Los
medicamentos biológicos han supuesto un avance importante en el tratamiento de
algunas enfermedades y, una vez expira su patente, surgen nuevas versiones
genéricas de los mismos, con ahorros de hasta el 40 por ciento sobre el
original. Según algunos estudios, las principales economías de la UE podrían
ahorrarse en fármacos 12.000 millones en el escenario más pesimista posible y
33.500 en el más favorable. En realidad, no son genéricos al uso, como un
paracetamol. se enmarcan en la categoría de biosimilares e implican una
complejidad enorme en su desarrollo. «Los fármacos genéricos se producen
mediante pura química, conociendo la estructura es relativamente fácil hacer
verdaderas copias del fármaco original. En el caso de los agentes biosimilares
quien fabrica el fármaco, la proteína, es una bacteria ( la más común es la
Eschlerichia Coli) o por una
célula más evolucionada (célula de ovario del hamster chino-CHO). A estas
células por técnicas de ADN-recombinantes les introducimos un gen que es el que
corresponde/codifica a la proteína que deseamos. Toda la producción depende de
un organismo vivo y utilizamos su maquinaria para obtener la proteína», explica
Pere Gascón, oncólogo del hospital Clínic de Barcelona.
Conforme
pierdan la protección los actuales medicamentos biológicos se esperan nuevos
lanzamientos de «los primeros biosimilares de moléculas de origen
biotecnológico aún más complejas, como los fragmentos proteicos sintéticos o
los anticuerpos monoclonales. Sus indicaciones clínicas abarcan diferentes
tipos de cáncer, enfermedades malignas hematológicas y enfermedades de
etiología autoinmune graves, como artropatías y enfermedad inflamatoria
intestinal», afirma Ismael Escobar, jefe del Servicio de Farmacia del Hospital
Infanta Leonor de Madrid.
«La
ventaja de los biosimilares es que trabajan en algunas áreas donde no
había muchas opciones de
tratamiento. Sus ventas ascenderán en 2017 a 170.000 millones de dólares. Siete
de los diez fármacos más vendidos son biológicos y, por ejemplo, una cuarta
parte de los europeos no tiene acceso a terapias biológicas contra la artritis.
Con los biosimilares, estas limitaciones en el acceso serán menores», añade
Ameet Mallik, director del área de Biofármacos de Sandoz, compañía líder en
biosimilares, perteneciente al grupo Novartis.
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