaron y generaron impulsos eléctricos espontáneamente. Las nuevas células
no se podían distinguir de las que de forma natural realizan esta función.
El
ritmo cardiaco está controlado por señales eléctricas y si se produce un
desajuste las consecuencias pueden ser fatales. Las células «marcapasos»
generan una actividad eléctrica que se propaga a otras células del corazón en
un patrón ordenado para crear contracciones musculares rítmicas. Si estas células
no funcionan, el corazón bombea de forma errática y los pacientes deben
someterse a una cirugía para que se les coloque un marcapasos electrónico.
Adiós
a los marcapasos
Si
se confirman los resultados, la terapia podría aplicarse en pacientes con una
inyección directa al corazón o mediante la generación de estas células
marcapasos en el laboratorio y su posterior trasplante.
Existen
numerosos tipos de arritmias pero la que más presentan los pacientes a los que
se les coloca un marcapasos es la bradicardia. Eso ocurre por un descenso de la
frecuencia cardiaca, es decir, cuando ésta es inferior a 60 ppm (pulsaciones
por minuto) en reposo. Por ese ritmo bajo, los pacientes tienen un gran
cansancio, debilidad y mareos. Otras personas que pueden necesitar un
marcapasos han sufrido una disminución drástica y repentina de la frecuencia
cardiaca o padecen una lesión del músculo cardiaco tras un infarto.
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